Científicos de España y Estados Unidos han descrito con precisión cómo un gen actúa de verdadero “GPS” que distribuye el trabajo y propicia la especialización de las células hepáticas, un proceso de maduración del hígado que solo comienza después del parto, una vez que ha comenzado la ingesta oral de alimentos.
Los investigadores han comprobado que esa especialización y maduración del hígado se inicia cuando el bebé comienza la ingesta de alimentos, un proceso que se considera fundamental en todos los mamíferos, y hoy publican los resultados de su trabajo en la revista Nature Comunications.
El trabajo ha sido dirigido por Alejo Efeyan, jefe del Grupo de Metabolismo y Señalización Celular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) español, y los resultados han sido validados por un grupo de la Universidad de Sant Louis (Estados Unidos) que investiga la alimentación parenteral (no digestiva).
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Efeyan explicó a EFE que su investigación aclara por qué son importantes los ciclos con comida y sin comida no solo para asegurar un correcto funcionamiento del hígado, también para otros órganos como el páncreas o el intestino, y cómo esa diversificación de funciones cobra sentido cuando empieza la alimentación oral después del parto y no cuando la alimentación llega por el cordón umbilical.
El hígado es el que detecta la demanda energética del organismo en cada momento y el que moviliza las reservas de nutrientes para satisfacerla; libera por ejemplo glucosa a la sangre cuando la insulina alerta de una necesidad de energía, o sintetiza grasas y proteínas indispensables para el organismo, y esas tareas recaen en las células hepáticas, llamadas “hepatocritos”.
Un “director de orquesta” que asegura una melodía afinada
Los investigadores han comprobado ahora que un gen (llamado “mTOR”) es el responsable de organizar el mapa de posición, como un “GPS”, de cada una de esas células, lo que desencadena su especialización y maduración, detalló Ana Belén Plata, primera autora de la investigación, quien ha comparado ese gen con un director de orquesta que organiza en secciones los distintos componentes musicales para que suene “una melodía coordinada y afinada de funciones metabólicas”.
Hasta después del parto todas las células hepáticas hacen lo mismo porque el suministro de nutrientes es constante a través del cordón umbilical, pero tras el nacimiento y cuando comienza la ingesta oral, y con ella las fluctuaciones, comienza la especialización para coordinar las necesidades del organismo.
El hallazgo ha sido una sorpresa para los investigadores, ya que estaban estudiando la maduración del hígado para observar las consecuencias del sendentarismo y de la sobrealimentación de la sociedad, y para validar sus resultados y comprobar su impacto en la vida real colaboraron con un grupo estadounidense que investiga la alimentación parenteral suministrando nutrientes de forma constante, sin fluctuaciones, en cerdos neonatos.
Alejo Efeyan explicó a EFE que las células hepáticas se organizan “como un tablero de ajedrez” en el que se reparten las diferentes funciones, y que la especialización y diversificación de ese “mosaico” empieza con la ingesta oral y con las fluctuaciones en los ciclos de alimentación, de forma que cada una hace su trabajo “de una forma más fácil y eficiente, como una línea de producción en una fábrica”.
Profundizando en el conocimiento de las patologías del hígado
Y los ciclos de ayuno (las horas entre comidas o las que una persona se pasa dormida) son igual de importantes, necesarios e imprescindibles para que cada órgano realice sus funciones, ha subrayado el investigador, quien ha valorado la trascendencia de este trabajo para profundizar en el conocimiento de las patologías que afectan al hígado y a cada una de sus zonas.
El equipo estadounidense investiga por qué la alimentación constante y sin pasar por el tracto digestivo (parenteral) que se utiliza en muchas enfermedades serias y en bebés prematuros no funciona siempre bien, para que los pacientes reciban por esa vía solo los nutrientes que no pueden ingerir, con el foco puesto en mejorar la dieta que se administra a personas por vena.
“No tocamos un interruptor cualquiera; tocamos el que se enciende con insulina y con nutrientes”, observó Efeyan, y se refirió a las posibles relaciones que este trabajo puede tener con las bondades que algunos nutricionistas atribuyen al ayuno intermitente.
“Entender si este interruptor es clave para el ayuno intermitente, para la restricción calórica, etc. y para cuáles de sus efectos beneficiosos, es precisamente lo que estamos estudiando ahora”, explicó el investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas.
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