La lucha de Argentina para evitar que su problemática moneda se siga devaluando estaría dejando en quiebra al banco central, según algunas estimaciones.
La nación sudamericana ya ha gastado todas sus reservas internacionales líquidas, más otros US$ 1,000 millones estimados, según la consultora bonaerense 1816 Economía & Estrategia, lo que eleva los riesgos en un momento en que la nación se enfrenta a una sequía histórica y a una inminente recesión.
Sin efectivo disponible fácil de gastar, surgen preguntas sobre cuánto tiempo más el Gobierno podrá continuar defendiendo el peso de un colapso total. Lo que está en riesgo es que una devaluación de la moneda fomente una inflación del 104% y exacerbe los altos niveles de malestar social antes de las elecciones presidenciales de octubre.
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“Menos reservas genera más presión sobre el tipo de cambio, lo que a su vez genera más presión sobre la inflación”, dijo Fernando Losada, director gerente de Oppenheimer & Co. “No veo ningún escenario posible en el que la inflación descienda por debajo de los tres dígitos este año”.
Argentina ha enfrentado dificultades durante décadas para acumular y mantener sus reservas internacionales en niveles saludables, y ha utilizado grandes cantidades de efectivo para combatir el aumento de los precios y hacer malabarismos con las obligaciones de bonos extranjeros.
Técnicamente, ahora la nación tiene menos de US$ 34,000 millones en reservas extranjeras totales, pero la mayoría está bloqueada en activos menos líquidos, como oro, líneas de crédito de swaps con China y el Banco de Pagos Internacionales, y los dólares que los argentinos tienen en sus cuentas de ahorro.
Ese es un problema para un país que necesita efectivo listo para gastar. Los pasivos de Argentina en moneda extranjera ya superan las reservas totales en alrededor de US$ 1,000 millones, lo que representa la peor proporción desde que la nación fue sacudida por la crisis económica a principios de la década de 2000, según el informe de la semana pasada de la firma 1816.
Argentina ha estado recurriendo a sus reservas de dólares mientras intenta detener una caída en el tipo de cambio del mercado paralelo del peso, que ha reemplazado al tipo de cambio oficial del Gobierno en medio de controles de capital draconianos. Tan solo la semana pasada, el banco central vendió alrededor de US$ 470 millones para respaldar la moneda en los mercados paralelos, dijo Fernando Marull, economista de la consultora FMyA, con sede en Buenos Aires.
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Ha sido difícil medir el éxito de la intervención del Gobierno. El mes pasado, el peso no oficial perdió alrededor de un 13% frente al dólar estadounidense y ha bajado un 33% en lo que va del año, la mayor caída registrada en los mercados emergentes.
El presidente, Alberto Fernández, ha intentado fortalecer las reservas al forzar la entrada de los dólares obtenidos de las exportaciones a las cuentas del banco central y al aceptar inyecciones de efectivo del Fondo Monetario Internacional.
Pero esas medidas están fracasando. Y Fernández, que ya retiró su candidatura a la reelección, no tiene garantías de que las conversaciones para reelaborar un programa de US$ 44,000 millones con el FMI resultará en desembolsos acelerados de préstamos para ayudar a aliviar la situación.
Un portavoz del banco central de Argentina dijo que el cálculo de reservas netas del mercado no refleja adecuadamente su balance porque no tiene en cuenta otras fuentes de financiamiento, como una línea de swaps de divisas con China.
Mientras tanto, las autoridades han optado por otras medidas de emergencia, incluido el uso del swap de China para financiar US$ 1,800 millones de importaciones del país. También está trabajando con Brasil para impulsar el comercio bilateral con líneas de crédito en reales, lo que le permite pasar por alto el dólar.
Para los argentinos, la incertidumbre es palpable.
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Marcados por la decisión del banco central de congelar el acceso a los ahorros en dólares durante la crisis económica de 2001, muchos argentinos ya están sacando efectivo de sus ahorros. Retiraron más de US$ 1,000 millones en depósitos del sistema bancario desde finales de marzo hasta finales de abril.
Además, hay pocas señales de que las reservas puedan reconstruirse en el corto plazo. La peor sequía del siglo prácticamente ha eliminado cualquier posibilidad de una afluencia de efectivo de las exportaciones agrícolas antes de las elecciones.
“El riesgo de tener reservas líquidas en territorio negativo es que el banco central no tenga los dólares necesarios para hacer frente a una salida aún mayor de depósitos en divisas”, dijo Juan Sola, economista de BancTrust & Co. en Buenos Aires.
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