América Latina desaprueba en materia de inclusión financiera, entendida esta como una variable que valora el uso de instrumentos financieros, su accesibilidad y la calidad de los mismos.
Así lo revela un informe impulsado por el grupo financiero de origen peruano Credicorp y desarrollado por la empresa de estudios de mercado Ipsos en Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y México, en donde de media se alcanzan apenas 38.3 puntos sobre 100 en la valoración de su inclusión financiera.
Este denominado Índice de Inclusión Financiera adjudicó un puntaje a las dimensiones críticas de acceso, uso y calidad percibida de los instrumentos financieros en esos países y constató que las dos primeras caen respectivamente a los bajos niveles de 33.3 y 24.6 puntos, respectivamente.
Esas cifras contrastan con la calidad percibida entre los ciudadanos de la región hacia los productos y servicios financieros, de seguros y banca, que supera el aprobado con 57,1 puntos.
Calidad percibida
“Estamos en un nivel desaprobado en inclusión financiera, pero este análisis considera tres cosas importantes: acceso, uso y algo esencial, que es la calidad percibida. Esto último es clave para mejorar la inclusión”, indicó Patricia Rojas, directora de Asuntos Públicos de Ipsos al analizar el estudio.
Para Rojas, la alta percepción de “calidad” permite pensar que la inclusión financiera tendrá un camino positivo toda vez que se superen las “barreras intrínsecas” al acceso que existen en América Latina, que son tanto físicas como culturales.
El informe constata que existen grupos claramente alejados de la inclusión financiera, como son las mujeres, las personas mayores de 60 años, los ciudadanos de ámbitos rurales y los de sectores educativos bajos y con menores niveles educativos.
Así, por ejemplo, las mujeres alcanzan un puntaje de inclusión financiera de 35.9 frente al 41 de los hombres; los jóvenes de 18 a 25 años obtienen un 42.9 frente al 29.6 de los mayores de 60 y los habitantes urbanos un 40.1 frente al 31.7 de la población rural.
La disparidad es mayor en el nivel educativo, pues aquellos con educación universitaria alcanzan un puntaje de 55.1 mientras que el sector sin estudios llega tan solo a 18.2.
“Si se quieren focalizar esfuerzos, tenemos grupos claramente identificados. Un índice de inclusión financiera permite ver problemas, monitorearlos y actuar. Con mayor inclusión, la gente toma mejores decisiones financieras (...) Y las entidades financieras pueden hacer productos más acordes, con beneficios más tangibles”, razonó Rojas.
Escasa penetración
El estudio recoge el escaso uso de ahorros o seguros entre la población en una región donde tan solo el 28% de sus habitantes cuenta con algún producto de este tipo.
El 47% de los encuestados en este informe no cuenta con ningún producto financiero para el ahorro, y un 40% no dispone de ningún tipo de seguro, incluidos los seguros de salud.
Un 49% de los encuestados sí cuenta con seguro de salud, de carácter público.
Otra cifra elocuente es que el 69 % de los ciudadanos de la región no utiliza ningún medio bancarizado para sus transferencias económicas.
Precisamente, Enrique Pasquel, gerente de la División de Asuntos Corporativos de Credicorp, indicó a Efe que el estudio se realizó para conocer la situación no solo desde el punto de vista de la oferta, sino también de la demanda, un tema “clave que hay que entender para saber cómo ampliar esta inclusión”.
“Vemos en el estudio que la gente que está dentro del sistema y lo usa de forma frecuente se siente contenta con los productos que existen. Eso nos habla de que en este campo la región vive en dos mundos: uno formal y otro más informal, menos ‘moderno’ donde vemos un montón de gente que no accede a los beneficios de la inclusión financiera”, razonó.
Beneficios y oportunidades
En este sentido, Pasquel apuntó que el informe subraya el hecho de que quienes no participan del sistema reportan que no lo hacen o porque su nivel de ingresos es bajo o por creer que no lo necesitan.
“Y la percepción de que ‘no se necesita’ tiene que ver con falta del conocimiento. Si la gente estuviese mejor educada sobre las virtudes de la inclusión financiera, más gente accedería a la misma”, indicó Pasquel.
El representante de Credicorp reconoció que tanto el Estado como las empresas privadas tienen “una tarea muy importante a realizar” en temas educativos, pues hay “un tema cultural por romper”.
Otra tarea será la de abaratar los costos, pues si el acceso pudiera ser más barato “más gente estaría dispuesta a usar el sistema financiero, incluso con ingresos bajos”.
“Una manera de reducir costos es la digitalización (...) Se rompe la cadena de infraestructuras físicas y humanas. Eso baja costos”, razonó.