
Es admirable el cuidado que muchas organizaciones ponen en el onboarding. El nuevo colaborador llega con entusiasmo, recibe la bienvenida, su fotocheck, los colores de la marca, la inducción, conoce al equipo… y poco a poco va sintiendo que pertenece a esa comunidad. En contraste, esas mismas empresas descuidan el proceso de salida (offboarding).
En esta edición de 20 en empleabilidad, Jimena Diaz, gerente de consultoría de LHH DBM Perú, comparte una reflexión sobre los procesos de offboarding donde realmente se pone a prueba la calidad humana de una organización.
“Porque dar la bienvenida es fácil. Despedir con respeto, empatía y cuidado, no tanto”, señaló.
Para Díaz, cada detalle importa: cómo se comunica la decisión, cuándo se realiza la conversación, qué acompañamiento emocional se ofrece, cómo se trata a quien se va y cómo se cuida el ánimo de quienes se quedan.
“Un proceso de salida bien llevado es, en realidad, una experiencia de aprendizaje y crecimiento para todos. Cuando el trabajador puede proyectarse con ilusión hacia lo que viene, surge un sentido aún más poderoso que el de pertenencia: el sentido de propósito”, precisó.
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