En conversación con Gestión, Hugo Santa María, socio y economista jefe de Apoyo Consultoría, realiza un repaso sobre la actualidad de la economía peruana y de los riesgos hacia adelante. Además de la expectativa con vista al año electoral, insiste en que la inseguridad está poniendo en “jaque” a las familias y a los negocios.
¿Podríamos empezar con un breve resumen de lo que se vislumbra para este año?
En el 2024, debemos haber cerrado (con un crecimiento) por encima del 3% y, en el 2025, creemos que vamos a estar algo por debajo del 3%. Pero, el crecimiento del 2025 es “algo mejor” porque se trata de una proyección “limpia” de medidas como el retiro de los fondos de las AFP, que algo de crecimiento nos dio. También “más limpia” de rebotes post fenómeno de El Niño.
(El resultado estará) más “jalado” por el gasto privado; y se va a generar crecimiento de empleo en casi todos los sectores económicos.
Aún así, Perú ha pasado, en términos de tasas de crecimiento, a perder su atractivo regional. Seguimos siendo muy atractivos en términos de estabilidad económica, pero estamos dejando sobre la mesa un mayor crecimiento que se pudo haber tenido.
En los últimos años, lo que más se ha escuchado de analistas –e incluso colegas– es que ya no hay “cuerdas separadas”. ¿Qué piensa?
Creo que ya el deterioro político e institucional, la degradación de los servicios públicos, todo ello, está afectando la capacidad de crecimiento de la economía y de generar empleo.
¿Cuáles serían los riesgos locales, ya no solo políticos, sino en general, que podrían hacer temblar las proyecciones?
Que hubiera una crisis política. En Perú todo es posible, seis presidentes en ocho años. Hoy día pensamos que lo más probable es que la presidenta Dina Boluarte llegue a julio del 2026, pero si no fuera ese el caso, independientemente de cómo sería esa transición política, el periodo de “esperar para ver”, de extrema cautela preelectoral, se adelantaría. Pero, lo que nosotros estamos esperando ahora es que eso no suceda.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, cumplió –en parte– con subir aranceles y la retaliación no se hizo esperar...
Si se desata una guerra comercial, porque esto parece el inicio, todos perdemos. El crecimiento mundial va a ser más lento, economías como la china va a caminar más lento, y también el mismo Estados Unidos. Una guerra comercial es mala para todos. Va a incrementarse la volatilidad de los mercados, el nerviosismo.
Aún así, debo decir que en esa guerra Perú tiene algunas oportunidades para salir bien parado. El país debe mantenerse “amigo de todos” y aprovechar que tiene acceso para ocupar espacios que puedan dejar otras economías en el mercado de Estados Unidos.
¿Ve posible que, hasta el 2026, haya nueva inversión o deberíamos descartarla hasta el próximo Gobierno?
Cuando uno ve hacia atrás, efectivamente, los números muestran una desaceleración preelectoral. Ha habido eso en el Perú siempre, en los tiempos buenos y malos. Pero, por otro lado, tenemos contacto permanente con ejecutivos, personas que toman decisiones en más de 300 empresas que operan en el país. También veo una actitud de: “El país no va a cerrar, mi empresa no va a cerrar, tengo que seguir avanzando”.
Para una respuesta corta, sí va a haber efecto, ese efecto lo vamos a sentir, pero, si todo es normal, recién hacia el cierre del 2025 y espero que dure poco en el 2026.
Siempre estamos hablando sobre que el 3% no es suficiente para reducir pobreza. Pero, qué pasa con la clase media, ¿se debilita más?
La clase media en el Perú, comparada a lo que uno puede pensar, imaginar o aspirar, es vulnerable y eso no va a cambiar en el corto plazo. Dicho esto, sí vemos a las economías familiares y el sector medio hacia abajo mejorando algo más este año. Por ejemplo, este año ya cuando ves crecimiento del empleo es en más sectores. Uno importante es la agroindustria.
Tienes por un lado más sectores que crecen, inflación controlada y esto se convierte en, por lo tanto, algo de más trabajo y más generación de ingresos.
Aún así, al ritmo de crecimiento que tenemos, todavía nos faltan algunos años para regresar al 22% del nivel de pobreza que teníamos en la prepandemia. Nos fuimos a casi 30% (con la pandemia) y ahora debemos estar alrededor de 25%. Estamos moviéndonos lentamente en la dirección correcta, pero nos falta bastante para llegar al objetivo.
