(G de Gestión) Este año se anticipa una contracción de 0.2% para la economía peruana, la primera en 25 años (si no contamos la pandemia). Analizando los componentes del Producto Bruto Interno (PBI) por el lado del gasto, este mal desempeño se explica, principalmente, por el comportamiento de la inversión privada, variable que lleva más de un año contrayéndose y que, se espera, cierre el 2023 con una caída mayor al 8%, señala Macroconsult.
Este comportamiento de la inversión privada se debe en buena medida a un proceso de ajuste en el gasto destinado a la autoconstrucción, luego de su fuerte incremento producto del confinamiento por la crisis sanitaria (de finales del 2020 a mediados del 2022), cuando las familias utilizaron una parte importante de sus ahorros, proveniente de los retiros de sus fondos privados de pensiones (9.4% del PBI) y de la compensación de tiempo de servicios (CTS), para invertir en el mejoramiento de sus hogares. Esto supuso un aumento significativo de las ventas de cemento, ladrillos, acero, pinturas, muebles, entre otros.
Por otro lado, el deterioro en el ambiente de los negocios ha sido un factor clave. La confianza empresarial se ha mantenido en el tramo pesimista por más de dos años, el mayor periodo desde que se tiene registro (ver gráfico), ello debido a las amenazas de un cambio constitucional, al nombramiento de autoridades no idóneas en el aparato público y a la corrupción durante el gobierno de Pedro Castillo, además de los conflictos sociales luego de su salida. La actual gestión no ha podido aún revertir esta percepción negativa.
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Para el 2024, Macroconsult proyecta un rebote del crecimiento económico (2%) gracias a la disminución de los conflictos sociales, un fenómeno del Niño costero no tan intenso, el aprendizaje de las autoridades subnacionales en lo referido a inversión pública y la moderación de la inflación luego de casi tres años.
Sin embargo, la inversión privada continuará cayendo, aunque a una menor tasa. Macroconsult estima que hay un espacio adicional para que el gasto en autoconstrucción siga ajustándose, y existe el riesgo de que este proceso sea algo más intenso de lo anticipado.
En cuanto al entorno de negocios, no se espera una mejora significativa y, más bien, existen varios riesgos, el principal de los cuales es el político. Actualmente nos encontramos en un escenario de “tensa calma” caracterizado por una mínima confrontación entre los principales poderes del Estado, pero, en la medida en que se acerque el último año de gobierno, dicho equilibrio precario se puede romper, pues la presidenta, dice Macroconsult, ya no tendrá el arma que posibilita el cierre del Congreso. Mientras tanto, está el riesgo de que desde el Poder Legislativo se aprueben medidas populistas: i) retiros adicionales de los fondos de pensiones, que han afectado el mercado de capitales y la capacidad de financiamiento a largo plazo, ii) una reforma del sistema previsional mal diseñada, etcétera.
Otro riesgo latente es una nueva escalada de conflictos sociales, esta vez ante el incremento de la pobreza o por problemas climáticos, como la fuerte sequía en el sur del país, que podría extenderse ya dos años. Finalmente, una rebaja en la calificación crediticia de la deuda peruana podría afectar los costos de financiamiento de las inversiones.
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Desempeño por sectores
El análisis sectorial ha sido elaborado por el Instituto Peruano de Economía (IPE):
Agricultura
El sector agrícola anotaría un retroceso de 3% en el 2023, una de sus peores caídas de los últimos 30 años. Esta actividad es afectada por continuos choques adversos (sequías en zonas altoandinas, así como intensas precipitaciones y altas temperaturas en la costa), una gestión pública deficiente (la crisis de los fertilizantes) y una menor competitividad laboral (la derogación de la Ley de Promoción Agraria).
Se prevé, además, una caída de las agroexportaciones luego de 14 años. Este retroceso del agro afecta directamente el empleo, pues este sector brinda trabajo a uno de cada cuatro peruanos. En un escenario con altas probabilidades de un Niño “fuerte”, los menores ingresos agravarían la pobreza en los hogares que viven de la agricultura.
