Mucho de lo que se hablaba de la economía estadounidense era sobre la posibilidad de estanflación: el PBI se contraía y los precios volaban. Pero súbitamente, la situación se ve prometedora. El 5 de agosto, se informó que 530,000 empleos fueron creados el mes previo —más del doble de lo que muchos esperaban—, y el 10 de agosto, se reportó que los precios al consumidor en julio fueron los mismos que en junio —la primera ausencia de inflación mensual desde inicios del 2020—.
Sin embargo, no hay que sacar conclusiones basadas en un par de datos, sobre todo en medio de una pandemia y de la guerra en Ucrania. Previos estallidos de optimismo han resultado ser transitorios y una mirada profunda a ambos reportes brinda motivos tanto para la consternación como para la celebración.
El desempleo se redujo a 3.5% en julio, igualando la tasa más baja en medio siglo, alcanzada justo antes de la pandemia. Ello habría causado alegría, pero el ultra robusto mercado laboral es un obstáculo para empresas con problemas para conseguir personal. Los salarios aumentaron 5.2% en los últimos tres meses, respecto del mismo periodo del año pasado. En tanto, el factor dominante de la reducción de la inflación fue la caída de los precios del petróleo. Pero excluyendo los volátiles costos de alimentos y energía, la tasa anualizada aún es 5.9%.
Ambos datos arrojan nuevas luces a un debate entre economistas: cuán fuerte es la disyuntiva para la Reserva Federal (Fed) entre inflación y empleos ante su ajuste de la política monetaria. Su presidente, Jerome Powell, lleva tiempo insistiendo en que las actuales condiciones del mercado laboral podrían significar una manera en que las empresas pueden reducir su demanda por trabajadores sin que muchos terminen sin empleo. En otras palabras, la disyuntiva podría ser menos severa que en periodos previos de ajuste monetario.
Una vía para entender el debate es con la tasa de desempleo no aceleradora de la inflación (NAIRU), también conocida como tasa natural de desempleo. Se refiere al nivel más bajo de desempleo que una economía puede sostener antes que comience a acelerarse un alza de salarios. Como no es directamente observable, está basado en estimaciones.
El concepto era central en el análisis económico y el razonamiento de la Fed en torno a las tasas de interés, pero cayó en desgracia antes de la pandemia, cuando el desempleo se redujo por debajo del rango asumido sin que hubiese un salto en la inflación. Pero el repunte inflacionario de los últimos doce meses, junto con la marcada caída del desempleo, han devuelto relevancia a la NAIRU.
Hay motivos para pensar que, a principios de la pandemia, dicha tasa estuvo marcadamente alta. A mediados del 2020, el desempleo subió a casi 15%. Brandyn Bok y Nicolas Petrosky-Nadeau, de la oficina de la Fed en San Francisco, han notado que, normalmente, tal salto habría causado una mayor desaceleración de la inflación de la que ocurrió. El que no haya habido deflación implica que la tasa natural de desempleo probablemente estaba más elevada. Los investigadores estimaron que la NAIRU habría llegado a 8% el 2020 y bajó a 6% a fines del 2021.
Hoy, la economía de EE.UU. estaría experimentando la otra cara de una NAIRU alta: mayor inflación y caída del desempleo. Los cambios económicos estructurales durante la pandemia ayudan a explicar por qué la tasa natural de desempleo sería mayor que antes. Desde el boom laboral en delivery y almacenamiento hasta la recuperación del empleo en restaurantes y viajes, las necesidades de los empleadores han cambiado, lo mismo que las demandas de los trabajadores. Una respuesta normal de las empresas ha sido ofrecer mejores salarios.
Una brecha entre la tasa de desempleo (3.5%) y la tasa natural estimada (6%) implica que es probable que el crecimiento de los salarios seguirá fuerte los próximos meses, lo cual alimentará la inflación, incluso si los precios del petróleo continúan a la baja. Una interpretación pesimista es que la Fed tendría que seguir subiendo sus tasas hasta que el desempleo real se acerque a la NAIRU. De ser así, millones perderían sus trabajos.
Una interpretación más alentadora es que la brecha se acortaría por una reducción de la NAIRU y no por un aumento del desempleo. Tras la más reciente subida de la tasa de la Fed, Powell planteó esta perspectiva: “Lógicamente, si la pandemia y el desorden en el mercado laboral causaron la subida de la tasa natural (de desempleo), entonces debería reducirse, en principio, a medida que el mercado laboral se estabilice”.
Es fácil entender por qué la Fed ya no coloca la NAIRU en un pedestal. Es que además de invisible, es inestable, especialmente cuando la economía está fluctuante. Sin embargo, llega al quid de las inquietudes actuales. Tal vez los trabajadores se regocijen ante el rápido aumento de empleos y salarios. Pero solo cuando eso ocurra junto con una continua desaceleración de la inflación, la consternación de los economistas dará paso a una verdadera celebración.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2022