FOTOGALERÍA. De acuerdo con los resultados del Índice de Competitividad Regional (Incore), elaborado por el IPE, Cajamarca se ubica en la posición 21 (de 25 departamentos) en cuanto a desarrollo económico y social, situándose en los últimos lugares en los pilares de Salud y Laboral, y en el tercio inferior de los pilares de Educación y Entorno Económico.
Asimismo, según cifras del INEI, la población cajamarquina en situación de pobreza es de un 42.5%, mientras que el 51.1% es considerado pobre multidimensionalmente, es decir, que no cuenta con servicios básicos que garanticen una calidad de vida mínima.
Si hablamos de salud, podemos mencionar que el porcentaje de menores de cinco años con desnutrición crónica es de 24.4%, muy por encima del 12.1% del promedio nacional. Además, el número de médicos por cada 10,000 habitantes es de 6.2, que dista del promedio a nivel nacional, que es de 26.4.
En lo que respecta a educación, el porcentaje de analfabetismo en la población de 15 años a más fue de 11.4%, más del doble del promedio nacional (5.5%). Asimismo, solo el 21.3% de colegios privados y públicos cuenta con acceso a electricidad, agua y desagüe, cuando el promedio a nivel nacional es de 41.4%.
En los últimos años, la minería se ha mantenido como la principal actividad productiva del departamento, pero su tendencia es a la baja. Entre los años 2008 y 2020, esta actividad registró una caída promedio anual de 3%.
Así, tras el boom exportador de Cajamarca, registrado entre el 2011 y 2012, y liderado por los envíos de minerales, las exportaciones se han mantenido constantes en los últimos años. En el 2020, alcanzaron un total de US$ 1,580 millones, un 4.3% menos respecto del 2019.
Entre los principales destinos de las exportaciones del departamento figuran Suiza, Canadá y Estados Unidos, y los principales productos de exportación son el oro (62.3% del total), los minerales de cobre y sus concentrados (21.1%) y el café (15%).
Pese al desarrollo de esta actividad en el departamento, el desempeño de las micro y pequeñas empresas no es del todo auspicioso. Basta con mencionar que, en el 2020, el 92% de estas unidades de negocios fue informal o que sus ventas registraron una caída promedio anual de 2.4% entre los años 2008 y 2020. Asimismo, el Índice de Capacidad Formal de estas no supera el 0.25, muy por debajo de departamentos cuyas mypes evidencian mayores capacidades para formalizarse.
Además de los resultados expuestos, Cajamarca sufre un daño terrible que va más allá de la política antiminera establecida en el departamento muchos años atrás: su gestión pública.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Economía y Finanzas, el presupuesto público por habitante de Cajamarca ha crecido un 92% en la última década, al pasar de S/ 2,410 a S/ 4,618, mientras que el promedio nacional lo hizo en un 68%.
Sin embargo, en los últimos diez años, la ejecución de la inversión pública de los Gobiernos locales se ha estancado en alrededor del 60%. Peor aún, hasta julio del 2021, la ejecución de la inversión pública del Gobierno regional alcanzó apenas un 13.8% del total presupuestado y, en el caso de los Gobiernos locales, un 30%.
Es decir, cuantiosos recursos generados y transferidos a los Gobiernos subnacionales no son transformados en bienes y servicios públicos de calidad para la población, puesto que no se evidencia un desarrollo sustancial en el departamento.
De acuerdo con lo dicho, y con la evidencia al alcance de sus manos, la población cajamarquina debe tomar conciencia sobre el atraso en el que está sumida, sobre todo en temas de salud y educación, y romper de una vez por todas con el tipo de administraciones y funcionarios públicos que los gobiernan.
De cara a las próximas elecciones regionales, solo queda decidir mejor.