En caso de conflicto armado entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia, los proyectiles rusos pueden caer en principio en el escudo antimisiles estadounidense instalado en el norte de Polonia. Allí, esto genera inquietud con la cercana guerra en Ucrania.
“Si estalla un grave conflicto armado, el primer ataque estará dirigido a nuestro escudo. Si se utilizan cargas nucleares, como el escudo no está a más que unos kilómetros del centro de la ciudad, podemos imaginar qué nos pasará”, dice Ryszard Kwiatkowski, antiguo vicealcalde de la ciudad de Slupsk, de unos 90,000 habitantes.
Washington esgrime que la instalación en el municipio vecino de Redzikowo, que debe estar operativa este año, busca defender a la OTAN contra los misiles balísticos lanzados desde países como Irán.
Pero el presidente ruso Vladimir Putin no lo cree y ve en este escudo, como otras instalaciones militares en la región, una amenaza para su país. Por ello, antes de iniciar la guerra en Ucrania, exigió la retirada de la OTAN de los países del centro y el este de Europa que antes eran satélites de la URSS.
Kwiatkowski está firmemente en contra de este escudo, cuya construcción comenzó en el 2016, y rechaza el argumento de que sea un sistema defensivo.
“En mi opinión, no hay sistemas ofensivos y defensivos. Todos los sistemas militares son agresivos”, asegura.
“Y ante este sistema defensivo de la OTAN, está el sistema de nuestro adversario potencial, la Federación de Rusia, es decir los misiles Iskander instalados recientemente en la región de Kaliningrado”, un pequeño enclave ruso entre Lituania, Polonia y el mar Báltico a unos 200 kilómetros de Slupsk.
Los misiles pueden llegar a esa ciudad en tres minutos, alerta el sexagenario, inquieto porque “nadie sabe cómo evolucionará la situación en Ucrania”.
Para él, es “absurdo” presentar este sistema como una defensa ante los misiles de largo alcance que puedan llegar de Oriente Medio. “Desde el principio estaba dirigido contra Rusia, ahora no lo escondemos más”, afirma.
Kwiatkowski también lamenta que la instalación haya ocupado un antiguo aeropuerto abandonado donde se podría crear una zona industrial y opina que su presencia desincentiva a grandes inversores occidentales.
Aunque algunos vecinos comparten sus temores, la mayoría son indiferentes y las manifestaciones contra el escudo jamás reunieron más que unas decenas de personas, reconoce.
“Objetivo número uno para Putin”
Pero la situación acaba de cambiar. “Hasta recientemente, no sentía inquietud por el escudo, pero el ataque contra Ucrania demuestra que no podemos estar seguros de nada”, dice Tomasz Czescik, arqueólogo y periodista de 47 años.
“Putin ha dicho más de una vez que esta base en Polonia, a una distancia de apenas 230 km de la frontera rusa, no debería haber sido creada, que los misiles de aquí pueden transportar también cargas ofensivas”, explica.
“Cuando hablo con mis camaradas en Slupsk, escuchamos decir que ahora nosotros somos el objetivo número uno de Putin después de Ucrania”, lamenta.
Puede que sea porque está menos interesada en la actualidad política como señala ella misma, pero Ewa Trap, jubilada y presidenta del club de personas mayores, se muestra serena. “Me siento más segura que si no estuviera allí”, afirma.
“Yo soy alguien simple y modesto, no pienso en los problemas distantes. Vivo bien y no siento inquietud”, insiste la mujer.