El pastor evangélico venezolano Javier Bertucci ha prometido movilizar a su vasta red de seguidores en las próximas elecciones regionales para derrotar al candidato del chavista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y convertirse en gobernador del estado Carabobo, una zona industrial.
Pero los principales partidos de oposición del país se negaron a respaldar su candidatura luego de años de sospechas de que es un aliado en la sombra del ilegítimo presidente Nicolás Maduro, acusaciones que Bertucci considera infundadas.
El resultado es que dos candidatos descritos como opositores se postularán para gobernador de Carabobo en la votación del 21 de noviembre: Bertucci y el exalcalde Enzo Scarano, que es parte de la coalición de la Plataforma Unitaria de la oposición.
“El gobierno está interesado en que haya división en todos los estados”, dijo Bertucci en una entrevista en agosto al lanzar su campaña a gobernador en Valencia, la capital de Carabobo y donde el pastor tiene su bastión electoral. “Vamos nosotros a construir una unidad”, agregó.
Hay pocas señales de unidad antes de la votación, que se produce después de tres años en que los principales partidos opositores se abstuvieron de participar en distintos comicios argumentando la falta de garantías.
La elección se produce además tras un fallido esfuerzo, respaldado por Estados Unidos, de presionar la salida de Maduro del cargo mediante sanciones económicas impuestas por Washington y la creación de un gobierno paralelo dirigido por la oposición.
En los 23 estados más la capital Caracas, se espera que al menos dos candidatos se postulen contra el PSUV.
La oposición necesita al menos mantener las cuatro gobernaciones que tiene desde los pasados comicios regionales del 2017 para renovar la fe en las urnas como una forma de enfrentar a Maduro, dijo Luis Vicente León, director de la encuestadora local Datanálisis.
“El objetivo de las regionales es que la oposición pueda revivir el interés en el voto y para reconectarse con su base”, declaró León. Pero no conseguir ningún gobierno estatal dejaría a la oposición “pulverizada” y permitiría que Maduro siguiera consolidando su poder, agregó.
La votación regional, que también incluye elecciones para las 335 alcaldías, representa una pequeña amenaza para el control de Maduro en el país. Se ha aferrado al poder a pesar del impresionante colapso de la economía venezolana y del amplio programa de sanciones de Estados Unidos.
Para la oposición, representa una oportunidad para volver a la acción después de años de esperar que las fuerzas armadas, las sanciones o algún movimiento de protesta nacional desembocaran en la salida de Maduro del palacio presidencial.
Nuevas fracturas
Históricamente, la oposición ha luchado por superar las disputas internas.
Pero la votación de este año ha creado una amplia división entre quienes durante años se han enfrentado al PSUV y un grupo de relativamente recién llegados, incluidos algunos candidatos que han sido acusados de corrupción y vínculos con el gobierno.
Una alianza de políticos que a veces se autodenominada la “oposición minoritaria” ha anunciado candidatos en 23 estados más la capital, dividiendo los votos con los principales partidos opositores.
Consultado sobre el problema de los múltiples candidatos, Henry Ramos, de la Plataforma de la Unidad, dijo: “No puedo responder por las acciones de los alacranes”, utilizando un término peyorativo con el que se describe a políticos sospechosos de trabajar con el gobierno.
Algunos de esos políticos dicen que simplemente tienen diferentes puntos de vista y han sido tildados injustamente como apologistas de Maduro.
En el estado oriental de Anzoátegui, el legislador José Brito se postula como líder de la oposición a pesar de haber sido expulsado del partido Primera Justicia en el 2019 luego de acusaciones de corrupción.
Brito, quien niega haber cometido irregularidades y disputa ser un aliado en la sombra de Maduro, no respondió a una solicitud de comentarios.
Otros nueve candidatos a gobernador se postulan bajo la bandera de Acción Democrática (AD), el partido socialdemócrata cuyo liderazgo fue nombrado el año pasado por la progubernamental corte suprema, en un fallo poco común que los críticos del gobierno condenaron como un robo del partido para entregarlo a colaboradores disfrazados de opositores.
Activistas de la oposición dicen que Bernabé Gutiérrez, designado por la alta corte como líder de AD, no podrá enfrentarse a Maduro porque su liderazgo deriva de una decisión de los aliados del gobierno.
Gutiérrez, que no se postulará en noviembre, no respondió a una solicitud de comentarios.
En un mitin en el centro de Caracas en septiembre para celebrar el 80 aniversario de la fundación de Acción Democrática, Gutiérrez dijo que estaba dispuesto a negociar con otros opositores, pero que no tenía planes de retirarse.
“Tenemos la disposición de entendernos, pero quienes así no quieran y quieran jugar a la división, que el pueblo los conozca” o serán expuestos por el partido, afirmó ante una multitud de simpatizantes.