Con la llegada del verano o el invierno, los ciudadanos de varios países como Estados Unidos tienen que adelantar o retrasar sus relojes, dependiendo de la estación que va a comenzar. Si bien, uno de los principales objetivos es ahorrar energía, ¿realmente se cumple con esto al cambiar el horario? En esta nota, la respuesta.
El “Daylight Saving Time” (DST, por sus siglas en inglés), también conocido como “Horario de verano” o “Tiempo de Ahorro de Luz Solar”, se aplica cada año en los EE.UU. Se da a la llegada del verano, época en la que los relojes se adelantan una hora; y cuando inicia el invierno, se retrocede una hora.
EL CAMBIO DE HORA EN ESTADOS UNIDOS, ¿REALMENTE AHORRA ENERGÍA?
Según varios estudios que se realizaron en Estados Unidos y Europa, el cambio de horario - por ejemplo en verano - tiene muy poco efecto en el ahorro de energía, pese a que se aprovecha más la luz solar. Ahora en invierno, época en la que se atrasan los relojes, tampoco hay mucha diferencia.
Los investigadores de la Universidad Carolina de Praga, quienes utilizaron datos horarios de 2010 a 2017, revelaron que el cambio de hora en el verano en Eslovaquia supuso un ahorro energético estimado de tan solo el 0,8% del consumo anual de electricidad, publicó Euro News.
Sobre estos datos poco alentadores ya se comentaba hace varios años. Así pues, un estudio del Departamento de Transporte realizado en 1975 mostró que el horario de verano reducía alrededor del 1% del consumo de energía del país.
Este mínimo ahorro se debería a que muchos ciudadanos en Estados Unidos se levantan antes de las 7:00 a.m., por lo que la energía que ahorraron en la noche se compensa en la mañana. De ahí que muchos se mostraron en contra de adelantar o retrasar los relojes.
EL MOTIVO POR EL QUE NO ES EFECTIVO EL AHORRO DE ENERGÍA CON EL CAMBIO DE HORARIO
Entre las principales razones por las que el cambio de horario no ayuda a ahorrar energía están: la tecnología moderna, los horarios de trabajo y escuela que actualmente son flexibles, publica TodoDisca.
A ello se debe sumar el impacto en la salud, pues los ritmos circadianos de las personas se ven alteradas con la llegada de las estaciones.