Una vendedora ambulante de comida que se convirtió en empresaria tecnológica y senadora está sacudiendo la contienda para suceder al popular presidente de México y ofreciendo a muchos votantes la primera alternativa real al partido dominante en el país.
Xóchitl Gálvez, de 60 años, ayudó a su familia de niña vendiendo tamales en la calle. Hoy en día, la senadora opositora es una apuesta arriesgada contra el partido Morena de Andrés Manuel López Obrador, que controla el Congreso y 22 de los 32 estados de México.
A pesar de sus escasas posibilidades, Gálvez ha sacudido el mundo político, incluido el presidente que lleva semanas atacándola en sus conferencias matutinas. La senadora opositora, que acostumbra vestir huipiles bordados en una expresión del apego a sus raíces indígenas, está en la mira nacional a casi un año de las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2024.
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“Ella llena un hueco que estaba vacío completamente”, dijo Roy Campos, presidente de la empresa local de investigaciones de opinión pública Consulta-Mitofsky. “Toda la población opositora la empieza a ver y genera una esperanza”.
Las elecciones del próximo año serán la oportunidad que tendrá López Obrador para demostrar si ha logrado construir un movimiento político que pueda perdurar más allá de su sexenio. Sea quien sea su sucesor, tendrá que hacer frente a altos niveles de violencia, cárteles de la droga fuertemente armados y un importante flujo migratorio a través de los casi 3,000 kilómetros de frontera con Estados Unidos.
Si bien la firma Consulta-Mitofsky no ha realizado ninguna encuesta reciente sobre candidatos de la oposición que incluya a Gálvez, Campos no dudó en identificarla como un “fenómeno político”.
Gálvez, una política independiente que inicialmente se propuso para competir por la alcaldía de Ciudad de México y que a menudo recorre la capital en bicicleta, entró en el Senado en diciembre vestida de dinosaurio, en alusión a los líderes de partidos conocidos por sus prácticas arcaicas. En aquel momento, López Obrador había propuesto reformas electorales que, según los críticos, debilitarían al Instituto Nacional Electoral. El Senado las aprobó a principios de este año, pero más tarde la Suprema Corte de Justicia de la Nación impidió que entraran en vigor.
Gálvez nunca rehúye el conflicto con López Obrador. En diciembre acudió a un juez para lograr una orden judicial para que le dieran un derecho a réplica en la conferencia presidencial. La medida le fue concedida, pero el presidente la ignoró y no la dejó hablar en “la mañanera”.
El uso frecuente de palabras altisonantes por parte de Gálvez contrasta con su comodidad para moverse en los círculos políticos, pero es una ventaja para llegarle a la clase trabajadora y los jóvenes. Se inscribió este mes para competir por la candidatura presidencial de una amplia coalición opositora, que incluye el históricamente izquierdista PRD, el conservador PAN y el PRI que gobernó México durante 70 años, y organizaciones civiles, y aprovechó para bromear diciendo que López Obrador se ha convertido en su jefe de campaña ante los recurrentes ataques que le hace en su conferencia matutina.
López Obrador sigue siendo my popular y, aunque no puede presentarse para otro mandato de seis años, varios miembros destacados de su partido Morena llevan meses compitiendo encarnizadamente. Entre ellos se encuentran la exalcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, el excanciller Marcelo Ebrard, y el exsecretario de Gobernación, Adán Augusto, que dimitieron a sus cargos el mes pasado para competir por la candidatura presidencial oficialista.
Sus rostros están en cientos de vallas publicitarias por todo el país, mientras que la senadora los confronta escribiendo mensajes en pequeños cartones y grabando videos junto a las vallas para comparar los recursos que se emplean en la campaña oficialista. “Mi espectacular, su espectacular... ¿a dónde sobra la lana (el dinero)?”
Gálvez dijo en entrevista con The Associated Press que cree que la sociedad mexicana está buscando a alguien nuevo en quien creer. “Hay que ver qué tanto logro conectar y qué tanto logro convencer”.
Aquella mañana de junio, Gálvez intentaba aprovechar la tribuna presidencial para decirle a los mexicanos que ella no tenía la intención de eliminar un programa estatal de apoyo a los ancianos, y desmentir así lo expresado por el mandatario. Como explicó después, el hecho de haber crecido en la pobreza en el poblado central de Tepatepec, estado de Hidalgo, no la hizo reacia a los programas sociales dirigidos a los que tienen menos recursos.
Su padre era un indígena otomí con problemas de alcoholismo que golpeaba a su mamá, que era mestiza. Aprendió a hablar la lengua ñähñu de niña escuchando a sus abuelos, y preserva y defiende sus raíces indígenas.
Comenzó a trabajar a los 8 años vendiendo gelatinas y tamales para ayudar su familia, y luego en la adolescencia consiguió un empleo como escribiente en el registro civil de su localidad. Con tan sólo 16 años se mudó sola a la Ciudad de México donde laboró como telefonista hasta conseguir una beca que le ayudó a culminar sus estudios de ingeniera en computación. Luego de graduarse montó una empresa de tecnología y se convirtió en una exitosa empresaria, esposa y madre de dos hijos.
Si bien la historia de vida de Gálvez representa su mayor fortaleza, su personalidad estridente también estiman los analistas que contribuirá a posicionarla como una rival poderosa para darle la pelea a los precandidatos oficialismo.
