La cumbre COP26 de las Naciones Unidas, anunciada como la “última y mayor esperanza” para mantener vivos los ambiciosos objetivos climáticos, avanzó en muchos frentes, a pesar de terminar con una nota de decepción.
El compromiso de “eliminar gradualmente” los subsidios al carbón y los combustibles fósiles se cambió en los momentos finales a una promesa de “eliminar gradualmente” el carbón y librar al mundo de los subsidios “ineficientes”. Para muchos, esto pareció resumir las cosas. El británico Alok Sharma, ministro que se desempeña como presidente de la reunión, ofreció una emotiva disculpa. Los activistas calificaron la reunión como un ejercicio sin valor.
Eso es demasiado desolador. La cumbre puede atribuirse el mérito de algunos logros reales. Los combustibles fósiles se incluyeron en el acuerdo final por primera vez. Estados Unidos está de vuelta en la mesa. Acuerdos como el de frenar las emisiones de metano representan un gran progreso. Las ambiciones aumentaron. Y los Gobiernos prometieron fortalecer sus compromisos durante el próximo año.
No obstante, está claro, si ya no lo estaba, que la acción no puede esperar la dirección de reuniones como la COP26. Los acuerdos no cumplieron con lo requerido. Los negociadores esperaban reunir promesas de reducción de emisiones suficientes para limitar el calentamiento global a un nivel que evitara el desastre, con el objetivo de “mantener viva la meta de 1.5 °C”.
Países como India y Nigeria anunciaron nuevos objetivos de cero emisiones netas. Pero las promesas tomadas en conjunto aún no son suficientes, y eso suponiendo que los Gobiernos cumplan sus compromisos individuales. El objetivo de 1.5 °C no está muerto, pero pronto podría estarlo.
Los países ricos tampoco cumplieron su compromiso anterior de ayudar a los países pobres a limitar y hacer frente al cambio climático. Un objetivo de financiación de US$ 100,000 millones por año, una pequeña fracción de lo que se necesita, lleva años de retraso. Los países en desarrollo habían pedido un nuevo fondo internacional para reconocer las pérdidas relacionadas con el clima que ya han sufrido y seguirán sufriendo. Estados Unidos y la UE estaban en contra. En cambio, en la reunión se escucharon vagas nuevas promesas para ampliar el apoyo.
En otras áreas, las noticias fueron mejores. Estados Unidos y China declararon su determinación conjunta de limitar el calentamiento global. No dijeron exactamente cómo, pero después del reciente deterioro de las relaciones, su voluntad de cooperar es bienvenida y sugiere que Pekín ve la necesidad de hacer su parte.
Después de mucho debate, la reunión también estableció un esquema de reglas para el comercio internacional de créditos de carbono. Esto también es solo el comienzo, no la forma final, de una iniciativa vital. Si el marco puede desarrollarse como debe ser, acelerará los esfuerzos para reducir las emisiones creando incentivos más fuertes para generar un cambio hacia la eficiencia energética y fuentes más limpias de energía. También fue alentador ver que más instituciones financieras apoyaban los objetivos de reducción de emisiones del Acuerdo de París.
Lo que es crucial ahora es convertir los compromisos no vinculantes en acciones decisivas. El éxito del Sierra Club, en asociación con Bloomberg Philanthropies, al presionar para cerrar plantas de carbón en Estados Unidos muestra lo que se puede hacer.
En el espacio de una década, la campaña Beyond Coal ayudó a retirar dos tercios de las plantas de carbón de Estados Unidos, haciendo factible una eliminación total para 2030. Una campaña aliada, Europe Beyond Coal, aceleró el retiro de casi la mitad de las plantas de carbón de Europa en menos de tres años. La demora es peligrosa y completamente innecesaria.
Un progreso más rápido en el retiro del carbón es un imperativo. Además, los nuevos objetivos nacionales sobre el metano, la deforestación y otras cuestiones relacionadas con el clima, en su mayoría acordados al margen de la cumbre, deben formalizarse, expresarse en forma de objetivos alcanzables a corto plazo y extenderse a más países. Se requieren reglas más estrictas para combatir el lavado verde en la financiación climática y en el mercado previsto de créditos de carbono. Y para repetir: los países más ricos deberían hacer más para ayudar a los más pobres.
No hay que desesperarse. La gente de todo el mundo está exigiendo cambios y los Gobiernos están actuando, aunque con demasiada lentitud. Lo mejor de todo es que la tecnología es un poderoso aliado.
La energía renovable ya es más barata que el funcionamiento de las plantas de carbón existentes en gran parte del mundo, y con los avances logrados en el campo del almacenamiento de energía y otras innovaciones, esta ventaja aumentará. La lucha contra el calentamiento global todavía se puede ganar, si las naciones, las ciudades, las empresas y la gente común de todas partes deciden hacerlo.