Momentos que debemos vivir

Redacción Gestión

redaccion@gestion.pe

Quiero compartir con ustedes una de las mejores experiencias en mi vida. Mi hija mayor está muy cerca de cumplir quince años y para los que no lo saben, hoy la "moda" es hacer un viaje mamá e hija en grupo con sus mejores amigas.

Mis restricciones de tiempo hacían complicado darme un espacio para esta actividad, los días que tengo de vacaciones son siempre para la familia completa, por lo que se me estaba haciendo un poco difícil organizarme para un evento así.

Yo tenía que hacer un viaje por trabajo a una ciudad que ella tenía mucha expectativa por conocer, así que decidí invitarla a este viaje las dos solas. ¡Una de las mejores decisiones de mi vida! Fueron días inolvidables donde ella era la protagonista y yo quien cumplía sus sueños, si quería comer, comíamos; si quería regresar dos o tres veces al mismo lugar para tomar fotos, lo hacíamos. Ella decidió todo, confieso que no abusó de su eventual poder y más bien se abrió un espacio mágico entre nosotras. Disfruté como nunca de largas conversaciones por las noches, de nuestras caminatas interminables, de nuestra noche de teatro, de las cosas que nos pasaban, de solo compartir la habitación de un hotel las dos solas.

Nunca había caído en cuenta, que cuando viajamos en familia o en grupo, todo se hace en consenso, a la hora de comer se decide lo que la mayoría quiere, así como la película que se va a ver o la canción que se va a escuchar, etc., etc.

Considerando además que veníamos de afrontar situaciones propias de la adolescencia, este viaje nos hizo mucho bien a ambas, yo tuve la oportunidad de explicar muchas decisiones y de escuchar los argumentos de ella, fuera de la efervescencia del momento y, por supuesto, de las hormonas. Concluí que valió la pena resistir estoicamente a los avatares de la adolescencia, porque cuando pasa queda la educación, los valores y el tiempo de calidad que les diste.

No tengo duda que hay un antes y un después en nuestras vidas luego de este viaje, en el cual aprendí, que además de calidad de tiempo, de ser posible tenemos que otorgar exclusividad a nuestros hijos, que nuestra concepción de calidad de tiempo debe ser evaluada siempre, porque sus ambiciones, inquietudes e intereses cambian muy rápido.

Los invito a que no se pierdan estos pequeños pero maravillosos momentos, que con voluntad y buena onda, pueden convertirse en realidad.

TAGS RELACIONADOS