El artista Alaa Rubil utiliza los muros rasgados por el impacto de proyectiles de la ciudad de Adén para plasmar el horror, la muerte y la devastación dejada por la guerra en Yemen.
Rubil, de 30 años, pinta las calles desde que era adolescente, pero cuando comenzaron los combates entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes hutíes en su ciudad natal, la realidad cambió su forma de hacer arte.
Durante meses en 2015, Adén fue sacudido por el fuego de la artillería y los bombardeos lanzados por los hutíes golpearon zonas muy densamente pobladas, lo que dejó decenas de civiles muertos, según los reportes de Human Rights Watch.
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“Yo vi que el gobierno no tenía en cuenta a las personas que estaban siendo desplazadas”, contó a AFP.
“Yo quería difundir mi mensaje al mundo dibujando personas que perdieron sus casas y sus familias”, afirmó. “Al usar los muros, podía llegar a todo el mundo”.
El trabajo de este artista quedó como una exposición semipermanente en las calles salpicadas de escombros en Adén, como un testimonio de lo que vivieron sus habitantes.
Sentimos el dolor
En la pared de una tienda de una zona que muy golpeada por la violencia, dibujó el rostro de un hombre sin fisionomía, con tres cartuchos de dinamita en lugar de facciones.
En la misma calle, al interior de un edificio de apartamentos que fue bombardeado, creó “El sufrimiento silencioso”, una pieza que muestra un esqueleto con un violín.
Otro fresco muestra a una niña con un vestido rojo sentada en el suelo, al lado de un cuervo negro posado sobre un misil. Detrás de ella están los fantasmas de su familia muertos en la guerra, representados en blanco y negro.
“Ella cree que la guerra es un juego, que van a volver”, afirmó. “Entonces, los espera todavía”.
Para Amr Abu Bakr Saeed, un residente del barrio de 42 de años, las pinturas son sombrías, pero son un tributo necesario para quienes murieron y son un testimonio de que hubo una guerra.
“Cuando pasamos por aquí, sentimos el dolor, sentimos a las personas que estuvieron aquí”, afirmó.
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A nadie le importa
En el conflicto en Yemen murieron cientos de miles de personas, la mayoría debido a la crisis humanitaria derivada de la violencia. Otras dos millones de personas tuvieron que huir de sus hogares.
Desde abril de 2022 rige una tregua de seis meses, que oficialmente no ha sido renovada, pero que ha reducido considerablemente la violencia, lo que alimenta las expectativas de una paz duradera.
En las calles en ruinas de Adén, Alaa Rubil quiere ser optimista.
“Me gusta la idea de que este lugar pudiera pasar de ser un centro de la destrucción a un lugar de paz”, dijo, señalando que espera que el arte ayude en la reconstrucción de la ciudad.
Pero, este artista admitió que muchos de los residentes de Adén todavía esperan ver progresos tangibles.
“Para mí, nada ha cambiado”, afirmó Yasmin Anwar Abdel Shakur, una viandante de 53 años.
“Estamos bajo la amenaza de que los edificios se nos caigan encima en cualquier momento”, comentó a AFP, ya que los daños provocados por la guerra todavía no han sido reparados.
“Aquí murió mucha gente, sus vidas se perdieron”, dijo. “Nadie lo sabe y a nadie le importa”, sentenció.
(Con información de AFP)
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