Una economía débil, alzas de precios que tocaron ‘picos históricos’ e ingresos reales por debajo del nivel prepandemia enmarcaron el 2022. En este contexto desfavorable para las familias peruanas, la pobreza monetaria afectó al 27.5% de la población, un incremento respecto al 2021 (25.9%).
Para este año, la situación no mejoraría y se espera que la pobreza continúe en aumento. De acuerdo con las cifras de Macroconsult, compartidas con Gestión, en un escenario base, el 28.4% de los peruanos estaría en esta condición.
Este supuesto considera un crecimiento de la economía de 1.7% este año y una inflación promedio de 6.7%; además, un empleo que pierde velocidad al mismo ritmo que la desaceleración del PBI y los ingresos reales se estancan. También contempla una política de mitigación en la que se implementan medidas, pero con deficiencias en la focalización (sin mejoras respecto del pasado).
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Álvaro Monge, socio y gerente general de Macroconsult, resume: “Los elementos críticos son dos: la forma en la cual reacciona el mercado de trabajo y la posibilidad de tener políticas de ayuda mejor focalizadas a como están actualmente”.
“Si bien se espera que en este año la inflación se modere frente al 2022, la inflación de alimentos podría mantenerse o –incluso– subir un poco (...) ¿Qué implica? Que los hogares que están en los segmentos más pobres, que son aquellos que destinan mayor parte de su consumo a alimentos, pueden enfrentar una inflación neta mayor. Es debido a ello que este año continuamos con una expectativa de pobreza creciente”, asevera Yohnny Campana, economista asociado de la mencionada consultora.
Urbanización de la pobreza
En el 2022, explica Monge, se acentuó la urbanización de la pobreza, en particular en Lima.
Por ejemplo, el año pasado, la pobreza monetaria afectó al 24.1% de la población urbana, cifra que es 10 puntos porcentuales más que en el 2019 (14.6%). En el caso del área rural, aunque la incidencia de la pobreza es mayor, afectó al 41.1% de la población, solo 0.3 pp respecto al año prepandemia.
“Creo que este proceso de ‘urbanización de la pobreza’ va a continuar manteniéndose este año. No parece previsible que vaya a revertirse porque está vinculada principalmente a la evolución de la economía. Este año va a ser un año de desaceleración”, dice Campana.
Agrega que, como se trata de pobreza explicada por el incremento de precios de alimentos, hay segmentos urbano-marginales que particularmente son sensibles al alza de los precios de la canasta alimentaria. “Ahí es donde se alojan los segmentos más vulnerables este año”, dice.
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La población más afectada
En el mismo sentido, Monge comenta que estamos frente a un choque que nuevamente va a estar ‘alojado’ en las zonas urbanas, y de manera particular en las zonas urbano-marginales.
“En los sectores laborales de baja productividad, es decir, asalariados de baja productividad, que pueden ser informales, también impactará”, comenta.
Aquellas personas con menores niveles educativos tienden a estar más vinculadas a ese segmento que tendrá dificultades para reaccionar a la desaceleración como el choque de precios, añade.
“En general esta combinación: pobreza, desigualdad, economía desacelerándose, aumento de precios, es un cóctel complicado para la propia estabilidad social. Podríamos estar entrando en situaciones, aunque no necesariamente de conflictos, pero de niveles de tensión social más elevados por la propia situación económica que vemos en el 2023″, prevé.
Otros escenarios
Aunque el escenario base prevé un incremento de la pobreza de 28.4%, hay otros dos escenarios que también se contemplan en la data de la consultora.
“Tenemos un escenario base, uno optimista y otro pesimista. Lo que diferencia a los escenarios es la manera en la que el mercado laboral va reaccionando a la desaceleración de la economía”, dice Monge.
En un escenario optimista, el mercado laboral, por ejemplo, tiene una mayor capacidad de sostener el empleo y de ajustar los ingresos mitigando los impactos de los efectos inflacionarios. Además, está vinculado a una mayor efectividad de la política pública en términos de la focalización.
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En este escenario, Monge comenta que “se determina una trayectoria de pobreza plana. El país podría asegurar que los niveles de pobreza se mantengan en 27.5% este año”.
Si el escenario es pesimista, con un empleo que se desacelera incluso más que la economía y los ingresos reales caen –además se plantean políticas públicas mal focalizadas–, la pobreza podría incrementarse dos puntos este año: a 29.5%.
Retroceso de la pobreza
Aunque este año se espera que la incidencia de la pobreza alcance un nuevo ‘pico’ (pero no al nivel del 2020: 30.1%), para el 2024, la proyección de Macroconsult es que se retorne a un nivel similar que el 2022: 27.6%.
“Este incremento en la pobreza no se va a sostener, es relativamente coyuntural. El año pasado fue un mal año, con shock de precios, pero creo que con la moderación de la inflación este año, casi de manera inercial, deberíamos retornar a los niveles del 2022″, prevé Campana.
Sin embargo, ambos economistas resaltan que esto no debería sentirse como un triunfo, pues todavía estaríamos bastante lejos de retornar a los niveles prepandemia. Cabe recordar que la pobreza en el Perú se redujo a 20.2% en el 2019, cifra de la que cada vez estamos más lejos.
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“Con una tasa de crecimiento al nivel potencial que es más o menos un crecimiento para el largo plazo que se mantiene en 2.5%, la pobreza retornaría a niveles prepandemia, alrededor de 20%, en el año 2036″, resalta Monge.
Esto significa que al Perú le tomaría al menos 13 años regresar a los niveles de pobreza del 2019. “Es clave que este crecimiento de largo plazo, que finalmente va a responder a la formación de capital, a la inversión privada, a que mejore el capital humano, es decir, a todos los factores que implican la productividad y competitividad de nuestra economía, se duplique”, puntualiza.
Pobreza crónica
Un factor que los economistas de Macroconsult destacan es el aumento de la pobreza crónica, que podríamos definirla como el grupo de personas que cae en pobreza y permanece en esta condición por más de un año.
“Hay un hecho claro: se incrementaron los niveles de pobreza crónica. Entre el 2015 y 2016, era de 13%, y ahora afecta al 16% de la población. Este año se mantendrá en estos niveles o se incrementará ligeramente. Entonces, estamos entrando en una trayectoria en la cual los niveles de pobreza crónica están creciendo”, dice Álvaro Monge.
Los economistas resaltaron que esto implica que existe una necesidad de reforzar la política social. En caso de que sea necesario, se podrían dar transferencias focalizadas y temporales, pero “en general hay que tener una mirada de largo plazo, para evitar que ese empobrecimiento prolongado afecte, por ejemplo, la seguridad alimentaria de una parte importante de la población”.