Como todos los años, diversos países celebran el 1 de mayo el Día del Trabajo, que no es otra cosa que la conmemoración del movimiento obrero mundial para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras. Si bien, debido a esta fecha se da feriado, y dependiendo de qué día caiga se puede dar un puente, más allá de una simple celebración que es usada para descansar o reunirse con amigos, colegas o familia, detrás de él hay una poderosa historia. En los siguientes párrafos, te contamos por qué se rememora esta fecha.
Cabe señalar que en Estados Unidos, Canadá y otras naciones no se conmemora este día; y en su lugar se celebra el Labor Day el primer lunes de septiembre.
¿POR QUÉ EL 1 DE MAYO SE CELEBRA EL DÍA DEL TRABAJO?
El Día del Trabajo se celebra cada 1 de mayo para recordar la lucha de los jornaleros de Chicago, quienes lograron reducir las horas de trabajo de 12 y hasta 18 horas a 8 horas diarias.
Para ello debemos recurrir a la historia, cuando se formaron varios movimientos con el objetivo de solicitar: “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso”, demanda que llevaron en 1829 a la legislatura de Nueva York. Cabe mencionar que antes de este pedido, existía una ley que prohibía a los trabajadores estar más de 18 horas en sus centros laborales, salvo casos de necesidad, por lo que cualquier empleador de una compañía de ferrocarril que obligaba a su gente a trabajar ese tiempo debía de pagar una multa de 25 dólares. Obviamente, esto era insuficiente, sumado a las malas condiciones laborales.
Fue así como se agruparon los obreros, cuya mayoría estaba afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, que decidió en su cuarto congreso, realizado el 17 de octubre de 1884, que a partir del 1 de mayo de 1886, no iban a trabajar más de ocho horas diarias, por lo que se fueron a una huelga; y así fue, 200.000 trabajadores iniciaron su medida y otra misma cantidad amenazaba con hacerlo si no hacían caso a su pedido.
En tanto, en Chicago, donde las condiciones laborales eran las peores, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo, pero se produjo en medio de enfrentamientos con la policía, donde hubo disparos a quemarropa por parte de la policía. El saldo: 6 muertos y decenas de heridos. Ante ello, el periodista alemán Adolph Fischer redactó una proclama convocando a una protesta para el día siguiente, 4 de mayo, en la plaza Haymarket. Este escrito que se imprimió en 25.000 octavillas provocó que fuera llevado a juicio, que lo condenó a la horca.
Aquella concentración se dio a las 7:30 p.m., hora en la que más de 20.000 trabajadores protestaban hasta que un artefacto explosivo estalló entre los policías, provocando la muerte de un agente y varios heridos. Esto hizo que los uniformados abrieran fuego contra los manifestantes. Al final, 38 personas murieron y más de 200 resultaron heridas. Esta situación, llevó a Chicago ser declarado estado de sitio e iniciarse un toque de queda, que llevó cientos a ser detenidos y torturados, al ser acusados de asesinar a un efectivo policial.
El 21 de junio de 1886, se inició un juicio contra 31 responsables, que luego quedaron en ocho. A raíz de las irregularidades, este fue calificado como un “juicio farsa”. Al final, tres de ellos fueron sentenciados a prisión y cinco a la horca. Las condenas fueron ejecutadas el 11 de noviembre de 1887. Ellos son conocidos como los Mártires de Chicago.
Fue a finales de mayo de 1886 que varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a los obreros. Ante esta medida, la Federación de Gremios y Uniones Organizadas expresó su alegría: “Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical”, publica Wikipedia.
La fijación legal de la jornada normal de ocho horas, que ya había sido proclamada en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra, y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de París fue un gran logro. Pero faltaba más.
Después de lo acontecido en Estados Unidos, la Segunda Internacional buscó convertir el 1 de mayo en un día festivo, recordando la reducción a ocho horas de la jornada laboral. En 1904, la II Internacional reunida en Ámsterdam pidió a “todos los partidos, sindicatos y organizaciones socialdemócratas luchar energéticamente en el Primero de Mayo para lograr el establecimiento legal de la jornada de 8 horas y que se cumplieran las demandas del proletariado para conseguir la paz universal”. A la par, el congreso hizo que ese día sea declarado no laborable, sin perjuicios para los trabajadores. De esta manera, esta fecha se instauró en varias naciones hasta la actualidad.