
El académico británico estadounidense Simon Johnson, profesor de la Escuela de Administración Sloan del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), fue reconocido con el Nobel de Economía por sus estudios sobre la desigualdad de las naciones en octubre del 2024.
Anteriormente, en el 2023, Johnson y Daron Acemoglu, también nobel con el que compartió el premio, habían escrito “Poder y progreso: nuestra lucha milenaria por la tecnología y la prosperidad”. El libro analiza cómo los avances tecnológicos de los últimos 1.000 años han beneficiado históricamente a las élites.
El texto también desarrolla cómo los avances tecnológicos pueden convertirse en herramientas empoderadoras, advierten sobre las consecuencias de depender de la inteligencia artificial (IA) y enfatizan la necesidad de reformular la innovación para fomentar la prosperidad compartida.
Al respecto, Johnson conversó con BBC sobre el impacto de que hoy existan grande empresas tecnológicas, entre otros aspectos.
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Para Johnson, estas compañías tienen una alta relevancia, pues además de tener poder industrial gozan de uno sobre la información.
“Las grandes tecnológicas tienen un gran alcance. Afectan directamente a muchas actividades comerciales y también impactan cómo recibimos y procesamos la información, lo cual es fundamental para la democracia”, indicó.
Un factor clave de su preponderancia, sostuvo, es que están fuertemente arraigadas en nuestras vidas. “No podemos vivir sin ellas, como los motores de búsqueda o de redes sociales (…) Las grandes tecnológicas tienen un gran alcance. Afectan directamente a muchas actividades comerciales y también impactan cómo recibimos y procesamos la información, lo cual es fundamental para la democracia”, mencionó.
En este contexto, consideró que el desarrollo de la inteligencia artificial puede ser “muy beneficioso” para la humanidad, así como también “extremadamente problemático”. Su libro, por ello, busca que las personas comprendan y reflexionen sobre estas decisiones.
Para Johnson, todo este escenario también ha decantado en que los celulares y el software “han alcanzado un mayor nivel de actividad y una segmentación más precisa de las personas.” “Utilizan tu feedback y rastrean lo que haces. Saben cuándo apartas la mirada, cuándo te cambias de sitio. Se han vuelto muy buenos manipulando tus emociones”, comentó.
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Consideró que la manipulación emocional se ha tornado “bastante extrema” y, precisamente, estas herramientas se han vuelto “muy buenas” haciéndolo. Los más afectados son los adolescentes. Pero también tiene un impacto directo sobre la democracia, elevando su polarización.
¿Qué se propone al respecto? El premio nobel opinó que una buena opción sería la suscripción, aunque el costo sea la molestia de muchos.
“Es parte de cómo la industria se resiste. Hoy en día mucha gente paga por servicios de streaming, por ejemplo. Netflix, Disney, etc. Aunque muchas cosas buenas en la vida son gratis, eso no incluye al contenido de internet. Las cosas gratis te las traen los anuncios digitales, y estos anuncios son adictivos, manipuladores y problemáticos desde un punto de vista democrático”, comentó.
El objetivo es crear un distanciamiento sobre todo este control de emociones y sus riesgos, como la polarización de la democracia. El esquema, agregó, podría contar con tarifas diferenciadas, por ejemplo.
“Con una subscripción sería mejor y puedes tener diferentes niveles de suscripción. Puedes tener precios más bajos en diferentes países. Puedes tener precios más bajos para estudiantes o para personas mayores”, mencionó.