En la década de 1930, Christiane Desroches-Noblecourt decidió romper con los estigmas y estudiar arqueología, una carrera impensable para una mujer en aquella época. Su trabajo sobre la cultura egipcia se convertiría en historia tras salvar el tempo de Abu Simbel y otros 20 santuarios egipcios, ¿cómo lo hizo?
Cuando tenía 5 años en 1836, Christiane admiraba el obelisco de Luxor, el cual se erigía en el centro de la plaza de la Concordia en París.
Una imagen que quedaría tallada en su memoria para dedicarse a esta pasión que la acompañaría por el resto de su vida tras decidir estudiar arqueología, una carrera prácticamente imposible para una mujer durante esos años.
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¿Qué hizo Christiane Desroches-Noblecourt?
En 1952, el coronel Gamal Abdel Nasser de Egipto oficializó su golpe de Estado, dando fin al dominio británico sobre dicho país.
El destino de Abu Simbel y otros templos egipcios quedaron en manos del gobernador, cuyo gran sueño era construir la represa más grande del mundo para aumentar el suministro eléctrico de la ciudad.
Con esta proyecto, Nasser buscaba maximizar la producción agrícola para cumplir con las necesidades de una población que se encontraba en rápido crecimiento.
Estas idea del nuevo mandatario de Egipto ponía en peligro a todos los templos en las orillas del río Nilo, las cuales quedarían sumergidas en el agua tras el paso de la represa.
En aquel entonces, la investigadora parisina se encontraba trabajando como curadora del Departamento Egipcio del Museo de Louvre en París.
Al enterarse de las intenciones de Gamal, rápidamente se opuso, siendo la única dentro de los arqueólogos en hacerlo.
Convencida de que podía encontrar una solución para preservar la historia de los egipcios, acudió a las autoridades de dicho país y a la Unesco para conseguir financiación.
Su ímpetu y trabajo lograron reunir ingenieros, arqueólogos y trabajadores de múltiples disciplinas de todo el mundo para diseñar un método que posibilitara salvar al templo de Abu Simbel.
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¿Cómo salvaron Abu Simbel?
La estructura del templo de Abu Simbel se encontraba constituida por cuatro estatuas de más de 20 metros de altura, en un estado frágil debido a su antigüedad.
El equipo comandado por Christiane encontró opciones para salvar el templo, dentro de las cuales destacó la idea de cortarlo en bloques como la mejor decisión.
Con esa idea, la arqueóloga acudió a las canteras de los escultores de marmol de Italia. Los expertos en cortar rocas utilizaron unas cuchillas muy finas para asegurarse de cortar el templo de modo de que lo reconstruyeran de la manera más prolija posible.
“En el momento más álgido, eran 2,000 personas las que estaban trabajando en el sitio. Construyeron su propia ciudad de Abu Simbel, con piscinas y lugares de entretenimiento. Algunos trabajadores trajeron a sus familias y permanecieron allí por 2-3 años hasta que concluyeron con el proyecto”, dijo Lynne Olson, historiadora y autora de “La emperatriz del Nilo” a BBC Mundo.
Caracterizada por su entusiasmo al ser criada en una familia liberal y que le permitió trabajar en sus planes de vida, Christiane logró orquestar una campaña internacional para recaudar el dinero y salvar los templos egipcios.
“Fue extraordinario. Nada resultó dañado, y la obra se terminó en el verano del 68, mucho antes del plazo estipulado”, explica Olson.
El templo construido en la época de 1,250 a.C. por el faraón Ramses II en el acantilado del río Nilo se ubica en la actualidad a 200 metros al oeste de su sitio original.
El proyecto de Desroches-Noblecourt costó unos US$ 80 millones, y contó con la cooperación internacional en un momento en el que se vivían tensiones en todo el mundo.
“Esta la época de la Guerra Fría. (...) Eso hace que el logro sea todavía más increíble. Era como una Indiana Jones mujer. Era realmente adicta a la aventura y el peligro, y siguió buscando nuevos mundos por conquistar, nuevos proyectos”, concluyó Olson sobre la arqueóloga que falleció a los 97 años en junio del 2011 en París.
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