El informe “Panorama Laboral 2024 de América Latina y el Caribe” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es claro: Perú es uno de los líderes regionales en informalidad laboral entre las principales economías de la región. Un hecho no menor, si se toma en cuenta que la informalidad regional ha descendido, de acuerdo a este organismo, por segundo año consecutivo.
Así las cosas, voceros del organismo internacional explicaron a Gestión cuáles son las razones detrás para entender esta posición de Perú frente a sus vecinos regionales.
La perspectiva de cara a cómo podría fluctuar el grado de informalidad en 2025 no es negativa, pero tampoco la más alentadora. Esta sensación es compartida entre los países de América Latina y el Caribe.
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¿Por qué lidera Perú?
Según el informe de la OIT, la tasa regional promedio de informalidad laboral se situó en un 47.6% hasta mediados de 2024, lo que refleja una ligera mejora respecto al 2023 (48%) y 2019 (48.8%).
“Es el segundo año consecutivo donde hay una reducción. La informalidad persiste como una característica estructural de nuestro mercado de trabajo”, precisó Gerson Martínez, especialista regional en Economía Laboral de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, a Gestión.
Detrás de esta reducción regional, detalló Martínez, es importante recordar el peso de México y Brasil, que explican conjuntamente el 60% de la ocupación laboral de América Latina y el Caribe.
A pesar de esta realidad, aparentemente positiva, Perú destaca por tener la tasa de informalidad más alta, incluso desagregando los datos por género, en base a la propia encuesta que la OIT elaboró para su informe considerando 11 países.
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¿Qué hay detrás de este aparente “liderazgo” de Perú en un indicador laboral como este? Martínez señaló que gran parte de ello lo responde la incidencia de determinados sectores en la generación de empleo.
“Hay rubros que se caracterizan por tener una alta incidencia de informalidad. En el caso peruano, el sector agropecuario primario, comercio y servicios, explican en gran medida su situación”, comentó.
El especialista agregó que pesa bastante también en la realidad laboral peruana el tamaño empresarial. “Países que tienen una base importante de mypes empujan sus promedios hacia arriba”, indicó.
Recientemente, y como contó Gestión, el titular del Ministerio de Trabajo, Daniel Maurate, reveló que buscará crear un “registro de trabajadores informales”. El objetivo sería diseñar políticas y estrategias focalizadas en zonas del país con alta incidencia de informalidad laboral.
Consultado por su apreciación sobre esta propuesta, Martínez consideró que sería bastante positiva si es que llega a implementarse correctamente.
“Suena interesante poder tener esa escala de grises dentro del espectro de la informalidad. Ahora, para algunos casos, no será suficiente contar con una política de formalización. Quizá primero se necesite una política de combate a la pobreza”, recalcó.
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¿Y la brecha salarial?
El informe de la OIT también analiza otros criterios clave para entender la evolución del mercado laboral en América Latina y el Caribe.
En el caso de la brecha salarial de género, tanto por ingresos mensuales como por salarios por hora, Perú se encuentra a mitad de tabla, por debajo del promedio regional en ambas comparaciones.
Si bien la posición de Perú se mantiene en dicho nivel, Ana Virginia Moreira, directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, recalcó que persiste una alta presencia de mujeres en trabajos con bajas remuneraciones.
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“Las brechas de acceso y calidad del empleo que gozan las mujeres en la región son muy desiguales. La alta feminización de ocupaciones de baja productividad y alta informalidad como el trabajo doméstico remunerado y el comercio al por menor determinan en buena medida esto”, sostuvo.
Para revertir esta situación, la vocera de la OIT apuntó que los países interesados en favorecer la calidad de empleo formal en sus territorios deben reforzar la lucha contra los estereotipos de género y la discriminación hacia las mujeres.
“Se deben erradicar porque condicionan el tipo de inserción laboral femenino. Hacerlo permitiría que se favorezca la conciliación entre la vida laboral y familiar”, manifestó.
Por su parte, Martínez explicó que la razón por la que la OIT ha presentado datos al 2023 y no 2024 responde a que han intentando crear un índice ponderado de la brecha salarial de género.
“Normalmente otras estimaciones solo toman la masa salarial, sacan el promedio en mujeres versus el de hombres y ven la diferencia porcentual. Nosotros hemos ido al detalle”, aseguró.
De esta forma, agregó, han comparado a las mujeres asalariadas que trabajan a tiempo completo con sus pares masculinos en la misma condición. Otros análisis que también se incluyen en el informe, fuera de los valores ponderados, son comparaciones a tiempo parcial, salario por hora y otros.
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¿Mejorará el grado de informalidad en 2025?
Si bien la informalidad laboral persiste como un gran problema regional, el informe de la OIT concluyó que hubieron avances importantes en su reducción en los últimos años, aunque no han sido suficientes.
Para dimensionarlo, a pesar de la reducción en promedio, los datos de la OIT reflejan, precisó Martínez, que casi la mitad de trabajadores de América Latina y el Caribe tienen contratos precarios, ingresos inestables, falta de seguridad social y mayor vulnerabilidad económica, rasgos de la informalidad laboral.
¿Qué se puede esperar para 2025? Según el especialista del organismo, el panorama no debería ser muy diferente a lo registrado en 2023 y 2024: un descenso, pero no pronunciado.
La razón de ello sería que el crecimiento económico regional no será muy alto (2.5%), con un avance muy limitado como también se anticipa para el Perú (3%).
“La relación entre crecimiento económico y demanda de empleo sigue siendo estrecha, pero su impacto ha decaído. El crecimiento regional se ha ido acortando y para 2025 con todo lo que está pasando en el mundo, probablemente se revise a la baja”, estimó Martínez.
A pesar de ello, el vocero de la OIT reiteró que un bajo avance de la economía no significa que no se puedan impulsar políticas para generar mayor empleo de calidad. Instó, en ese sentido, a que los gobiernos exploren nuevas estrategias para generar oportunidades laborales.
“Los temas de empleo formal se suelen ver como resultados del crecimiento económico, pero medidas como fomentar la especialización o desarrollo de nuevas habilidades pueden potenciar el crecimiento a su vez”, propuso.
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Licenciado en Comunicaciones con especialidad en Periodismo por la Pontificia Universidad Católica del Perú, donde escribió en el portal Somos Periodismo y la revista Impresión. Parte del equipo fundador del medio digital Sudaca. Desde 2020 cubre temas económicos, políticos y sociales.
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