
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha puesto en marcha el plan para erradicar la tasa de homicidios en Washington: pasar el control policial de la ciudad capital al orden federal. Uno de los argumentos que empleó para justificar la medida fue el temor de que USA se acerque a los niveles de criminalidad de “los lugares más peligrosos para vivir”. ¡Y en la lista señaló a Lima!
La mención desfavorable se acentúa porque otra zona peruana —Machu Picchu, la maravilla mundial— atraviesa un contratiempo reputacional a causa de la complicada distribución de entradas y de los elevados precios. Incluso, el portal de viajes Travel and Tour World (TTW) calificó al santuario como un sitio “que no vale la pena visitar”.
Dados los antecedentes, ¿qué le espera al sector turismo del Perú?
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USA emite un juicio en contra de Perú
“La cifra de Washington está dos veces por encima de Bagdad, ciudad de Panamá, Brasilia, San José de Costa Rica, Bogotá; donde hay problemas graves de drogas; Ciudad de México; Lima, Perú; en todos los casos duplicamos o triplicamos sus estadísticas. ¿Ustedes quieren vivir en un lugar así? No lo creo”, sostuvo Trump ante su país y, con ello, ante los ojos del mundo.
A modo de respuesta, Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, solo elevó ante los medios una confirmación: “Respeto muchísimo las opiniones, más si son foráneas. Pero (Trump) está diciendo una verdad también, este gobierno no ha invertido ni un centavo en Lima”.
Más que resignación, se trata de una aceptación de la coyuntura nacional. Nicolas Zevallos, director del Instituto de Criminología, se lo explicó a Gestión: “El problema ya no es si somos o no la [nación] más insegura o segura de la región. El problema es que un líder político global como Donald Trump tenga ese mensaje, esa visión sobre lo que ocurre en nuestro país”.
Y detalló, en esa línea, las consecuencias en el circuito económico: “Tiene efectos directos sobre el turismo y podría generar una retracción fuerte. Habría que ver si eso también escala en el mundo de los negocios porque hay inversiones de capitales norteamericanos que pueden ser de interés también para Perú y que podrían suspenderse o paralizarse en función de un mensaje como el que ha emitido Trump”.
Coincidió Edgar Vásquez, exministro de Comercio Exterior y Turismo: “Si bien algunos podrían tomar como una exageración lo que ha dicho Trump, hay que entenderlo con seriedad. Exagerado o no, significa finalmente que hay personas en el mundo que escuchan estos comentarios, más de un líder tan controvertido como el presidente Trump, amado y odiado a la vez. Y si estaban pensando en hacer algún viaje y tenían al Perú entre sus alternativas, pues probablemente se decanten por otro lugar”.
Esta reacción va a ocasionar, indicó el experto, que el Perú se aleje —más— de las cifras de turismo receptivo que registraba antes de la pandemia.
“Estamos todavía sufriendo una afectación de la imagen internacional del Perú pospandemia. De esa circunstancia no hemos terminado de recuperarnos, y estos hechos que son más recientes (la calificación de Machu Picchu como un lugar ‘que no vale la pena’ y las declaraciones de Trump) retrasan incluso más esa recuperación”.
“En comparación con los 80, las circunstancias de inseguridad de nuestro país están asociadas a nuevos fenómenos. Y eso, por supuesto, también lo reportan las embajadas a sus ciudadanos, lo que afecta las decisiones de viaje hacia el Perú. Se traduce en cancelaciones, en la elección de otras alternativas”, añadió.

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Criminalidad: datos desfavorables para Perú
Zevallos colocó bajo la lupa algunos números que podrían avalar la crítica de Trump: “Nos ubicamos en un 27% de victimización delictiva, según el INEI. Y hay otro dato altísimo sobre percepción: 8 de cada 10 personas tienen miedo de que les roben. Y, además, no sabemos cómo estamos en materia de homicidio”.
Hizo referencia, así, a que desde 2021 el Estado peruano no actualiza la cifra de asesinatos. Además, adelantó para este diario los resultados del estudio “Capacidad y tiempo de respuesta de los servicios de emergencia” —a cargo del Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN) y el Instituto de Criminología—, con el fin de explicar cómo la criminalidad en el país se agudiza por la falta de personal e infraestructura.
En detalle, tras analizar la información del Ministerio del Interior (Mininter) de 2024 y 2025, “si se asumiera que el 50% de efectivos policiales está de servicio, habría 6,739 equipos para 26,074 policías de turno”, se puede leer en el documento. “Por lo tanto 19,335 policías no dispondrían de equipo de comunicación durante su turno en la comisaría”.
El especialista recordó lo que genera esta carencia: que el Perú se ubique en el top 10 de los países del continente con peor respuesta policial. Con una evaluación de 3.5, los agentes de nuestra nación se toman entre media hora y hora y media en acudir al auxilio de quien lo requiera.
Si bien la última estadística de LAPOP —y que el CAEN y el Instituto de Criminología recogieron— es del 2014, las brechas de cobertura asociadas al tiempo de respuestas persisten, aseveró Zevallos.

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Legitimación de un impuesto criminal
Zevallos subrayó que la criminalidad es un perjuicio transversal: “La seguridad es una condición indispensable para todas actividades que desarrolla la sociedad”.
Y profundizó en la premisa: “No nos debería preocupar el robo solamente. Ese robo significa que alguien ha perdido un instrumento de trabajo, lo que significa que alguien ha perdido una oportunidad de negocio, lo que significa que esa bodega tiene que pagar un monto extra a un criminal y eso sale de su bolsillo, de la economía doméstica”.
Para él, se ha posicionado entre los peruanos una legitimación de un impuesto criminal. “Varios analistas han coincidido en el concepto. Lo que termina haciendo un ciudadano es pagar un tributo a un actor delictivo para que le permita trabajar, al igual que le paga a la municipalidad por la licencia. Y eso es un asunto que te traslada automáticamente al consumidor”.
No obstante, toda esta criminalidad que parece “local” ya llegó hasta la Casa Blanca. Vásquez desarrolló las implicancias: “(Los impactos) de estos dichos (como el de Trump) no los veremos en la estadística de hoy o del próximo mes, sino que los vamos a empezar a ver en la estadística de los próximos años. Una decisión de viaje no se hace de un día para otro. Si yo hoy pensaba viajar a Perú en las próximas vacaciones de invierno del hemisferio norte de Estados Unidos, pues ya no lo voy a hacer”.
“Los viajeros de hoy compraron sus pasajes hace cuatro o seis meses, o hace un año quizá. Vamos a ver los resultados en las estadísticas de las siguientes campañas, porque ahí las decisiones se van a empezar a materializar”.

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¿Cómo va Perú en materia de seguridad?
Vásquez también señaló que la reputación del Perú se queda sin “defensa” a causa de la ausencia de políticas gubernamentales: “La única forma de salir de esto es con información respecto a cómo estamos garantizando la seguridad de los turistas y de los peruanos en general. Y ahí, lamentablemente, no estamos teniendo señales claras del Gobierno, del Ministerio del Interior (Mininter), o alguna estrategia que pueda empujar el Ministerio de Turismo (Mincetur). Ellos tienen unas competencias específicas para convertir al Perú en un entorno seguro”.
“Estamos mandando sin armas hacia el exterior a nuestros embajadores, a nuestros cónsules, a nuestras oficinas comerciales que tienen que, en estos momentos, dar la cara y promover la visita al Perú. Cuando les preguntan qué estamos haciendo (en materia de seguridad ciudadana) tienen que decir generalidades. [...] Hay que darles armas a nuestros funcionarios para que puedan torcer la tendencia negativa”, concluyó.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.