Ad portas de realizarse el VIII Congreso Internacional de Compliance y Lucha Anticorrupción, en el que el Grupo El Comercio es un aliado, Gestión conversó con Iván Martínez López, vicepresidente internacional y cofundador de World Compliance Association (WCA). Su mirada sobre Perú nos muesta los retos aún por delante en temas de compliance, pero -al mismo tiempo- los avances hasta ahora.
Además, da una perspectiva más amplia de las normas ISO, que son un conjunto de estándares con reconocimiento internacional. ¿Cómo está el país en este tema? Aquí los detalles.
-A veces el término compliance puede parecer hasta etéreo. ¿Cómo podría aterrizarlo?
Antes compliance era solo sinónimo de prevención de la corrupción, lavado de activos y del terrorismo. Ese es el origen. Pero, ha ido sumando más temas. En el fondo es más de sentido común. Desde el lado privado, la mayoría de las crisis empresariales recientes tienen que ver con que ya no solo tienen que dar cuentas al mundo, a la sociedad, a sus clientes, a sus accionistas, por los resultados económicos. Venimos de una época donde lo importante era que todos los años se ganara más. Sin embargo, la realidad es que en los últimos años, en la última década, una empresa se ve obligada a dar explicaciones no solo por el dinero que gana, sino por cómo está ganando ese dinero.
A la empresa ya no le sirve ganar dinero a cualquier precio, a costa de formar parte de los esquemas de la corrupción, de generar un daño social al desarrollo económico y social del país,de causar daños ambientales irreparables, de traficar con los datos de sus clientes.
Las empresas hoy tienen que desarrollar estrategias para prevenir todo este tipo de posiciones que pueden generar daños, no solo enfocado en la parte reputacional, porque al final lo reputacional termina impactando en lo económico. El compliance tiene que ver con eso, proteger el valor de la organización.
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-Entiendo que el compliance ya prácticamente es un indicador clave, por ejemplo, para pedir financiamiento, créditos. ¿Cree que es así?
Todo está absolutamente relacionado. El problema es que ahora mismo las grandes crisis empresariales recientes tienen que ver con temas de reputación de las empresas. Por ende, la entidad financiera está preocupada a la hora de financiar, de prestar para un proyecto empresarial, no solo por las cuentas o el tipo de proyectos que presente a compañía, sino por qué estrategias muestra la empresa para proteger su reputación.
Puedo yo tener unos resultados económicos muy buenos, un proyecto “perfecto”, pero resulta que mañana como tengo aspectos en temas ambientales, corrupción, ESG, se suscita un escándalo, y mi empresa en una semana vale cero. Con lo cual, el banco pierde su inversión.
El compliance entra en la estrategia de cuidar de la salud de una empresa para que esta pueda vivir 1,000 años.
-Muchas compañías están atrás de las certificaciones ISO, en particular la de antisoborno. Pero, a veces parece un esquema “solo para la foto”. ¿Qué tanto hay un cambio cuando se tiene estos ISO?
Hoy Perú es el país del mundo con mayor número de certificaciones antisobornos en organizaciones. El último dato oficial de ISO es de finales del 2022 y se va a actualizar el del 2023. Este dato cuenta que en Perú hay 1,134 organizaciones certificadas antisobornos.
-¿Cuáles son los pro y los contras?
Efectivamente, esto tiene pro y contras. Las normas ISO no son la solución absoluta frente a cualquier tipo de pecado ni mucho menos. Lo que dice es cuál es la estructura que debe tener tu modelo de gestión para hacer las cosas bien, en este caso, en materia antisoborno. Te da como el “plano de la obra”. Pero, por muy bueno que sea al plano, si pongo mal material, mal mano de obra, la obra se caerá.
Estamos viviendo un momento curioso en el Perú. He visto más esfuerzo por el lado de la organización privada, de recorrer este camino, quizá por ls incentivos que se establecieron con el puntaje, licitaciones públicas, certificaciones, que por parte de las administraciones públicas.
Además, vamos a decir que con las certificaciones, las “pegatinas”, al menos hemos ganado algo: en las empresas empieza a haber consciencia de que se está haciendo las cosas mal. Yo trabajo hace 20 años con Perú y antes un corrupto presumía de serlo.
-Pero, ¿estamos en el camino?
Sí, lo estamos. Pero, no es corto ni fácil. Cambiar la cultura, cambiar las formas de hacer las cosas de todo un país, no se da de la noche a la mañana. Pero, desde la iniciativa privada estamos en el camino correcto. Llevar a cero la corrupción es una utopía, aunque sí creo que estamos en el camino.
-Como una mirada general, ¿qué retos ves y qué se ha hecho bien?
Ha habido una evolución clara, pero más desde el sector privado que el público. A veces el público se queda más en el discurso que en la acción real. Muchas empresas han invertido en modelos anticorrupción. Algunas por pura intención estética y otra porque realmente quieren hacer las cosas bien, entendiendo que salir de la rueda de corrupción en un país como Perú no es fácil.
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