
La última semana, la opinión pública estalló luego de que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) emitió un informe que propone que el sueldo de Dina Boluarte, presidenta del Perú, pase de S/ 16,000 a S/ 35,568. Es decir, su remuneración mensual aumentaría un 125%. El documento es el N° 0034-2025-EF/53.07.
Uno de los ministros que ha respaldado esta opción es Ángel Manero, titular de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri). Argumentó que “la remuneración del presidente peruano es una de las más bajas del continente” ante Canal N.
Asimismo, durante una reciente conferencia de prensa de la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), José Salardi, titular del ministerio de Economía y Finanzas (MEF), sostuvo que, actualmente, "la remuneración del presidente peruano solo supera en nivel al de Bolivia. Está en el penúltimo lugar en América Latina”.
Ambas premisas, sin embargo, distan de la precisión.
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¿Cuánto gana un presidente peruano?
Gestión revisó los sueldos de cada nación vecina y, convertidos en dólares para un cotejo equiparable, los enlistó en un ranking. ¿El resultado? Perú no se ubica en el top 3 de los sueldos presidenciales más bajos. Por debajo de él están Venezuela, Argentina y Bolivia.


Eduardo Dargent, politólogo y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Abogado (PUCP), manifiesta que es errado entender que el sueldo presidencial debe ser el más alto de la Administración Pública.
“No siempre el sueldo de la cabeza tiene que ser el que ordena a todos porque hay áreas en la organización que requieren un tipo de pago diferenciado, que puede ser incluso el más costoso del mercado”, dice.
Ante ello, hace un recordatorio de las remuneraciones en gestiones anteriores.
“A nivel técnico, se ha manipulado mucho la idea del sueldo presidencial en el Perú. Por ejemplo, durante todo el gobierno de Alberto Fujimori predominó un sueldo bajísimo, tan bajo que podemos intuir que esa no fue su fuente de ingreso principal. [...] Luego, demagógicamente, Alan García baja (el salario)”, rememora.
Katy Noriega, asociada principal del estudio Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría (PPU), coincide en que no parece presentarse alguna circunstancia específica que justifique el incremento del sueldo de la cabeza de la Nación.
“Si bien estamos hablando de la máxima autoridad dentro del Estado, los honores y reconocimientos de esta jerarquía se mantienen. [...] Desde el Gobierno de Alan García, probablemente como parte de una propuesta para recabar más adeptos a su elección, se redujo el sueldo a la mitad”, recuerda.
Los gobernantes posteriores, entonces, han mantenido la premisa “bajo el entendido de que el mandatario tiene cubiertos distintos aspectos que regularmente un trabajador tendría que asumir con su sueldo”, acota.
La experta se refiere a la vivienda, la movilidad, la seguridad, la asistencia en el hogar e, incluso, la vestimenta.
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¿Visión sudamericana?
Dargent construye una lectura acerca del posicionamiento de Perú en el ranking continental.
“[La ubicación] dice algo. En Venezuela o Bolivia, donde también hay mucha retórica sobre estos temas, el presidente no puede ganar un sueldo tan bajo, casi simbólico. En realidad, lo que nos está indicando es que, probablemente, alguien más está pagando los gastos”, advierte.
“No se puede pretender atraer a un personal altamente calificado con un sueldo que es desbordado por la empresa privada, pero ese no es el caso de la presidenta”, agrega.
Al respecto, trae a colación el factor coyuntural: Dina Boluarte es una mandataria que arrastra una carga de impopularidad muy alta, según diversas encuestas. Además de posicionar en contra a la opinión pública, le resta pertinencia a la discusión.
“Se ha construido a pulso una imagen de frivolidad y de gusto por las cosas caras, cuestionada por pagos de cirugías estéticas durante el cargo. Entonces, no es la persona adecuada para un sueldo más elevado. Si la discusión es de buena fe, que esto se aplique a quien sea el próximo presidente y no a ella".
Remarca así que, políticamente, es un debate que no se puede sostener ahora.
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¿Hay argumentos que justificarían la medida?
No obstante, Noriega aborda algunos escenarios alternos: “Si nos salimos un poco de la figura del Estado y pensamos en una estructura empresarial, partiendo de lógicas propias de la economía liberal, podríamos decir que, a mayor grado de responsabilidad y de confianza en la posición, se justifica una retribución a la par de aquello que se tiene que asumir”.
Aclara que esta lógica parte de una evaluación respecto del puesto y no de la persona; es decir, va más allá del tinte político, de la camiseta representada.
“Otro asunto que podríamos extrapolar es la comparación en el mercado. Esto es uno de los sustentos del informe del MEF para justificar este aumento: que los pares latinoamericanos ganan más”, precisa.
Lo ejemplifica mediante los gerentes de empresas del mismo sector, con dimensiones parecidas: si se requiere mantener el talento, se intenta acerca la retribución a la propuesta que el mercado ofrece.
“No es algo que pase exactamente con Dina Boluarte. No hay varios presidentes en el Perú, hay una sola presidenta, pero se está mirando a América del Sur como su ámbito de comparación”.
Sin embargo, subraya que, aunque el balance parezca razonable, “probablemente tenga justificaciones más allá de lo político”.
“La evaluación que nosotros podemos hacer está despersonalizada respecto de quien ejerza el cargo en este momento”, finiquita.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.