El gobierno de Perú va a pedir un préstamo de al menos US$ 3.000 millones para financiar principalmente proyectos de sanidad, educación e infraestructuras, según dijo en una entrevista con Efe el ministro de Comercio y Turismo, Roberto Sánchez.
Sánchez -junto con los ministros de Exteriores, Economía y Salud- ha acompañado al presidente Pedro Castillo en su primera gira exterior, que le ha llevado a México, Washington y por último Nueva York, donde el mandatario pronunció un discurso en la Asamblea General de la ONU.
Sánchez detalló que la delegación peruana se ha entrevistado en los pasados dos días con responsables del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional, entre otras instituciones, pero no quiso precisar en cuál de ellas va a solicitar ese préstamo.
Sí detalló los argumentos expuestos ante estos y otros organismos estadounidenses: “(Somos) un país de expectativas, una nación de mercados abiertos, donde saludamos los veinte años de crecimiento importante, que ahora aspiramos a hacer más inclusivos y pensar en (invertir) en educación, salud, vivienda, empleo y dignidad”, dijo.
“El Perú, con respecto a su PBI, es uno de los países con menor deuda pública (con) una estabilidad macroeconómica y una política fiscal” que hacen “sensato” solicitar este préstamo, y especificó, por ejemplo, el crecimiento del 13% del PBI esperado este año -aunque reconoció el “efecto rebote” tras la recesión- y aventuró unas cifras de entre +3 y +4% para 2022 según cifras del Banco Central de Reservas.
Otros argumentos que ofreció para tranquilizar a los mercados y los inversores internacionales fueron en la línea de ahuyentar el peligro de políticas intervencionistas que se le suponen a su gobierno: “Aquí no se va a expropiar nada, no hay que inventar fantasmas ni levantar cucos”, dijo en alusión a la contestación política interna.
Y reafirmó también “el respeto por la autonomía del BCR”, además de circunscribir en endeudamiento público a una ley aprobada por el Congreso y que lo limitará a un 3% plurianual.
Los organismos multilaterales nos miran como sujetos de crédito -recalcó-, no entendemos cómo hay sectores (en el país) que no entienden que terminó el proceso electoral.
-Guiños progresistas-
Pero para desmentir la imagen de un gobierno continuista con la ortodoxia liberal que ha presidido la política económica peruana en las últimas décadas, Sánchez también se permitió algunas críticas: “El capitalismo, como el comunismo, está en crisis, no ha sido capaz de generar un proyecto civilizatorio respetuoso con el medio ambiente o los derechos humanos”.
Además, en Perú ese modelo económico “ha generado precariedad y exclusión: no ha habido aquí la famosa ‘mano invisible’, más bien una mano mafiosa” que ha llevado al país “a su verdadera pandemia: la de la corrupción”, personificada en presidentes, congresistas, alcaldes y políticos de todo nivel, dijo.
Por todo ello, reafirmó el proyecto de su gobierno “a medio o largo plazo” de redactar una nueva constitución, pues “la Constitución del 93 no es sacrosanta” y por ello “no es insensato plantear un nuevo pacto social; lo insensato es continuar con las mismas bases que han generado tanta precariedad”.
-Relación con Venezuela-
El ministro también se refirió al debate interno peruano sobre si debe reconocerse al gobierno venezolano, después de que los gobiernos peruanos anteriores fueran adalides en la oposición continental a Nicolás Maduro -hasta el punto de crear el “Grupo de Lima”, hoy inactivo- y dio a entender que lo harán.
“Creemos en el principio de autodeterminación de los pueblos y en la solidaridad entre las naciones, y lo justo es el reconocimiento a todos nuestros países, y esto no significa vetar ni condenar”, afirmó.
Pero para adelantarse a las sospechas sobre la supuesta deriva “chavista” de su gobierno, subrayó: “Perú mira su propia realidad, no quiere ser como ningún país, es un proyecto inédito de democratización, podemos dialogar con China, Estados Unidos, Venezuela... ¿por qué tendríamos temor de conversar?”, concluyó.