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Educación
El camino hacia un Perú más productivo y competitivo requiere de un cierre prioritario de las brechas educativas que permita aprovechar el potencial de los trabajadores, indica el IPE. Hoy las empresas enfrentan dificultades para cubrir puestos, debido, principalmente, a la falta tanto de formación académica o técnica como de habilidades blandas. Apenas tres de cada 10 trabajadores peruanos cuentan con educación superior.
Si bien en los últimos años el avance en la cobertura ha sido notable, aún persiste un amplio espacio de mejora en la calidad de los servicios de enseñanza. Por eso, urge recuperar los aprendizajes perdidos en el ámbito educativo básico durante la pandemia y acelerar el cierre de la brecha de infraestructura. En el 2022, solo el 11% de alumnos de primaria obtuvo un puntaje satisfactorio en pruebas de lectura y de matemáticas, lo que significa un retroceso de una década. Además, el 60% de colegios no cuenta con acceso a luz, agua y desagüe en sus instalaciones. Una mejor provisión del servicio educativo es requisito indispensable hacia una mayor productividad, la que permitirá mejores empleos y salarios.
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Minería
La minería es uno de los principales motores de desarrollo del Perú. Sin embargo, el aprovechamiento de su gran potencial viene siendo esquivo. En el 2022, el sector creció solo 0.5% ante el inicio del proyecto Quellaveco, que revirtió parcialmente el cierre prolongado de minas como Las Bambas y Cuajone, frente al escalamiento de la conflictividad social. El IPE estima que la minería crecería 7.6% en el 2023 con la operación plena de Quellaveco y el reinicio de proyectos paralizados. No obstante, se prevé una caída de 19% de la inversión minera, lo que amenaza la sostenibilidad del sector.
Dicha caída responde a la falta de nuevos proyectos, en buena cuenta por el incremento de la complejidad regulatoria y los conflictos sociales. Hay 23 proyectos de la cartera de inversión minera, valorizados en US$ 30,000 millones, que se encuentran retrasados por razones ajenas a las empresas. De ellos, ocho tienen más de una década de retraso y 16 ya no cuentan con una fecha probable de inicio. De cara a un escenario de recesión, la minería es una oportunidad clave para activar la economía.
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Salud
El acceso universal a la salud pública de calidad se ha quedado en el papel, esto asociado, en gran medida, a serias deficiencias de gestión que impiden una protección oportuna y efectiva para el 90% de los peruanos. En el 2022, dos tercios de los afiliados a EsSalud o al SIS no buscaron atención en un establecimiento de salud público. Y, según información del Ministerio de Salud, solo uno de cada siete establecimientos públicos de salud dispone al menos del 80% de medicamentos necesarios.
En este contexto, la colaboración especializada del sector privado representa una alternativa. Por ejemplo, desde el 2010, una empresa privada se encarga de la logística de medicamentos de EsSalud en Lima. Ello ha permitido el ahorro de S/ 100 millones en inventarios y ha contribuido a que los afiliados gasten hasta S/ 260 menos por receta.
Otro caso, recuerda el IPE: los hospitales concesionados Barton (Callao) y Kaelin (Villa María del Triunfo) se encuentran entre los más productivos y lideran las encuestas de satisfacción entre los pacientes. El cierre de brechas en el sector requiere de políticas que tengan al ciudadano en su centro.
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Turismo
El turismo es uno de los pocos sectores en el Perú que aún no se recupera del impacto del COVID-19. Luego de una mejora, volvió a retroceder a inicios del 2023 por la conflictividad social que afectó la confianza en el país como destino seguro. Desde entonces, el avance es lento y limita el potencial del sector como motor de desarrollo. El IPE estima que el Perú cerraría el 2023 con 2.5 millones de visitantes extranjeros, una cifra 43% menor a la del 2019 (aproximadamente 4.4 millones). Así, se esperan solo US$ 3,200 millones en divisas por turismo receptivo, casi un tercio por debajo del nivel prepandemia.
La reactivación del turismo es clave por sus encadenamientos productivos con otras actividades. Según cifras del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), la recuperación de cerca de 500,000 puestos de trabajo del sector turístico (transporte, alimentos, alojamiento, servicios) estaba pendiente respecto de los niveles del 2019. En el Cusco, por ejemplo, los empleos turísticos que esperan la reactivación llegan al 50%. Ello repercutió sobre la recuperación del PBI de la región, que ha permanecido 0.63% por debajo del 2019.
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