La carrera política de Gálvez abarca más de dos décadas. Fue jefa de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), un político del PAN que rompió 70 años de dominio del PRI en la política mexicana. Luego fue la alcaldesa del municipio capitalino de clase media-alta Miguel Hidalgo entre 2015-2018 .
Es una política independiente con ideas progresistas que apoya a la comunidad LGBT+ y recorre la capital en bicicleta. Entró al Senado de la mano del PAN aunque no se ha inscrito en esa organización. Al defender su independencia política dijo, ante los dirigentes del PAN, el día que registró su candidatura: “No se enojen conmigo si no tengo una credencial, pero no tengo acta de matrimonio y llevo 30 años con el mismo marido”.
Su sentido del humor y el lenguaje sencillo, cargado de palabras altisonantes y jerga callejera, es una característica que comparte con López Obrador, lo que quizá explique por qué éste parece verla como una amenaza.
Desde mediados de junio el mandatario ha utilizado su conferencia matutina— la principal vitrina política de México — , para atacarla al identificarla como la candidata de los “conservadores” y”oligarcas”, y la ha acusado de utilizar su origen pobre y lenguaje popular para “engañar” a los mayoritarios sectores pobres, que forman parte de la base de seguidores de López Obrador. “Qué se vaya a donde viven los fifís (como llama a los ricos), y ellos van a votar por ella, segurísimo”, dijo el gobernante el 12 de junio al negarle a Gálvez el acceso a su programa matutino.
Más recientemente, se burló de ella por movilizarse en bicicleta por la Ciudad de México. “No se puede ya a estas alturas quererle jugar (meter) el dedo en la boca a la gente,...A ver, me subo a una bicicleta o llego en un triciclo: ‘Tamales, tamales, ricos tamales’; y ya, ¿no? O digo unas groserías”.
Lejos de amilanarse, Gálvez ha reaccionado rápidamente a las críticas del popular gobernante y otras figuras del oficialismo con atractivos videos, algunos elaborados con inteligencia artificial, que ha colgado en las redes sociales como parte de su campaña.
“Aquí no hay producción. Aquí no hay millones de pesos detrás de mí. Hay creatividad en mi cabeza”, dijo la senadora al hablar de cómo ha utilizado sus conocimientos de ingeniería en computación para diseñar sus mensajes de campaña en las redes sociales, en algunos casos con la única ayuda de su IPhone, que han obtenido millones de reproducciones en poco tiempo.
Gálvez también echa mano del humor, que asegura que la acompaña siempre, y se ríe al hablar de cómo López Obrador intenta etiquetarla como alguien vinculada a la clase alta y sectores de poder y de beneficiarse de contratos dudosos, y atribuye las recurrentes críticas a la preocupación que le ocasionó su postulación y la molestia que tuvo cuando ella rechazó una oferta para unirse a su equipo de gobierno.
“Él trata de decir que yo soy de Polanco (una barriada de clase media-alta de la capital mexicana)… y va a tratar de negar mi origen y de negar mi trabajo, pero ahí está”, indicó la política al reconocer que logró un buen estatus económico gracias a una exitosa carrera como ingeniera y empresaria.
Los difíciles tiempos que vivió en su infancia, marcados por la violencia y el machismo de un padre que golpeaba a su mamá, afloran a todo momento. A la pregunta de que si está preparada para los ataques que vendrán de sus contendores políticos, Gálvez respondió que no sentía temor porque “tuve que enfrentar una cultura muy patriarcal, muy machista, donde las mujeres no éramos vistas como una posibilidad de nada más que de trabajo”, y acusó a López Obrador de actuar “movido por el odio” y “actitudes machistas”.
De igual forma desestimó que su relación con el bloque opositor, pueda ser utilizada por sus críticos para señalarla de tener vínculos con sectores acusados de corrupción, y dijo que el partido oficialista Morena “no representa la honorabilidad”, y “el propio presidente viene del PRI”. “Todos los partidos tienen gente valiosa, (y) tienen gente que está lamentable”.
Sobre la ventaja que le llevan algunos de los precandidatos oficialistas, Gálvez le restó importancia y sostuvo que “toda mi vida ha ido cuesta arriba”. “Algunas de las corcholatas (como se identifica en el país a los aspirantes oficialistas) no transmiten, no están convencidas. Están ahí porque lo que quieren es seguir haciendo lo mismo que el presidente…no tienen una identidad propia”, agregó.
Al hablar del impacto de la postulación de Gálvez, el consultor de imagen Víctor Gordoa, presidente fundador del Grupo Imagen Pública, afirmó que la historia de vida de la senadora representa una “dramatización de la realidad perfecta para entrar en el corazón del verdadero pueblo” de México.
Gordoa estima que la política también puede llegar fácilmente a la clase media, y los sectores altos que ya la ven como el “ariete” que podría arrebatarle el poder al partido de López Obrador.
Por su lenguaje llano, con malas palabras, algunos han llegado a compararla con Fox, pero el analista afirmó que no hay similitudes entre ambos porque el exmandatario es más locuaz.
“Gálvez puede adueñarse fácilmente del discurso de López Obrador, quitárselo de las manos”, dijo consultor al reconocer que hay semejanzas entre los dos políticos por el uso de un lenguaje sencillo que fácilmente le llega al pueblo.
Fuente: AP
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