
Fue en noviembre de 1957 que un macabro hallazgo en una granja paralizó Wisconsin, en Estados Unidos. Se trataba del cuerpo decapitado y eviscerado de una mujer, pero eso no era todo, pues había cosas peores: narices, vulvas, vísceras humanas, entre otros; además de collares, cinturones, lámparas, utensilios y más elaborados con piel y restos de personas. El responsable: Ed Gein, un criminal cuya vida fue llevada a la pantalla bajo el título “Monster: The Ed Gein Story”, serie que se estrenó este 3 de octubre de 2025 por Netflix. A continuación, la perturbadora historia real de este asesino en serie que inspiró las películas “Psicosis”, “La masacre de Texas” y “El silencio de los inocentes”.

UN HALLAZGO ESPELUZNANTE
Ed Gein era un cliente habitual de la ferretería de Bernice Worden, lugar al que fue a comprar un galón de líquido anticongelante, el 15 de noviembre de 1957. Aparentemente, todo había transcurrido con normalidad, pero cuando el establecimiento no abrió al día siguiente, sus vecinos se preocuparon. Tras tomar conocimiento de lo que ocurría, el hijo de la mujer se comunicó con la policía, que se percató en las facturas de que Gein fue la última persona en realizar una compra en el local. Fue así como determinaron ir a su granja.
Ni bien ingresaron se encontraron con una escena espeluznante: el cuerpo desnudo de Worden colgado de los tobillos, decapitado, abierto por el torso y eviscerado. Su cabeza estaba en una bolsa y su corazón en una estufa. Pero eso no era todo, pues al no haber luz, los agentes tuvieron que usar sus linternas sin imaginar que hallarían cosas peores: bandejas elaboradas con cráneos, cubiertos acondicionados con huesos, una lámpara con piel humana, una correa con pezones de mujeres, el cordón de una de sus ventanas hecho con labios humanos e incluso acondicionó el torso despellejado de una de sus víctimas para un corsé; sin embargo, faltaba más.

De acuerdo con el inventario que se hizo toda la noche y culminó el 17 de noviembre, también se encontró una caja con cuatro narices, nueve vulvas pintadas de color plateado, nueve máscaras elaboradas con piel de rostros de mujer, cuatro cráneos para su cama, forros de almohadas de piel, brazaletes, vísceras humanas y más.
Al indagar por todos lados, hallaron en una bolsa el rostro de Mary Morgan y en una caja su cabeza. Esta mujer había desaparecido el 8 de diciembre de 1954. Ella trabajaba en un bar y se caracterizaba por tener un carácter fuerte, pues lidiaba con los hombres del pueblo, algo que para Gein representaba una imagen grotesca y no le gustaba, tal como se lo había inculcado su madre. Ed acabó con su vida ese mismo día, luego de ir al local antes que cierre para tomar un café, pero terminó disparándole. Un cliente que llegó después se percató de una mancha de sangre que había sido arrastrado hasta un auto, ya que esta terminaba en los neumáticos que aún se veían sobre la nieve. Aunque el caso se investigó, se detuvo poco tiempo después.
Aunque todo estaba con cúmulos de objetos, pues parecía un basural, encontraron un espacio totalmente distinto tras forzar la puerta. Se trataba de la habitación de su madre Augusta Gein, quien había fallecido en diciembre de 1945. Pese a que murió doce años antes de su detención, el espacio lucía impecable; es más, en el velador junto a su cama había una Biblia.

¿POR QUÉ EL CUARTO DE SU MADRE ESTABA IMPECABLE EN MEDIO DE LOS RESTOS HUMANOS?
Ed Gein creció bajo el estricto cuidado de su madre Augusta, una fanática religiosa que le inculcó alejarse de todas las personas que conociera porque eran impuras. Según ella, no debía acercarse a almas pecadoras porque su pureza moral podía ser manchada. Por tal motivo, no tenía amigos en la escuela, y cuando conversaba con algún niño, su progenitora no dudaba en castigarlo duramente. Debido a que él creció con esa imagen, forjó un vínculo enfermizo que lo llevó a aislarse completamente y tener relación de “de amor-odio con ella, pues la escuchaba, la adoraba y le hacía caso en todo”, según el psiquiatra George Amdt, publica Clarín.
Poco después del fallecimiento de su hermano en un incendio en 1944, su madre sufrió apoplejía y quedó paralizada, por lo que él se encargó de cuidarla, pero cuando la mujer tuvo otro ataque en 1945, su cuerpo no resistió. Su muerte lo dejó trastornado, pues la única persona con la que hablaba y se interrelacionaba se había ido. Esto lo llevó a aislarse.
Vale precisar que él – al igual que su hermano Henry – tuvo una infancia infeliz con un padre alcohólico y una madre dominante. Su crianza se basó en la religión, pero de una manera distorsionada, pues tenían que leer la Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento, para interpretarla de manera cruda. Los sermones se basaban en el pecado y el castigo divino. Con tal de aislar a su familia, Augusta vendió su pequeña tienda familiar de comestibles en La Crosse para mudarse a una granja en Plainfield, donde ejerció control absoluto sobre todos.
