Khaled Bahlawan clava clavos en una embarcación tradicional de madera que construye a mano, bajo el ardiente sol de la costa mediterránea de Siria, para preservar un oficio antiguo y en vías de desaparición.
“Somos la última familia de Siria que fabrica barcos de madera. Esta es la herencia de nuestros antepasados. Luchamos todos los días para preservarla”, añade este hombre de 39 años desde la orilla de la isla de Arwad, frente a la ciudad occidental siria de Tartus.
Este oficio milenario está amenazado por la caída de la demanda de barcos de madera.
Los largos cortes de electricidad por los años de guerra en Siria impiden a Bahlawan utilizar sus equipos eléctricos, por lo que se ve obligado a recurrir a las arcaicas herramientas manuales de su abuelo.
“Es una tarea difícil”, dice, sudando, y con la cara llena de virutas de madera. “Hacemos todo lo posible para superar dificultades como los cortes de electricidad y la escasez de combustible”, agrega.
Riesgo de desaparecer
Los ocho miembros de la familia Bahlawan se reparten el trabajo en su modesto taller. Llevan cientos de años fabricando y reparando barcos de madera. Estas embarcaciones son utilizadas principalmente por pescadores, centros turísticos y para el transporte.
Según el alcalde de Arwad, Nuredin Suleiman, la fabricación de barcos de madera es una tradición que se remonta a miles de años, a la época fenicia. En el pasado, la mayoría de los habitantes de Arwad eran constructores de barcos, dice. “Hoy sólo queda la familia Bahlawan”.
Los fenicios eran famosos por la construcción de barcos de madera. Eran grandes navegantes y viajaban por el Mediterráneo, llevando sus conocimientos, su artesanía e incluso su alfabeto a otras regiones mediterráneas.
Sin embargo, la fabricación tradicional de barcos corre el riesgo de desaparecer por completo, según Suleiman, ya que muchos jóvenes se están yendo del país o buscan un trabajo más fácil y rentable.
Situada a unos tres kilómetros de la costa de Tartus, Arwad es la única isla habitada de Siria, un remanso de paz en un país desgarrado por 11 años de guerra.
Cientos de trabajadores, residentes y visitantes se desplazan allí cada día en barcos de madera, la mayoría de ellos fabricados por los Bahlawan.
“Responsabilidad histórica”
Los Bahlawan conservaron la forma y la estructura originales de los antiguos barcos fenicios, con apenas algunas modificaciones, dice Faruk Bahlawan, tío de Khaled y carpintero.
“Fabricamos estos barcos principalmente con madera de eucalipto y morera de los bosques de Tartus”, explica este hombre de 54 años.
A pocos metros del taller al aire libre, más de 40 barcos de madera están amarrados en el puerto de Arwad.
“Solíamos fabricar cuatro barcos grandes y varias embarcaciones al año que exportábamos a Chipre, Turquía y Líbano”, señala Faruk.
Pero “este año sólo hemos trabajado en un barco, y aún queda mucho trabajo por hacer antes de que esté terminado”, añade.
“Tenemos que continuar este viaje”, comenta Faruk con voz temblorosa, mirando a los niños que juegan con cometas. “Tenemos una responsabilidad histórica sobre nuestros hombros”.