Los intocables o dalits, miembros del escalafón más bajo del sistema de castas hindú, son víctimas frecuentes de abusos, violaciones, linchamientos o disturbios comunitarios en la India, y cuando las autoridades no hacen nada para evitarlo, el Bhim Army aparece para reclamar justicia.
El Ejército de Bhim, nombre con el que se conoce al histórico líder dalit Bhimrao Ramji Ambedkar, se declara un movimiento no violento, y es la presión social cuando cientos de sus miembros se trasladan en masa al lugar donde se cometió la injusticia, que ejerce la intimidación necesaria para que las autoridades actúen.
Ocurrió hace unas pocas semanas en un pueblo del norte de la India. Un hombre, golpeando un tambor, anunciaba en alto que el jefe local había ordenado que si veían a un intocable “en su propiedad, en el crematorio (para castas altas) o en el pozo, se le multaría con 5,000 rupias (60 euros) y se le daría 50 zapatazos”.
El anuncio, que alguien grabó en vídeo y pronto se hizo viral, mostraba una vez más que aunque la Constitución de 1950 redactada por un comité bajo la dirección de Ambedkar había prohibido la intocabilidad -por la que los dalits son considerados seres contaminantes a los que se les prohíbe el acceso a pozos o templos al tiempo que se les relega a los trabajos más degradantes como la recogida manual de heces-, la práctica continúa.
La reacción del jefe de Bhim Army y uno de sus fundadores en el 2015, Chandra Shekhar Azad, no tardó en llegar: denunció el vídeo en redes sociales y dijo que pronto iría al pueblo. Poco después, la Policía anunciaba en una declaración grabada que había arrestado a los implicados, informando directamente al activista en Twitter.
“Estos incidentes antes nunca salían a la luz, pero ahora, cuando la multitud de Bhim Army va hasta allí, se convierte en noticia, crea presión, se cuestiona al Gobierno, los medios de comunicación hacen preguntas. (Y es debido a esa presión que) se hace justicia a las víctimas”, explicó Azad, de 34 años.
El líder de Bhim Army nos recibe en la ciudad sagrada hindú de Haridwar, en el estado norteño de Uttarakhand a orillas del río Ganges, donde está impartiendo un curso de formación a miembros de su particular ejército, que según sus propios cálculos cuenta ya con “decenas de millones” de afiliados en toda la India.
Azad está seguro de que, gracias al claro impacto de la labor de su organización contra las injusticias, llegará un momento en el que “en todo hogar” de una familia dalit o de otro grupo desfavorecido de la India “habrá un miembro de Bhim Army”.
La entrevista a este icono ya de la lucha a favor de los dalits en la India se prolongó durante horas, porque cada respuesta de este abogado convertido en activista se convertía en un discurso sobre los problemas de los intocables y el sistema de castas en la India, y sus proyectos de futuro para cambiar esta opresión milenaria.
“En un país donde la Constitución otorga los mismos derechos a todos, ¿cómo puede ser considerado alguien superior o inferior? Mientras continúe el casteísmo, no habrá hermandad y seguiremos luchando entre nosotros en lugar de luchar para sacar el país adelante. Mi concepto es muy claro: quiero que desaparezca el sistema de castas”, remarcó Azad.
Este sistema hindú divide por nacimiento a la sociedad en cuatro grandes grupos, por orden de pureza: brahmanes (sacerdotes), shatriyas (guerreros), vaisyas (comerciantes) y sudras (sirvientes), que a su vez se subdividen en cientos de subcastas.
En lo más bajo están los descastados intocables, que según el último censo del 2011 son unos 166 millones en la India, el 16.2% de la población. Y, como recuerda el activista con casos recientes, estos dalits siguen siendo asesinados por tocar la comida de un miembro de casta superior, o golpeados por comer frente a él.
La educación, clave
Por encima de todos los grandes personajes contra el sistema de castas, como el propio Ambedkar, o Jotiba Phule, Periyar, Kanshi Ram, o el santo Ravidas -que imaginó un reino de la igualdad llamado Begumpura donde “nadie es tercero o segundo, todos son uno” y al que Azad venera en un pequeño templo en Haridwar-, el activista considera que la persona que más influyó en su vida fue su padre.
El padre, un maestro que nombró a su hijo como uno de los grandes revolucionarios de la independencia india, murió de cáncer en enero del 2013, no sin antes narrar a Azad “un montón de historias sobre la discriminación que sufrió durante su vida”.
“De él aprendí el significado del esfuerzo. Cómo hay que renunciar a los placeres, a los lujos, incluso a pasar hambre para educar a los hijos”, explica Azad, una educación que también en su caso le “cambió la vida”, le hizo ampliar su campo de visión.
Es por eso que para “Bhim Army la labor principal es abrir escuelas en áreas rurales para educar a los hijos de los pobres” e impulsar así el movimiento por el “autorrespeto”.
“Durante mucho tiempo a nuestra gente se le dijo que eran de ‘casta baja’, que no se les puede tocar, que son inferiores. Se les mantuvo alejados de los templos, de los lugares públicos, se les arrebataron sus derechos y habilidades. Por eso desarrollaron un complejo de culpa, de inferioridad”, afirma el activista.
Y concluye: “Todo ciudadano de este país quiere vivir con respeto y amor propio y que no se cometan injusticias contra él. Así que nuestro trabajo es ‘iluminar’ a la gente. Una vez que se iluminen, ellas mismas lucharán por sus derechos”.