
Con la llegada del frío, los abrigos regresan, los jerséis se acumulan y el armario se transforma en un pequeño campo de batalla donde las prendas se aprietan, se arrugan y parece que el espacio se encoge. Pero el problema no siempre es de tamaño, sino de mentalidad.
En Japón, donde el espacio es limitado, la organización del hogar se concibe como un ejercicio de equilibrio: dejar a la vista solo lo esencial y guardar lo demás hasta que vuelva a ser necesario. De esa lógica nace el enfoque que muchos llaman truco japonés: una forma de ordenar basada en la rotación, el desapego y la calma visual.
Esta filosofía, popularizada por la japonesa experta en orden Marie Kondo, parte de una idea sencilla: conservar solo lo que se usa y aporta valor. Aplicada al vestidor, invita a crear una especie de armario cápsula estacional -una selección de prendas básicas y combinables que se renueva con el cambio de estación-. El resultado no es solo un armario más ordenado, sino también más funcional y respirable.
Cambiar de estación sin perder espacio
La idea es simple: no todo tiene que estar colgado a la vez. En otoño, basta con mantener a mano las prendas que se usan con más frecuencia -abrigos finos, chaquetas y parkas ligeras- y dejar aún guardadas las más gruesas, que no se necesitarán hasta diciembre o enero.
Este sistema por rotación permite que el armario “respire” y que cada prenda tenga su momento. Al liberar espacio visual, también se gana claridad: es más fácil decidir qué ponerse y evitar duplicidades.
La clave está en revisar el armario con cada cambio de estación, guardar lo que no se ha usado y reorganizar lo que sí. No se trata de tener menos ropa, sino de ver mejor lo que ya se tiene y aprovechar el espacio disponible sin saturarlo.
Cómo ganar hueco para los abrigos
Una vez seleccionadas las prendas que se quedan, el siguiente paso es optimizar el espacio disponible. Y aquí entran en juego algunos trucos sencillos que sí marcan la diferencia:
Perchas finas o de terciopelo: ocupan menos y evitan que los abrigos se resbalen.
Perchas en cascada: basta con enganchar una percha de otra (con un gancho o una anilla de lata) para colgar varias prendas sin llenar toda la barra.
Ordenar por grosor y frecuencia de uso: los abrigos más ligeros al frente, los voluminosos al fondo.
Aprovechar la parte alta del armario: usa cajas o fundas de tela para guardar las prendas que no usarás hasta pleno invierno.
Estos pequeños ajustes permiten ganar hasta un 30 % más de espacio útil y mantener las prendas ventiladas y a la vista. Al final, no se trata de tener un armario más grande, sino de aprender a convivir con el espacio que tenemos: dejar respirar la ropa, ordenar con intención y hacer sitio también para la calma.