
El protagonismo de la anchoveta en el Perú se evidencia en los más de 250,000 empleos directos e indirectos que genera la exportación de harina y aceite de este pescado... Aunque podrían ser más.
La riqueza del recurso se despliega en dos stocks: el principal, en términos de volumen de biomasa, es el del norte-centro del país; y el segundo, el del sur de Perú y norte de Chile (SPNCH). Esta última provisión es “transzonal” y, precisamente por su condición de compartida, cada país gestiona su dinamismo.
No obstante, las economías vecinas intentan trabajar de manera compatible a través de sus centros de investigación: el Instituto del Mar Peruano (Imarpe) y el Instituto de Fomento Pesquero (IFP). Ante tal escenario, ¿cuáles son los desafíos que deben sortear para lograr un aprovechamiento armonioso de la materia marina?
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¿Cifras en descenso?
La Sociedad Nacional de Pesquería (SNP) organizó el foro “Situación actual de la pesquería de la anchoveta del norte de Chile y sur de Perú”, un espacio en el que participaron Jorge Oliva, experto del Centro de Investigación Aplicada del Mar (CIAM), de Chile, y Mariano Gutiérrez, director científico del Instituto de Investigación Marina y Acuícola Humboldt (IHMA), de Perú.
Ambos coincidieron en que la disminución de la captura pelágica es una constante en los dos países; es decir, la anchoveta año a año registra un remanente de cuota.
En detalle, el límite de pesca en Chile para el 2025 es de 568,000 toneladas, pero hasta septiembre lleva 240,000 toneladas. Perú, por su parte, ha establecido para la zona SPNCH 250,000 toneladas, pero llegar a “la meta” le resulta difícil. ¿Por qué? Porque en este país no se permite que las embarcaciones artesanales pesquen en el área protegida de 5 millas, mientras que en Chile sí.
Así ocurre desde 2011, cuando en el Perú se cerró el régimen especial de pesca en el sur (REP), que estuvo vigente solo tres años y que permitía el ingreso de las embarcaciones industriales hasta 2 o 2.5 millas de la costa en ciertas zonas.
El desaprovechamiento de la disponibilidad de este recurso ha causado, de acuerdo con Gutiérrez, que solo queden 3 fábricas operativas —de las 10 que había— para la producción de harina y aceite de pescado en el sur del país.
Ya Macroconsult había advertido que, hasta el 2023, la pérdida estimada laboral bordeaba los 1,400 empleos directos e indirectos y, en dinero, equivaldría a US$ 1,800 millones.

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Anchoveta: un stock uniforme
De acuerdo con los expositores, el peligro de continuar pescando de la manera en que se hace en el sur de Perú y norte de Chile es, primero, la pérdida económica que representa para nuestra nación la falta de acceso a la zona de 5 millas.
Segundo, Sustainable Fisheries Partnership ha subrayado en más de una ocasión que el Total Admisible de Capturas (TAC) sumado de Perú y Chile significa un peligro latente de colapso para la pesquería, dado que cada país calcula por su cuenta.
Por ello, Oliva y Gutiérrez creen conveniente que se alcance un acuerdo de una cuota que implique a ambas naciones.
“El propósito de hacer una evaluación conjunta es poder tener una idea muy clara de cuál es el estado del stock de anchoveta en todo el rango de distribución. Conociendo eso y conociendo la estructura poblacional se llega a estimar una cuota de pesca total para los dos países”, sostuvo Gutiérrez para este diario.
Sin embargo, observó un riesgo: “La gran pregunta es cómo distribuimos eso. Es difícil porque el stock se está moviendo parcial o totalmente de un lado a otro en las fronteras. Es un recurso fronterizo. Entonces ahí está el detalle de la coordinación binacional para ver de qué manera se regula el esfuerzo”.
Desde su perspectiva, una entidad certificadora podría contar diariamente los desembarques; de tal manera que, una vez alcanzada la cuota máxima total acordada, cierre la pesquería por los períodos que sean apropiados biológicamente.
Pero esta posibilidad también encierra el peligro adicional de generar una carrera olímpica. “En este caso, lo conveniente será prever también límites al esfuerzo, como los que existen actualmente en Perú en cual una embarcación no puede descargar más de una vez en un ciclo de 24 horas”, agregó.

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Cooperación internacional: un plan de largo aliento
Desde 1992 existe un nivel de coordinación a nivel científico entre el Imarpe de Perú y el Ifop de Chile, mas no un manejo común de los stocks. Sin embargo, se encuentra en curso el proyecto Humboldt 2, denominado “Catalizando la Implementación de un Programa de Acción Estratégico para la Gestión Sostenible de los Recursos Marinos Vivos Compartidos en el Sistema de la Corriente de Humboldt”.
En este “mar” de diálogo, la meta para la zona SPNCH es una: acordar protocolos para operar la evaluación simultánea, secuencial o conjunta del stock compartido y de las pesquerías de anchoveta.
Hasta el momento, de acuerdo con los expertos, se han conformado cinco grupos técnicos binacionales con la misión de preparar planes de cruceros de evaluación directa (acústica y MPDH) y oceanográficos.
“Humboldt 2 se termina el próximo año, pero el propósito es que la coordinación binacional continúe a lo largo del tiempo a través de, posiblemente, un convenio directo entre Perú y Chile en su pesca. [...] Es un compromiso asumido por los dos países ante el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo”, precisó Gutiérrez.
Y remarcó, en esa línea, que restablecer un régimen controlado de pesca industrial entre las franjas de las 2 y 5 millas, con monitoreo científico y compensación social, permitiría recuperar empleos y fortalecer la investigación marina.
“Por supuesto, esto incluye también la creación de zonas de exclusión, que son desembocaduras de río, áreas naturales protegidas. Básicamente, se trata de restablecer el régimen de ventanas”, concluyó.

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Manejo adaptativo: en pro de la sustentabilidad
Oliva, el especialista chileno, insistió en que el manejo adaptativo es la clave para responder de forma flexible, en el mercado de la anchoveta, a cambios ecológicos, sociales y económicos.
Aseguró que “es un enfoque de gestión que se basa en el aprendizaje continuo, porque las decisiones se ajustan según nueva información científica, condiciones ambientales y resultados de monitoreo”. Por eso la pesca de la anchoveta y los números alrededor de la actividad deben estar bajo constante análisis.
En suma, “el océano cambia, el clima cambia, y el manejo adaptativo no es solo una estrategia: es una forma de pensar, de cuidar y de construir futuro”.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.