Las fuertes pérdidas en acciones y bonos, las vertiginosas oscilaciones del mercado y una Reserva Federal (Fed) decidida a frenar la peor inflación en más de 40 años han sido algunas de las características de los mercados estadounidenses en el primer semestre del 2022.
El S&P 500 está en camino de cerrar los seis primeros meses del año con un retroceso de 20%, perdiendo unos US$ 8.2 billones en valor de mercado, mientras el índice se dirige a su mayor caída en el primer semestre desde 1970.
Este mes, el índice confirmó la definición común de mercado bajista al cerrar con una caída de más de 20% desde su máximo histórico de enero.
A los bonos no les ha ido mucho mejor. El índice del Tesoro ICE BofA ha bajado casi un 10% este año, lo que supone su peor año en la historia del índice, que se remonta a 1997.
Por el momento, los inversores no anticipan un respiro de las oscilaciones que han azotado a los mercados en los últimos meses, debido a la preocupación de que la lucha de la Reserva Federal contra la inflación vaya a secar aún más el apetito por el riesgo y lleve a la economía estadounidense a una recesión.
El mes que viene traerá más resultados empresariales, los últimos datos sobre la inflación y culminará con una reunión de la Fed, lo que deja muchas oportunidades para que los mercados aprovechen el incipiente repunte de las acciones que comenzó a mediados de junio o busquen nuevos mínimos.
La aceleración de la inflación obligó a la Fed a subir rápidamente las tasas de interés en el primer semestre del año, dando marcha atrás a la política monetaria expansiva que ayudó al S&P 500 a duplicarse desde sus mínimos de marzo del 2020.
La caída del índice ha golpeado a muchas de las acciones de alto crecimiento que prosperaron en los últimos años. Una de las víctimas más destacadas ha sido el fondo negociable ARK Innovation, que invirtió en las favoritas de la pandemia, como Zoom Video Communications, Teladoc Health Inc y Roku Inc., y que ha perdido un 57% en lo que va de año.
La baja de la renta variable también ha puesto a prueba la popular estrategia de comprar en las caídas, que ha recompensado a los inversores durante la mayor parte de la última década, pero que se ha tambaleado este año por el descenso del S&P.
El índice referencial ha experimentado tres repuntes de al menos el 6% este año que se han revertido al punto mínimo previo. Con el último rebote, el índice ha subido un 3% desde su mínimo de mediados de junio.
Otro enfoque popular que ha sufrido este año es la llamada cartera 60/40, en la que los inversores cuentan con una mezcla de acciones y bonos para protegerse de las caídas del mercado, con las acciones subiendo en un contexto de optimismo económico y los bonos fortaleciéndose durante los tiempos turbulentos.
La estrategia ha descarrilado en el 2022, ya que las expectativas de una Fed agresiva pesaron sobre ambas clases de activos. El fondo BlackRock 60/40 Target Allocation ha bajado un 16% desde principios de año, su peor rendimiento desde que se lanzó en el 2006.
En el primer semestre del año, la volatilidad volvió a los mercados financieros mundiales de forma espectacular, con acciones, bonos y divisas sacudidos por las medidas de los bancos centrales y el aumento de la tensión geopolítica.
Pero aunque el índice de volatilidad CBOE, o “indicador del miedo de Wall Street”, se ha mantenido alto en lo que va de año, no ha logrado cerrar por encima de los 37, el nivel medio que marcó en los anteriores mínimos del mercado. Esto ha llevado a algunos inversores a temer que las ventas no hayan terminado.
Pocos creen que las salvajes oscilaciones de los mercados vayan a remitir hasta que haya pruebas de que la inflación se está enfriando, lo que permitiría a la Reserva Federal ralentizar o detener el endurecimiento de su política monetaria.
Por el momento, las advertencias de una inminente recesión se han hecho más fuertes en Wall Street, a medida que los efectos de las tasas más altas pesan sobre la economía.
El Índice de Sorpresas Económicas de Estados Unidos de Citigroup, que hace un seguimiento de la evolución de un conjunto de datos económicos básicos en relación con las expectativas, muestra que los datos entrantes no cumplen las estimaciones por el mayor margen en unos dos años.