La mayoría de los 37 ministros del nuevo Gobierno brasileño, presidido por el progresista Luiz Inácio Lula da Silva, asumieron este lunes sus cargos y en todos los casos lo hicieron con la misma consigna: “Reconstrucción”.
En sus primeros discursos y en su primer día efectivo de trabajo, tras la investidura de Lula este domingo, los nuevos integrantes del gabinete subrayaron el “caos” que han encontrado en cada una de sus áreas.
El nuevo ministro de Hacienda, Fernando Haddad, reiteró que las cuentas públicas han sufrido un deterioro mayor en los últimos meses debido a medidas populistas adoptadas por el ahora expresidente Jair Bolsonaro en un intento de apalancar su candidatura a la reelección, frustrada por la victoria de Lula en las urnas.
“Esos objetivos exclusivamente ‘electoreros’ comprometieron la austeridad” y tendrán impacto en las cuentas públicas en 2023, dijo Haddad, quien sin embargo subrayó la determinación del nuevo Gobierno de mantener la más estricta “responsabilidad fiscal”.
Según Haddad, uno de los primeros pasos de la nueva gestión será “reestructurar” la recaudación tributaria, afectada por medidas de última hora de Bolsonaro que eximieron de impuestos a diversos sectores y a los combustibles, a fin de reducir los precios de una manera “ficticia”.
La nueva ministra de Salud, Nísia Trindade, también afirmó que encontró ese despacho en un “estado de destrucción” y una “absoluta falta de coordinación” entre el Gobierno federal y las Administraciones regionales y municipales.
Explicó que será necesario “reconstruir” toda esa estructura y aseguró que el “negacionismo” del Gobierno anterior, sobre todo en relación a la pandemia de COVID-19, será seguido ahora por “una gestión pautada por la ciencia y el diálogo con la comunidad científica”.
En sus primeras palabras, pidió, “por favor”, a los brasileños que “pongan al día la vacunación contra la COVID”, que hasta ahora se calcula que sólo ha sido completada por el 50% de la población.
Recordó las dudas que Bolsonaro planteó respecto a la efectividad de las vacunas, así como lamentó el “costo en vidas humanas y en sufrimiento colectivo” que generó, con casi 700,000 muertes por la pandemia, que representan “el 11% de las registradas en el mundo, pese a que Brasil tiene el 2 % de la población mundial”.
Sin muchas precisiones, avisó además que, en los próximos días, serán revocadas diversas medidas del Gobierno anterior, las cuales aseguró que fueron tomadas sobre la base de “principios contrarios a la ciencia, los derechos humanos y la democracia”.
El nuevo ministro de Educación, Camilo Santana, habló también de la “reconstrucción” necesaria en esa área, que tuvo sus presupuestos reducidos a mínimos durante la gestión del líder de la ultraderecha.
“La educación fue tratada como un subproducto”, con un “perjuicio inmenso para los niños y los jóvenes”, que volverán a estar “en el centro de las políticas públicas, junto con los profesores”, dijo Santana.
De “reconstrucción” pero también de “diálogo” habló el ministro de la Presidencia, Rio Costa, cuyo despacho será una especie de jefatura de gabinete de Lula.
“El Gobierno está en una situación de parálisis completa”, dijo Costa, quien reiteró la intención de Lula de establecer un amplio diálogo con los gobernadores, con el Legislativo y con el Poder Judicial, a fin de “poner a funcionar otra vez todas las estructuras del Estado”.
Mientras los ministros asumían formalmente sus cargos, Lula dedicó su primer día en el poder a la política exterior y tuvo sendas reuniones bilaterales con los miembros de una veintena de las delegaciones extranjeras que asistieron a su investidura.
Ha recibido al rey de España, Felipe VI, y a los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce, y Ecuador, Guillermo Lasso, y tenía previstos encuentros con, entre otros, el chileno Gabriel Boric y el colombiano Gustavo Petro.
(Con información de EFE)