La Unión Industrial Argentina (UIA) publicó un nuevo informe acerca de la presión tributaria de los países alrededor del mundo.
En el estudio se indicó que el Perú se encuentra en el quinto puesto entre los 30 países que componen el 86% del PBI mundial en términos de “presión fiscal formal”, entendida como la presión tributaria sobre el sector formal de la economía, superando a países como Alemania, España, Canadá e Italia (ver gráfico).
Otros países con presión formal similar son Argentina, Brasil y Colombia.
El Perú se encuentra en el puesto 11 de todos los países analizados con relación al impuesto a la renta empresarial, la cual el Perú carga con una tasa impositiva del 29.5%. Al respecto, el país con más carga en ese sentido es Argentina, con un impuesto con una tasa del 35%, seguido por Brasil, con 34%.
Asimismo, el Perú se encuentra en el puesto 15 con respecto al “impuesto al valor agregado” (denominado IGV en Perú), por debajo de países como Brasil, Uruguay e Italia, países donde el impuesto llega a una tasa de 29.75% y 22%.
Dicho esto, ¿cómo es que el Perú cuenta con tanta presión tributaria formal si es que no llega al “top 10″ en dos de sus tributos más importantes (IR e IGV)?
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¿Cómo influye la elevada informalidad en los ingresos tributarios?
Según explica Jorge Dávila, socio del estudio Olaechea, esta estadística refuerza el ya conocido hecho de que la Sunat pone mucha presión sobre un grupo muy pequeño de empresas, que asumen la mayor carga de los impuestos del país.
En ese sentido, en contraposición a la presión fiscal formal está la presión tributaria regular, es decir, aquella que se calcula comparando los ingresos tributarios del país con el PBI interno. De acuerdo con el informe de la UIA, el Perú se encuentra en el puesto 24 en este aspecto.
Esta tendencia también se ve en países vecinos donde existe un alto grado de informalidad, como en Colombia (45.6%) y Ecuador (50.6%), según Comex.
Al respecto, Dávila señala que es necesario ampliar la base tributaria, pero no existe ningún plan orgánico para formalizar al grueso de empresas peruanas.
“Puede haber una que otra iniciativa por parte de Congresistas o de Ministerios, pero terminan siendo miopes dado que se concentran en aspectos específicos y terminan funcionando como paliativos, por lo que, a la larga, no ayudan a formalizar a este grupo de empresas. Hay que pensar en modelos que funcionen no solo para Lima, sino que incentiven a la formalización en el resto del país”, recalca el abogado.
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