Pese al fin de la pandemia del coronavirus, Cuba sigue luchando para recuperar el turismo, una actividad vital para su economía. En Trinidad, joya de la isla caribeña, la temporada alta fue “inestable”, según trabajadores del sector que apuestan por el retorno de los visitantes rusos y la apertura de nuevos mercados.
“Poquito, poquito nos vamos levantando, pero no se ha recuperado todo” como antes de la pandemia, explica Norelvis Vegas, mientras pasea a turistas en su calesa por las callejuelas de esta villa de la provincia de Sancti Spíritus, ubicada 350 km al sudeste de La Habana, la capital.
Como la mayoría de los 76.000 habitantes de esta localidad, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1988, este padre de familia de 33 años vive del turismo, y asegura que la temporada alta de 2023, que va de diciembre a abril, estuvo “inestable”.
“Comparada con antes del Covid, ahora tenemos como un 25 % menos de ocupación”, confirma Yami Martínez (48), propietaria hace una década de una casa de renta de nueve habitaciones.
Después del récord de 2018 - con 4.7 millones de turistas y US$ 3,300 millones en ingresos-, a raíz del histórico acercamiento con Estados Unidos, el turismo cubano debió enfrentar duros golpes: el recrudecimiento de las sanciones estadounidenses bajo el gobierno del magnate republicano Donald Trump (2017-2021), la pandemia del coronavirus y la guerra en Ucrania, sin contar las dificultades económicas internas.
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“Es muy duro el problema de la electricidad y del transporte”, añade Martínez, refiriéndose a los frecuentes apagones en la isla comunista y a la escasez de combustible agravada en los últimos meses, a la que no siempre escapan los turistas.
Reinaldo Vivas, de 55 años, debió reducir a la mitad la capacidad de su restaurante. Cuando los cruceros estadounidenses, que ahora tienen prohibido viajar a Cuba por la sanciones de Trump, hacían una escala cerca de Trinidad, podía recibir hasta 250 comensales al día.
“Antes de la pandemia, había una estabilidad en el turismo”, apunta Vivas.
El hombre destacó que este año la temporada alta “no ha sido tan alta” y que ha tenido “más dependencia del turismo individual”. “Antes contábamos con turismo más de grupos”, lamenta.
Como los hoteles son propiedad del Estado, el turismo grupal es el que más aporta a las arcas del país.
Sin embargo, Cuba reportó en 2022 una tasa de ocupación hotelera de 15.6 %, según cifras oficiales, contra 75.9 % en Cancún (México) y 70.3 % en República Dominicana, sus principales competidores en el Caribe.
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Vuelos Moscú-Varadero
A inicios de mayo, el ministro de Turismo, Juan Carlos García, reconoció que la recuperación no fue completa, aunque mantuvo la meta de recibir 3,5 millones de turistas en 2023. De una proyección de 2.5 millones prevista en 2022, la isla solo registró 1,6 millones de visitantes.
El turismo canadiense, principal mercado de la isla, “se ha recuperado al 80 % con respecto al año 2019, y significa hoy más del 50 % del turismo que estamos recibiendo”, explicó García.
“Pero no podemos decir lo mismo de otro mercado tan importante como el que conforman los países europeos”, agregó el ministro, señalando factores como la inflación, el conflicto en Ucrania y el aumento de los precios del transporte aéreo.
En un contexto de estrecho acercamiento diplomático y económico con Moscú durante los últimos meses, la isla comunista apuesta ahora al regreso de los grupos de turistas provenientes de Rusia, a partir del aumento de las conexiones aéreas entre ambos países.
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En sintonía, la compañía Conviasa de Venezuela -otro aliado de Rusia- propone desde mediados de junio vuelos Caracas-La Habana-Moscú, en tanto que los viajes directos entre la capital rusa y el balneario de Varadero se reanudarán a partir de julio.
Vivas confirma que “se está viendo más participación de los turistas rusos” en Trinidad, mientras recibe en su restaurante a una veintena de moscovitas.
Los trabajadores del turismo en Trinidad constatan también un alza de visitantes procedentes de Turquía. “Antes los turcos eran poco vistos...ahora vienen muchos grupos”, asegura Vivian Maité Hernández, una pintora que trabaja en una tienda de artesanías.
Para satisfacer a estos nuevos clientes, algunos artesanos de la villa han comenzado a incluir entre los ya habituales cuadros de autos clásicos estadounidenses o retratos del Che Guevara, nuevos diseños como la “mano de Fátima”, símbolo de protección en Medio Oriente.
Fuente: AFP
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