
La digitalización está reescribiendo las reglas del juego para los negocios emergentes: ahora las mypes peruanas manejan la posibilidad de compatibilizar sus dinámicas de trabajo con algoritmos que las empujen a posicionarse mejor en la mente de sus clientes.
Así lo recabaron los especialistas durante el evento de Empresas G. Ellos, en el espacio denominado “Transformación digital y factoring para el crecimiento de las mypes”, pudieron dibujar el panorama de reinvención que ya gobierna la agenda. ¿Qué claves dejaron sus presentaciones?
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Aliviar el tecnopánico
Oscar Montezuma, fundador y CEO de Niubox, inauguró la ponencia con un término bajo el brazo: el tecnopánico. Para él, muchas mypes se ven sometidas al miedo que desencadena la irrupción de la Inteligencia Artificial.
Creyó conveniente, entonces, hacer un repaso histórico de las transformaciones tecnológicas a nivel mundial. Por ejemplo, los primeros autos, las calculadoras incipientes y la aparición del Betamax, un formato de video analógico.
Cada uno de estos episodios, según evocó, generó un intento de bloqueo. Por tanto, su mensaje fue claro: toda ola tecnológica enfrenta resistencia hasta que la utilidad salta a la vista.
Como caso de estudio, Montezuma mencionó a NotCo, una empresa chilena cuya mayonesa vegetal logró conseguir el “8% del mercado en solo ocho meses” gracias a un motor de IA basado en machine learning: “Este motor fue capaz de analizar miles de combinaciones de ingredientes y crear recetas vegetales que limitan el uso de productos animales”.
Asimismo, contó el caso de una clínica dental que redujo el 38% de ausentismo en seis meses. “Esta clínica familiar integró un sistema de IA para automatizar la gestión de turnos y el envío de recordatorios a los pacientes. Puede parecer muy sencillo, pero el impacto es grande en los negocios”, remarcó.
En resumen, la lección para las mypes es no repetir el patrón de la alarma, sino más bien de la adaptación.

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Tecnología: impacto, no moda
Antes de aterrizar la digitalización en acciones prácticas para las mypes, Katarzyna Dunin, abogada experta en materia tributaria y profesora de la PUCP, describió el papel de un negocio frente al Estado.
“No hay forma de solventar un Estado si no es a través de los tributos. Partiendo de esa premisa, [...] el cálculo se hace con orden. ¿En qué ayudan la digitalización y la IA? Ayudan a tecnificar ese orden", resaltó.
Asimismo, fue enfática al recordar que, en un país donde la informalidad laboral es la norma, no adherirse al ritmo de la tecnología puede dejar a cualquier mype rezagada.
“Si no entras a la digitalización, tarde o temprano vas a desaparecer. No vas a pasar de ser una bodega a convertirte en un negocio más grande”, resaltó.
Extendió, así, un consejo más vinculado con el orden y la “supervivencia”: “Es un error mezclar cuentas personales con cuentas de negocios”.
Coincidió Hilario Chong-Shing, director de la unidad de Customer Experiencia en Activa Research, quien detalló otra práctica nociva: “La madre de todos los errores es digitalizar por moda”.
Ejemplificó la situación con el uso de los chatbots, los cuales muchas veces desentonan con el trato cercano que busca un usuario. Aconsejó mirar una estrategia según los objetivos comerciales.
“Casi el 70% de peruanos percibe como regular o mala su experiencia con los chatbots. No es que sean malos, es que no funcionan para todos los clientes ni para todas las interacciones”, reforzó.
El vocero desplegó, en suma, el costo real de la falta de inversión tecnológica en las mypes: la pérdida no solo de validación social, sino de capitalización sobre comentarios de clientes y de gestión de marcas.
Y como los clientes tienen la razón, les recomendó a los CEOS la consolidación de un networking a través de un café que conduzca a la charla con su público objetivo, porque la tecnología solo funciona cuando parte de información veraz y no de supuestos.

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El mayor “riesgo” para una mype
Enrique Alania, director de ESAN to Business, se enfocó en un aspecto que no puede quedar aislado incluso cuando la tecnología es protagonista: el progreso de una mype depende de la capacidad de gestión del líder, más allá de las herramientas externas que este posea.
Precisó que en la cultura empresarial impera una “idiosincrasia de los antidefectos”. ¿De qué se trata? “El jefe tiene la razón, no importa lo que diga”, explicó. En esa línea, la falta de contradicción sana impide la construcción de soluciones eficaces. Dicho esto, identificó también el otro extremo: en el Perú “no se puede discutir sin estar molesto”.
Ambas percepciones, dijo, generan un síntoma falso de lo que realmente ocurre. “Busquemos a alguien que nos diga la verdad. La desconexión con la realidad es una debilidad”.
Subrayó también que la llamada “curva de aprendizaje” se potencia cuando los líderes asumen una postura de escucha. ¿Por qué? Porque escuchar es el primer paso para aprender y, luego, crecer. A ello le sumó una reflexión: “Toda exageración es mala, menos la de la gratitud”.
Tras la exhortación, Alania compartió cuatro consideraciones para una toma de decisiones más eficiente: tener un IME (Índice de Madurez Empresarial), aceptar que existe la longevidad laboral, entender que un buen consejo ahorra recursos —ya sea dinero o esfuerzo— y, por último, pensar en una “mesa de ayuda” gerencial.
Refirió la urgencia de la autocrítica para eliminar un razonamiento peligroso: “Todo lo malo que me pasa es culpa de otros, y todo lo bueno que me pasa es solo por mi mérito”.
“¿Dónde está el conocimiento? En todas partes”, finalizó.










