El incremento mundial de los precios de la comida a un máximo de una década presenta el riesgo de intensificarse aún más y la crisis energética amenaza con empeorar las cosas.
Los reveses en las cosechas, la fuerte demanda y las interrupciones de la cadena de suministro causaron un incremento de un tercio en el índice de precios de los alimentos de las Naciones Unidas durante el año pasado.
La última alza del mes pasado registró un incremento de los precios de casi todos los tipos de alimentos, lo que se sumó a los dolores de cabeza inflacionarios para los consumidores y los bancos centrales.
Los crecientes precios de la energía ahora se están sumando al problema, aumentando los costos de producción de fertilizantes y transporte de bienes en todo el mundo, y haciendo que el incremento recuerde más a los picos de precios observados durante las crisis alimentarias en el 2008 y 2011. El repunte de la energía también podría causar que se destinen más cultivos para fabricación de biocombustibles, advirtió la ONU.
“Es esta combinación de cosas lo que empieza a ser muy preocupante”, dijo por teléfono Abdolreza Abbassian, economista sénior de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. “No se trata solo de las cifras aisladas de los precios de los alimentos, sino de todas juntas. No creo que nadie esperara hace dos o tres meses que los precios de la energía subirían tanto”.
Si bien tomará tiempo para que el último aumento en los mercados agrícolas se transfiera a las tiendas de comestibles, los consumidores de todo el mundo ya se han visto afectados por precios más altos, lo que ha llevado a los Gobiernos a buscar soluciones para mantener los costos bajo control.
Además, los crecientes costos de los fletes y la escasez de trabajadores a lo largo de la cadena de suministro han causado que los estantes de los supermercados en países como el Reino Unido carezcan de productos.
Así es como el mundo está lidiando con su peor crisis de hambre en al menos 15 años. Los elevados precios de los alimentos son una mala noticia para las naciones más pobres que dependen de las importaciones y pueden aumentar el riesgo de inestabilidad política.