FOTOGALERÍA. Cada persona es un mundo. La vida en el trabajo, en los negocios y hasta en la familia está llena de relaciones complejas, en donde cada persona tiene una agenda propia, una historia propia y dimensiones particulares, según el portal Entrepreneur.
Como hemos visto anteriormente, los proyectos que salen adelante no son siempre los mejores; y aquellas personas que tienen razón no son las que ganan las discusiones, porque el elemento más importante en un proceso de comunicación no es el contenido o la técnica sino, sobre todo, la relación y la conexión.
Para ser completamente claros: tu éxito no depende solo de tus talentos o tus ideas; sobre todo, depende de que sepas forjar relaciones. El talento y las ideas son necesarias, pero las relaciones que formas en el camino les dan rumbo, dirección, potencia y dimensión.
Sin embargo, en el proceso de hacer realidad nuestros proyectos; ya sean nuestros propios negocios o proyectos en nuestra empresa, constantemente encontramos:
- Puertas cerradas.
- Personas en altos puestos o inalcanzables.
- Personas incómodas inaccesibles.
- Adversarios o personas que no quieren que nos vaya bien.
- Personas que nos gustaría abordar, pero no sabemos cómo.
¿Cómo podemos romper las barreras sociales y personales para construir puentes con personas que puedan formar parte de nuestro camino?
Una frase poderosa
La respuesta está en esta frase mágica que me llevó años descubrir, y que hoy con mucho gusto te comparto, esperando te sea de utilidad. Recuerda que con gran poder viene gran responsabilidad.
La frase abrepuertas es ésta: ¿Te puedo pedir un consejo?
“¿Te puedo pedir un consejo?” es una frase sencilla y corta; fácil de decir, recordar y repetir. Es una frase que se puede usar constantemente sin perder vigencia y, sobre todo, tiene tras de sí el poder de la ciencia para abrir las puertas que hasta entonces estaban cerradas.
Yo la he usado en distintos momentos en donde me parece estar en un callejón sin salida; en donde me hacen faltas respuestas o en las que siento que requiero formar una relación más cercana con un colega, un superior, un subalterno e, incluso, alguien que me percibe como su enemigo.
Tras usarla un par de años -con excelentes resultados-, comencé a recomendarla a otras personas, quienes me reportaron, también, sus propias historias de éxito. Ahora estoy seguro de que esta es una de las frases más útiles en mi vida profesional… y que también puede serlo en la tuya.
No se trata de magia, sino de comunicación y ciencia. ¿Cómo funciona?
1. El efecto Ben Franklin
El efecto Ben Franklin es un conocido efecto psicológico para cambiar la percepción que otros tienen sobre nosotros al permitirles que nos hagan un favor.
Sí, escuchaste bien: que ellos te hagan un favor a ti; no tú a ellos.
Resulta, a primera vista, contra intuitivo. Podemos pensar que, para agradar, hay que “hacer”, favores, pero resulta que cuando otros nos hacen favores a nosotros, está comprobado que la percepción que tienen de nosotros mejora, pues el considerarnos dignos de su tiempo y atención, les obliga a vernos bajo una luz más favorable, como personas valiosas y amables.
Han de ser favores que no resulten pesados, molestos o costosos. Por ejemplo, pedir un aventón a un compañero o dejar que nos invite un café… y agradecerle sencillamente, sin hacerlo sentir mal y sin buscar pagarle inmediatamente. Recibir un favor… ¡y agradecerlo! abre más puertas que aplausos y lisonjas.
2. Un elegante piropo
A la hora de pedir un consejo, se activa el efecto Ben Franklin; pero eso no es todo.
Por una parte, un consejo es un favor o un servicio que no cuesta nada: es gratis. Quizás te puedan negar -por cualquier razón- un aventón o un café, pero ¿quién puede negar un consejo? Hasta ahora, durante muchos años de usar esta frase, nunca he encontrado a alguien que se niegue dar un consejo que se pide con amabilidad y humildad.
¡Pero aún hay más! A la hora de pedir un consejo, estamos pidiendo un favor a la vez que hacemos un piropo. Estamos diciendo a la otra persona que es inteligente, que es brillante, que le respetamos y que su opinión es importante. Es un regalo a su propio ego -un regalo que nadie dejará de recibir-. A las personas, en general, nos gusta ser escuchadas y tomadas en cuenta.
Por eso esta frase es mágica. Parece un favor, pero también es un regalo.
3. Permite que el otro brille
Puede ser un consejo personal, sobre el trabajo, sobre un proyecto o sobre una decisión importante. La clave es plantear el consejo de forma sencilla y clara y, después, dejar que el otro hable, respetando siempre la regla de 80/20. A la hora de pedir un consejo, estamos colocando la conversación firmemente en la cancha de la otra persona, le dejamos hablar y manifestar su propia personalidad y su historia.
Cuando has pedido consejo, no des excusas ni explicaciones. Responde la pregunta que te hagan, pero regresa pronto la voz a la otra persona.
Una regla de vida: a todo el mundo le gusta hablar sobre sí mismo. Así que también te permitirá conocerle más e ir forjando -sin que se sienta forzado- una relación humana real, de amistad y de confianza. Sin que se dé cuenta… ahora forman parte del mismo equipo.
4. Efecto peripatético
Cuando le pedimos consejo a otra persona sobre algo que nos interesa y logramos que se interese en el mismo, es posible que por efecto de las neuronas espejo, que generan empatía y alineación neuronal entre dos personas, ambos logren encontrar solución a un problema real.
De esta manera, no solamente habrás fortalecido la relación, sino que tendrás una respuesta práctica o un avance tangible en tu proyecto. ¿Lo mejor de todo? La otra persona sentirá que la idea ha sido suya -¡déjale llevar todo el crédito!- y la defenderá e impulsará con pasión.
Esto no es un sistema manipulativo, sino un método de pensamiento llamado peripatético, en que, a través de preguntas, podemos ayudar a otras personas a alcanzar conclusiones que sientan como propias. Es ampliamente utilizado en la comunicación y en la negociación. Puede, también, ser tu gran aliado con la frase mágica.
5. Crea conversaciones reales
Perdemos demasiado tiempo en conversaciones inocuas y vacías, small talk para llenar el tiempo. ¡Pero cuánto hacen falta conversaciones reales! Es impresionante lo que puedes descubrir y alcanzar si aprendes a dominar el arte de la conversación.
Nadie pide consejos sobre cosas sin valor. Pedimos consejos sobre cosas que nos importan y nos preocupan, que pueden asomarse a nuestra intimidad o explorar grandes cuestiones. Las mejores amistades nacen -dice C.S. Lewis- cuando una persona le dice a otra “¿Cómo? ¿Tú también piensas así? ¡Pensaba ser el único!”.
Pedir consejo es una de las cinco vías de riqueza en el silencio y te ayudará a forjar relaciones de negocios, personales y de amistad que allanarán el camino para una vida mejor.
Así que ya lo sabes. Cuando encuentres una puerta cerrada, la mejor llave es pedir consejo.