Inseguridad
Es imposible no hablar de la inseguridad que vive el país. ¿Ya se desbordó? El sector construcción dijo a Gestión que hay zonas donde ya no se pueden ni hacer proyectos.
Es un problema enorme, no solo de las personas, sino de las empresas. Comenzamos a sentir entre nuestros clientes que están, por ejemplo, en distribución de consumo masivo, distribución de materiales de construcción, lo que menciona, no se podía entrar a determinadas zonas porque vendedores o trabajadores en general no querían exponerse. Es un tema muy serio.
¿Se pone ‘en jaque’ la inversión con la situación de criminalidad?
No es que la empresa decide invertir y eso es un acto de magia. Por supuesto que las empresas toman decisiones y se alejan de geografías complicadas para su gente. Nadie quiere tener personas con complicaciones por tema de seguridad. Se puede lidiar con otros negocios, el tipo de cambio, inflación, estabilidad financiera, con que la demanda crece poco, pero con la criminalidad no.
Nuevo MEF
José Arista dejó el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). ¿Cuáles son esos retos que marcarán la pauta de José Salardi, el nuevo titular de esa cartera?
El objetivo principal es que el Perú llegue en la mejor forma posible a la siguiente transición democrática en términos de control fiscal, impulsos puntuales al crecimiento, freno a malas políticas que responden al populismo pre electoral o a intereses particulares.
En ese sentido, el MEF debe recuperar rápidamente su liderazgo en materias económicas para el control del gasto en nivel y composición y “terminar la hemorragia” de recursos que significa Petroperú, concretar destrabes de proyectos emblemáticos como Chavimochic, Majes Siguas y otros cientos de obras paradas.
A eso se suma aumentar el peso político de los argumentos técnicos y responsables, para frenar iniciativas de normas legales (del Congreso y el Poder Ejecutivo) que dañan la economía y la creación de empleo de mejor calidad y alejado del crimen.
¿Cuál es su análisis después de dos años seguidos de incumplir las reglas fiscales?
Nuestra proyección puntual es que cerramos (el déficit fiscal) en 2.5% del PBI (este año). Casi un punto de eso es por, por ejemplo, el pago de impuestos por los buenísimos precios de metales del año pasado y por estos ingresos extraordinarios debido a la venta de una distribuidora. Si uno “limpia” todo eso, estaríamos en un nivel de déficit muy parecido al del año anterior.
¿Qué pasaría si el MEF opta por pedir un nuevo ajuste a las reglas fiscales? ¿Nos bajarán la calificación?
Respuesta corta a la pregunta: ¿Vamos a perder el grado de inversión en dos años? Lo más probable es que no.
Dicho eso, sí hay razones para preocuparse porque todas estas medidas que se dan desde el Congreso sobre los salarios, aumentos y otros, han hecho que el gasto público en general en el Perú sea más rígido.
Luego, tenemos a Petroperú. ¿Cuánto dinero van a estar dejando todos los peruanos? Cada uno de nosotros nos va a corresponder pagar eso. El Estado tiene que comprometer recursos para sostener una empresa pésimamente manejada e inviable.
Antes de dejar el cargo, José Arista habló de desregular la economía, un shock regulatorio. ¿Es ejecutable?
¿Cuántas veces hemos escuchado de autoridades del sector público que se va a simplificar toda la ruta administrativa para que las decisiones de inversión fluyan mejor? Ojalá se pueda hacer algo, pero si se incumple, no sería el primero que lo haga. Nos hemos acostumbrado a escuchar estas promesas de simplificación, ordenamiento.
Reformas
¿Qué obras cree que este Gobierno debe dejar, cuando menos encaminadas, con vista al próximo?
Hay varias, pero en algunas el Gobierno nacional podría tener un liderazgo para dejarlas encaminadas. Dos obras que resaltaría son Chavimochic y Majes Siguas. Para ser justos, no solo dependen del Gobierno nacional. Además, consideraría infraestructuras clave en Lima, las obras de irrigación que mencioné, entre otros. La idea es desatar algunos nudos de verdad.
¿Cuál sería la reforma que todavía se puede dejar?
Hoy prefiero que no haya ninguna contrarreforma. Que no haya más daño. No veo la organización ni el enfoque político de nuestras autoridades en este momento. No hay la capacidad de invertir un gramo de capital político.
Editora de Economía y coordinadora de ESG del diario Gestión. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Con casi 10 años de experiencia profesional en el rubro.
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