Buenos Aires tiene una oferta única para posibles trabajadores remotos: traiga su moneda extranjera y obtenga más de lo que su dinero compraría en otro lugar, mucho más.
Una campaña de la ciudad para atraer a personas a las que se les paga en dólares, libras y otras monedas por estadías prolongadas anuncia que Argentina tiene “el tipo de cambio más competitivo de la región” y que “¡somos una ciudad muy asequible!”.
Es parte de un mensaje de marketing que incluye una posible visa de 12 meses para trabajadores remotos, junto con los beneficios de Buenos Aires: clima cálido, bulevares bucólicos, buena comida y relativa seguridad en comparación con otras ciudades de América Latina.
Según los tipos de cambio no oficiales de hoy, US$ 1 le dará más de 200 pesos, frente a los 20 pesos de hace solo tres años, como resultado de una recesión, una inflación del 50% y una telaraña de esfuerzos fallidos por estabilizar la moneda argentina. Eso significa que un bife de chorizo en Don Julio, clasificado como el decimotercer mejor restaurante del mundo, solo cuesta 3,950 pesos, o alrededor de US$ 18 al tipo de cambio no oficial. Un latte en un elegante café cuesta alrededor de 220 pesos, o US$ 1.
Puede que sea más barato atraer a trabajadores remotos de forma individual que a empresas enteras, y sus estadías son más largas que las de los turistas. Buenos Aires es una de las muchas ciudades a nivel mundial que está tratando de alentar a estos llamados nómadas digitales a mudarse, al menos temporalmente, y gastar.
En Estados Unidos, lugares como Tulsa, en Oklahoma, y Topeka, en Kansas, han utilizado una combinación de incentivos en efectivo y la promesa de un costo de vida más bajo para atraer a más recién llegados permanentes; pequeños pueblos de Italia han respondido a una migración orgánica de jóvenes cansados de la pandemia modernizando la infraestructura y financiando proyectos de innovación tecnológica para mantenerlos allí.
Nómadas digitales
Para trabajadores remotos como Matthew Bowles, quien habló la semana pasada en la conferencia del Gobierno de la ciudad sobre nómadas digitales, la difícil situación del peso ofrece claras ventajas. Oficialmente, US$ 1 son unos 100 pesos. Pero Bowles fue a una sucursal de Western Union al llegar a Buenos Aires para la conferencia y recibió 212 pesos por dólar a uno de los tipos de cambio no oficiales, que los visitantes a menudo denominan “dólar blue”.
“El costo de vida para un estadounidense, por ejemplo, que gana dólares y recibe el dólar blue, es increíblemente ventajoso”, dijo Bowles, socio de la corredora de bienes raíces Maverick Investor Group, en el marco de la conferencia. Con más poder adquisitivo, “compraremos la botella más cara de Malbec porque cuesta la mitad, ¿no?”.
Incluso a nivel nacional, el Gobierno está animando a los visitantes a aprovechar la devaluación del peso. El banco central está permitiendo a los viajeros extranjeros crear cuentas bancarias temporales y vender dólares por pesos al tipo de cambio paralelo más lucrativo.
En Buenos Aires, funcionarios de la ciudad se están coordinando con autoridades nacionales para implementar una visa de 12 meses para trabajadores remotos con ingresos extranjeros que quieran vivir en Argentina más allá de los 90 días que permite una visa de turista estándar. Esperan que la visa, que sería la primera de su tipo en América Latina, esté lista para el próximo año, y el objetivo del Gobierno es atraer a 22,000 nómadas para 2023.
Los trabajadores con esta visa no tendrían que pagar impuestos locales sobre la renta ni estar en la nómina de una empresa. De hecho, la ciudad espera que muchos de los solicitantes sean jóvenes autónomos, según Francisco Resnicoff, subsecretario de Relaciones Internacionales e Institucionales del Gobierno de la ciudad. Buenos Aires necesita trabajadores remotos para ayudar a reiniciar la industria del turismo de la ciudad, que representa el 10% de su producto interno bruto, dice Resnicoff. Los turistas extranjeros gastaron US$ 1,800 millones en la ciudad en el 2019.
“Estamos en un juego distinto al que jugábamos antes y la competencia por destinos urbanos para atraer turistas va a ser muy fuerte”, señaló Resnicoff. “La ciudad que mejor entienda qué nuevos hábitos, nuevas demandas, nuevos intereses tienen los nuevos visitantes, va ser a la que mejor que le vaya”.