La industria peruana ha sido escenario de variaciones significativas en su capacidad instalada en los últimos años, cuyo último ‘pico’ se dio en el 2022, según reveló la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). Las cifras muestran una disminución de la capacidad total en noviembre del año pasado, llegando a 65%. Durante el mismo mes del 2022, este límite se encontraba en 66.9%, generando preocupaciones sobre el estado actual y futuro del sector, ¿este año podría aumentar?
De hecho, en el acumulado de enero a noviembre del año pasado, también se registró un promedio menor al de 2022. El 2023 tuvo una tasa de utilización de 62.3%, en comparación al 66.2% anotado en el 2022.
“La caída de la industria ha sido significativa y la utilización de máquinas se ha reducido. Aunque se ha obtenido un pico importante en la manufactura primaria, aún falta reforzar la manufactura no primaria, que tuvo un excelente 2022, gracias al aumento de la demanda de productos industriales en todo el mundo”, explica Antonio Castillo, el gerente general de la SNI.
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Por sectores
La capacidad instalada de la manufactura primaria, que comprende las actividades industriales de extracción, experimentó un ligero aumento. Entre enero y noviembre de 2023, alcanzó el 64%, superando el 61.6% registrado en el mismo periodo de 2022. Solo en noviembre llegó una tasa de utilización del 71.3%, comparado al 64.4% del año anterior.
Este aumento, aunque sugiere una mayor eficiencia en los procesos de producción primaria, es parte de un rebote estadístico, precisa Castillo. “La campaña de pesca se abrió a mediados del año pasado, lo que provocó un aumento significativo (pero estacional) en el capacidad productiva”.
En contraste, la manufactura no primaria, que abarca procesos orientados a la transformación y ensamblaje de productos, experimentó una disminución significativa. La cifra cayó al 61.7% entre enero y noviembre de 2023, en comparación con el 67.9% registrado en el mismo periodo de 2022.
El gerente del gremio industrial mencionó que en 2022 fue un año excelente para la parte no primaria, motivado por la demanda mundial. El efecto en el Perú fue acompañado por una inyección en las economías locales provocado por el retiro de la AFP y de la CTS.
“Los ahorros disminuyeron, eso contribuyó a que durante todo el 2022 la gente consuma más. Fue un buen año para la industria; sin embargo, como en el 2023 el Gobierno no aprobó el retiro de ahorros ni inyectó dinero mediante bonos familiares, tuvimos un ajuste de demanda”, dijo.
Este reajuste llevó a la industria a colocarse a los niveles de capacidad instalada registrados en el 2017, ocasionando un retroceso de seis años en la industria.
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Proyecciones
Tras un año sin incentivos de consumo, baja productividad y fluctuaciones inflacionarias, la economía podría crecer hasta en 3% este 2024 (estimaciones del Banco Central de Reserva del Perú y el Ministerio de Economía y Finanzas). Para ello, se deben gestionar incentivos que promuevan la demanda interna.
La industria tiene una participación del 16% del PBI nacional, lo que lleva a poner especial atención en el desempeño del sector si se quieren llegar a las metas estimadas. “La demanda tiene que crecer para que los empleos formales también aumenten; si las familias tienen más capacidad de gasto, la oferta también se beneficiará”, remarca Castillo.
El gremio espera que la capacidad promedio este año llegue al 65% o 66% si se tienen medidas productivas contracíclicas que ayuden a salir de la recesión. “Lo primero que hay que reactivar son los sectores intensivos en generación de empleo y demanda agregada; por ejemplo la Construcción. Con un déficit de un millón y medio de vivienda, el Perú tranquilamente debería tener un programa de 200 mil viviendas este año”, indica.
A través de la inversión pública, el sector también se beneficiaría con el inicio de obras de saneamiento y acceso a agua. “Para nosotros es importante que se el Estado invierta porque genera un multiplicador del gasto a través del aumento de empleo”, considera.
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Para el primer trimestre del año todavía no se espera un aumento en la capacidad instalada, “si se ve por el lado se la manufactura primaria, la suspensión de la segunda temporada de Anchoveta no ayudará a la industria. En el sector no primario, todavía las industrias usarán su stock”, precisa Teodoro Crisólogo, economista del IPE. En el segundo trimestre, con una demanda esperada de 2.5%, espera un repunte.
Coincide el economista principal de Apoyo Consultoría, José Carlos Saavedra: “Se podría ver un crecimiento a partir de julio, especialmente en los sectores más afectados por el clima anómalo o las protestas violentas del año pasado. Además de los textiles y materiales de construcción. Lo más probable es que este año haya una mejora moderada gracias al rebote esperado de la actividad manufacturera en comparación con el año pasado, sobre todo en los sectores más afectados por el clima anómalo o las protestas violentas del año pasado, cómo los textiles o materiales de construcción”.
Subeditora de Economía. Licenciada en Economía (Esan), con estudios de maestría en Ciencia Política y Relaciones Internacionales (PUCP). Tengo siete años analizando la coyuntura y economía nacional.
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