Brasil, Chile, Colombia y Bolivia lideran el creciente rechazo a la ofensiva israelí en Gaza en América Latina, una región que históricamente ha estado dividida respecto a constitución de un Estado palestino.
Desde el estallido de la guerra desatada a raíz del ataque de Hamás ocurrido en la madrugada del 7 octubre de 2023, varios países de América Latina, fundamentalmente los gobernados por la izquierda, se están replanteando sus vínculos con el Gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu y han adoptado medidas que van desde la denuncia ante organismos internacionales de un “genocidio” en Gaza por parte de Israel hasta la ruptura de relaciones diplomáticas.
Brasil es uno de los países que más ha elevado el tono de sus críticas por la situación en la Franja de Gaza. La diplomacia brasileña, muy activa en los últimos tres meses, se ha sumado a los llamamientos a un alto el fuego y ha apoyado la demanda por genocidio presentada por Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en La Haya.
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El conflicto diplomático entre Israel y Brasil escaló el pasado 18 de febrero después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva equiparara las acciones israelíes en los territorios palestinos con la persecución de Adolf Hitler en contra de los judíos, una comparación que provocó el enojo de Tel Aviv.
En respuesta, Israel declaró a Lula persona ‘non grata’ y amonestó públicamente al embajador brasileño. El país suramericano reaccionó llamando a consultas a su diplomático y manifestando con una enérgica protesta.
Históricamente, Brasil ha defendido la solución de los dos Estados, salvo durante la etapa del Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien por sus vínculos con los movimientos evangélicos y su admiración por el hoy exmandatario estadounidense Donald Trump abrazó fervorosamente la causa israelí e incluso anunció -sin llevar finalmente a cabo- el traslado de la Embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén, una decisión polémica por el estatus de esa ciudad en el conflicto israelí-palestino y el derecho internacional.
En la misma línea que Brasil se ha posicionado Chile, el país que alberga la mayor comunidad palestina en el exterior fuera de los Estados árabes, con cerca de medio millón de personas.
El pasado 18 de enero, el Gobierno de Gabriel Boric sumó a otros gestos la remisión, junto a México, de un escrito ante la Corte Penal Internacional (CPI) sobre Palestina, con el objetivo de reforzar la investigación de los presuntos crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad ocurridos en Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este e Israel, ilícitos contemplados en el Estatuto de Roma.
Un proceso ante la CPI patrocinado por Sudáfrica, Bangladesh, Comoros, Yibuti y Bolivia. Este último país rompió relaciones con Israel en noviembre de 2023 y rechazó “toda guerra como instrumento de solución a los diferendos entre Estados”.
Además, la semana pasada Chile volvió a defender la solución de los dos Estados en sus alegatos orales ante la CIJ, en la que acusó a Israel de “violar sistemáticamente el derecho internacional” y sostuvo que la ocupación israelí de Gaza transgrede “el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación”.
Una postura que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, resumió a principios de febrero con la siguiente expresión: “Israel no sólo mata a niños, sino que también destruye la libertad, los derechos humanos y la solidaridad”. Apoyo a Israel
En cambio, otros líderes, como el nuevo presidente de Argentina, el ultraconservador Javier Milei, han expresado su respaldo a Israel, país que visitó en enero pasado, en plena ofensiva israelí sobre Gaza -que ha causado ya la muerte de unas 30.000 personas, en su gran mayoría civiles-, donde anunció el futuro traslado de la Embajada argentina a Jerusalén.
Durante su estancia, el presidente argentino reiteró su “total apoyo” a Israel, país del que se declaró un “fiel amigo”. Aunque no es judío, Milei ha abrazado el judaísmo y tiene a un rabino entre sus asesores de confianza.
Argentina es uno de los países de Suramérica con una de las comunidades judías más activas e influyentes de la región.
Por su parte, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de origen palestino y que ha sido muy crítico con los islamistas radicales de Hamás, señaló en una ocasión que lo mejor que le podría pasar al pueblo palestino es que “Hamás desapareciera por completo”.
“Como salvadoreño con ascendencia palestina, estoy seguro de que lo mejor que le podría pasar al pueblo palestino es que Hamás desaparezca por completo. Esas bestias salvajes no representan a los palestinos”, afirmó.
Mientras tanto, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha dicho de manera recurrente que su Gobierno “no toma partido ni por Israel ni por Palestina”.
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