Los chilenos votaban el domingo en un plebiscito sobre si adoptaban una nueva y exhaustiva Constitución que cambiaría de forma fundamental el país suramericano. La carta propuesta pretende sustituir a un texto impuesto por una dictadura militar hace 41 años.
La votación, que es obligatoria, partió temprano con electores mayormente adultos, que tradicionamente son los primeros en sufragar. El subterráneo de la capital chilena, que concentra al 40% del electorado, será gratuito toda la jornada para incentivar la participación. Sus vagones llevabavan gran parte de sus asientos ocupados. Además, la mayoría de los 15 millones de electores convocados al plebiscito fueron cambiados a lugares de votación cercanos a sus domicilios.
“Es un día histórico. Por primera vez en la historia la gente está decidiendo su propio futuro”, dijo el votante Italo Hernández, de 50 años. “Hay que dejar atrás la constitución de (Augusto) Pinochet que sólo favorecía a la gente de dinero”.
“Es muy simbólico, muy emotivo”, subrayó.
Mabel Castillo, de 42 años, afirmó que “hay otras formas y otros caminos para alcanzar lo que la gente está pidiendo o lo que necesitamos como nación que no es simplemente cambiar una constitución... todos necesitamos evolucionar”.
“Sé que es una constitución antigua que necesita cambios, pero no de la manera que hoy en día se está haciendo”, señaló.
Gustavo Puertotorres, un cirujano de 29 años, discrepó al considerar que la nueva Constitución “es la que va a generar el cambio en este país”.
Durante meses, los sondeos de opinión han mostrado una clara ventaja del bando del “Rechazo”, pero la diferencia se ha ido estrechando, lo que da esperanzas a los partidarios del cambio de que puedan lograr una victoria.
Marta Lagos, responsable de la encuestadora local MORI, señaló que el resultado sería ajustado y que los chilenos podrían decidir en el último minuto.
“El chileno es un animal político que se decide a último minuto”, apuntó.
Roberto Izikson, gerente de la encuestadora Cadem, dijo que el plebiscito se ubica en un “escenario abierto”, y que el resultado dependería de los niveles de participación.
El resultado será crucial para el presidente, Gabriel Boric, de 36 años y que ha sido uno de los principales defensores de la nueva Constitución. Los analistas dicen que los votantes también ven la consulta como un referendo sobre el presidente más joven de la historia de Chile, que ha visto su popularidad desplomarse desde que asumió el cargo en marzo.
El plebiscito, en el que votar es obligatorio, culmina un proceso de tres años iniciado cuando un país antes considerado como un ejemplo de estabilidad en la región estalló en protestas callejeras estudiantiles en 2019. Las protestas comenzaron por un aumento en los precios del transporte, pero no tardaron en ampliarse a demandas más generales de más igualdad y más protecciones sociales.
Al año siguiente, poco menos del 80% de los chilenos votaron a favor de cambiar la carta magna del país, que se remonta a la dictadura militar que dirigió Augusto Pinochet entre 1973 y 1990.
Después, en 2021, eligieron a los delegados de la convención constitucional. En pleno fervor antisistema, los chilenos eligieron principalmente a personas ajenas a la clase política tradicional para redactar el texto. Fue la primera del mundo escrita por un grupo paritario de hombres y mujeres.
Tras meses de trabajo, los delegados entregaron un documento de 178 páginas con 388 artículos que, entre otras cosas, hace énfasis en asuntos sociales e igualdad de género, consagra derechos de la población indígena del país y coloca el cambio climático y el medio ambiente en prioridad en un país que es el mayor productor mundial de cobre. También introduce los derechos a vivienda, salud y educación gratis.
La nueva Constitución describe a Chile como un estado plurinacional, establece territorios indígenas autónomos y reconoce un sistema paralelo de justicia en esas zonas, aunque los legisladores decidirían hasta donde podría llegar su autoridad.
“Esto es una puerta para construir una sociedad más justa, más democrática”, consideró la académica mapuche Elisa Loncon. “No es que Chile va a amanecer con sus problemas políticos y económicos automáticamente resueltos, pero es un punto de partida”.
En cambio, la constitución actual es un documento que prioriza los negocios y el sector privado frente al estado en cuestiones como educación, pensiones y sanidad. Tampoco hace referencia a la población indígena, que supone casi el 13% de sus 19 millones de habitantes.
Elisa Loncon, líder indígena y primera presidenta de la convención constitucional, dijo que la nueva carta no resolvería de inmediato los problemas económicos y políticos del país, pero era una vía hacia una sociedad más justa y democrática.
Cientos de miles de personas llenaron el jueves por la noche una gran avenida de la capital chilena tras el último mitin de la campaña a favor de la Constitución, una asistencia que según los organizadores muestra un entusiasmo no reflejado en los sondeos.
Algunos chilenos temen que el texto se incline demasiado hacia la izquierda. Paulina Lobos, que ha hecho campaña en contra, afirmó que era una imposición de radicales izquierdistas sobre la sociedad.
Sus defensores, sin embargo, señalaban que esa oposición se debía en parte a un aluvión de noticias falsas en torno a la propuesta.