La presión para producir más alimentos, o al menos para ganar más dinero con la agricultura, está llevando a países a despejar bosques y humedales para granjas y a desviar la escasa agua dulce para cultivar en el desierto. (Foto: Bloomberg)
La presión para producir más alimentos, o al menos para ganar más dinero con la agricultura, está llevando a países a despejar bosques y humedales para granjas y a desviar la escasa agua dulce para cultivar en el desierto. (Foto: Bloomberg)

Para finales de este año, 270 millones de personas podrían vivir en condiciones de hambruna, según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, un aumento en comparación con los 149 millones de personas que ya estaban en este riesgo antes del COVID-19. Si agregamos los efectos disruptivos del cambio climático y la población cada vez mayor de nuestro planeta, vemos tiempos difíciles por delante.