El desastre económico de Argentina destrozó la moneda, disparó la inflación y llevó los niveles de pobreza a su nivel más alto en 15 años. Las empresas ya recortan puestos de trabajo mientras se avecina una recesión.
A los agentes de bolsa locales, en cambio, el caos los ayudó en estos años a construir un auge sin precedentes. Hoy todos ellos se apuran para contratar personal, abrir nuevas oficinas y lanzar aplicaciones para smartphones en medio de una febril demanda de argentinos que desean convertir sus pesos en dólares y eludir los controles cambiarios.
Algunas empresas locales de trading cuadruplicaron su plantilla desde 2019 y quintuplicaron sus ganancias. Antiguos y desaparecidos agentes, que estuvieron fuera del negocio durante décadas —pero que tienen licencia de operación—, están siendo comprados en US$ 300,000 o US$ 400,000 por nuevos participantes que buscan una forma rápida de empezar a operar.
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El contraste —entre un próspero rincón de la industria financiera y una economía en ruinas— muestra el modo en que los controles de capital de Argentina distorsionan la vida cotidiana. Mientras las agencias de valores están desbordadas, los bancos comerciales recortan personal por la escasez de inversiones, los agricultores abandonan los campos por la sequía y los operadores de bonos apuestan a que otro default del Gobierno será inevitable.
Mientras tanto, los agentes de bolsa acumulan millones, gracias a la insaciable demanda de dólares en Argentina, donde el peso sigue una trayectoria descendente constante. La voracidad por las divisas crece a medida que el político outsider Javier Milei, que propuso deshacerse por completo del peso, sube en las encuestas previo a la primera vuelta de las elecciones de octubre.
Dado que el país limita las compras de dólares, en un esfuerzo por evitar que el peso se debilite, los ahorristas recurren a los agentes del mercado para realizar sofisticadas operaciones, conocidas como “contado con liquidación” o “dólar mep”, para conseguir sus dólares. Y este, está claro, es un negocio lucrativo.
“Tenemos una moneda que no sirve, en términos de lo que una moneda tiene que ofrecer, así que cualquier excedente en pesos es preciso convertirlo en dólares, como primer reflejo. Luego hay que invertir eso”, dijo Claudio Porcel, director general de Grupo Balanz.
Su empresa cuadruplicó su plantilla en cuatro años para convertirse en el mayor agente de Argentina por número de empleados, y ahora tiene casi una sexta parte de todas las cuentas de inversión del país. Los activos bajo su administración aumentaron hasta los US$ 4,500 millones, a un ritmo de 20,000 clientes al mes que es tres veces más veloz que un año atrás.
Según Porcel, muchos grandes fondos “tiraron la toalla con Argentina” tras la crisis de 2018. “Esta fue una gran oportunidad para los brokers”, añadió.
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El “contado”
Para obtener dólares a través del contado con liquidación, los agentes de bolsa compran activos locales en nombre de sus clientes, a cambio de pesos, y luego los venden en el extranjero a cambio de divisas fuertes. La operación se hace a un tipo de cambio implícito de 796 pesos por dólar, que es mucho más débil que el oficial, de 350 por dólar. Pero esta es la única opción que tienen los argentinos para eludir las normas que los limitan a comprar un máximo de US$ 200 al mes.
El volumen de transacciones vinculadas a la compra venta de acciones y bonos se duplicó este año, hasta alcanzar los US$100 millones diarios, según una persona familiarizada con el asunto que pidió no ser identificada por tratarse de datos confidenciales.
Los principales agentes del mercado local ven dispararse sus ganancias en 2023. Puente los duplicó, ganando US$ 6 millones en el semestre finalizado el 30 de junio. Balanz, Centaurus y Cocos Capital los quintuplicaron en el mismo periodo. Allaria, la mayor por volumen de operaciones, los duplicó con creces en los seis meses transcurridos hasta el 28 de febrero —los últimos datos disponibles—, con US$ 23.5 millones de ingresos netos. Las cifras no incluyen las ganancias que obtuvieron estos agentes de bolsa en las unidades que tienen en el extranjero.
Los agentes encontraron en estos años una forma de hacer especialmente rentable el contado con liquidación: usan títulos que ya poseen en su cartera, en ambos extremos de la operación. Alrededor del 85% de los ingresos de Allaria procedieron este año de las ganancias obtenidas con los títulos que tenía en su poder, al usarlos para hacer operaciones de contado con liquidación o mantenerlos dentro su cartera propia; mientras que el resto provino de las comisiones que cobró en las operaciones que realizaron sus clientes, según muestra su último estado contable.
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Facilitar la compra de dólares se ha convertido en una forma tan fácil de ganar dinero que los cascarones de antiguas casas de bolsa, muchas de las cuales llevan años sin operar, se venden por hasta US$ 400,000, dado que vienen con valiosas licencias de explotación. Es el doble de lo que costaban hace unos años, según personas que monitorean el mercado.
Ariel Sbdar, cofundador y director ejecutivo de Cocos Capital, siguió ese camino cuando puso en marcha su agente en febrero de 2021. Compró los activos de una empresa que prácticamente no tenía negocio, y hoy ya tiene 185,000 cuentas de clientes y 65 empleados.
Los argentinos también recurren cada vez más a otro rincón de los mercados de capitales para protegerse del debilitamiento del peso. La negociación diaria de acciones en el mercado local se ha disparado un 33% este año, según datos del Instituto Argentino del Mercado de Capitales. Las agencias de valores también se benefician del aumento de inversores minoristas que usan la renta variable y los bonos ligados a la inflación y al dólar como cobertura.
Si Milei gana las elecciones presidenciales y es capaz de poner en marcha su novedosa propuesta de dolarizar la economía —en un esfuerzo por combatir la inflación—, la muerte del peso podría poner fin a esta época lucrativa de los agentes del mercado.
Sbdar, director ejecutivo de Cocos, no se preocupa demasiado frente a esa posibilidad. Espera que la dolarización sacuda la economía, impulsando la inversión y el volumen de negocios, y que esto compense la pérdida que sentirán al no hacer más operaciones cambiarias. “Solo habrá problemas para quienes no estén preparados”, afirma.
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