Impulsar el desarrollo del Perú depende en gran parte de lograr una articulación efectiva entre la academia, el sector público y el privado. Esta fue una de las principales reflexiones que dejó el foro “Investigación aplicada para el desarrollo del país”, organizado por la Universidad Privada del Norte (UPN) y Gestión.
Esa alianza estratégica, conocida como la “triple hélice” enfrenta una serie de retos para lograr conectar la investigación con las necesidades del país, ¿qué falta para impulsarla?
Joanna Kamiche, presidenta del Consejo Directivo del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) resaltó que las políticas públicas han sido importantes para mejorar la investigación en el país, pero eso no debe quedar ahí.
“Hay políticas que van fortaleciendo las capacidades, el tema es cómo se utiliza (...) La investigación no termina con la publicación del paper, termina cuando se disemina, cuando hay una transferencia, cuando se usa ese resultado”, sostuvo.
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Aunque instituciones como la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) y el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec) han fortalecido las capacidades de investigación, y en los últimos años se han visto casos concretos donde la investigación ha generado cambios en el bienestar ciudadano, precisó que es fundamental que el sector privado sea quien plantee las preguntas correctas para que la academia, con sus capacidades técnicas, pueda responderlas.
Evento UPN / Gestión. Fuente: GEC
Para María Isabel León, presidenta del Comité Estratégico de Educación de IPAE, uno de los principales obstáculos para esta articulación es la desconfianza estructural que existe entre los distintos actores sociales del país.
“Perú es un país que marca mucho sus características por la desconfianza que tiene hacia las instituciones e incluso hacia las personas. Necesitamos ‘romper’ este marco”, comentó.
Asimismo, subrayó que muchas veces el propio sector privado no tiene claridad sobre qué necesita resolver, y allí es donde la academia puede aportar significativamente. La innovación no debe verse -insistió- como un proceso aislado, sino como una colaboración continua que beneficie a la ciudadanía.
“La innovación nace de la iniciativa de las personas (...) Eso hay que multiplicarlo, potenciarlo con el apoyo de políticas públicas para que estos descubrimientos puedan ser patentados, trabajados rigurosamente por la academia y llevados adelante por el sector empresarial”, sostuvo.
Aprender de las experiencias internacionales
Natasha Rovo, economista sénior del Banco Mundial, explicó que los países exitosos en el tránsito hacia una economía del conocimiento han pasado por tres etapas: infusión, inversión e innovación.
“Los países empiezan desarrollando, adaptando la tecnología extranjera… Hay una fase de infusión, copiando, imitando, adaptando la tecnología que existe”, señaló.
En esta fase, la política pública debe fomentar la colaboración entre empresas y universidades para adaptar la tecnología existente a las necesidades locales. Un ejemplo, señaló, es Corea del Sur, que pasó de ser uno de los países más pobres en los años 60 a ser uno de los líderes de la innovación.
Otros países donde también se ve este impulso es Polonia y Chile, pero ¿dónde se ubica el Perú en este panorama?
Para Christian Mesía, director de Investigación, Innovación y Sostenibilidad de la UPN, el país tiene una mezcla de varios modelos, con hay planes y propuestas ambiciosas, pero poca implementación.
Evento UPN / Gestión. Fuente: GEC
“Nuestras políticas públicas son muy bonitas en el plano conceptual y teórico (…) El problema con nuestras políticas es que no se cumplen”, resaltó.
Para Mesía, Perú se ubica aún en la etapa de infusión, sin haber consolidado una base sólida para avanzar hacia la innovación.
El especialista explicó que instituciones como Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan) diseñan planes estratégicos de largo plazo, pero muchas veces no se traducen en acciones concretas ni sostenibles.
En ese sentido, Kamiche consideró que el Ceplan debería tener un mayor peso en el Consejo de Ministros, similar a lo que ocurre en Colombia, donde ninguna política se aprueba sin un estudio técnico que evalúe sus resultados.
La representante del CIES precisó que actualmente en el Perú se invierte solo el 0.16% del PBI en investigación, mientras que países como Israel o Corea del Sur destinan entre 5% y 6%.
En tanto, Rovo, economista del Banco Mundial, indicó que hay una baja colaboración entre el sector privado y las universidades.
“De las empresas que invierten en innovación, solo el 7% registran patentes o tecnologías y de esas empresas solo el 11% son de hace un par de años. Sobre el 11% colaboran con las universidades”, señaló.
Ante esto, la economista consideró que se necesitan reducir barreras para que más empresas pequeñas y medianas se animen a innovar, facilitando ese proceso.
Por su lado, Mesía consideró como otro problema las políticas discriminatorias en la asignación de fondos para investigación, como la diferencia de trato entre universidades públicas y privadas con fines de lucro.
Por ello, añadió, se debe analizar la necesidad de sincerar las políticas públicas, formulándolas en base a lo que realmente podemos hacer y lo que nos sirve para que estas impacten en el bienestar de los ciudadanos.
