
El acceso de las mujeres al sistema financiero ha mejorado en el último quinquenio, pero a pesar de tener un superior comportamiento de pago que los hombres, las condiciones con las que estas toman créditos son sustancialmente menos favorables.
Las féminas, incluso, casi han equiparado el acceso a créditos de la banca, pues al cierre del 2024 el 33.1% de las adultas peruanas contaba con un préstamo; porcentaje similar (33.5%) que el de los varones. El ‘gap’ era más amplio seis años antes, con proporciones de 30.4% y 33%, respectivamente, según datos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).
“El acceso a servicios y productos financieros de calidad es fundamental para lograr la autonomía económica de las mujeres: contar con herramientas financieras adecuadas que les permita impulsar proyectos y emprendimientos; ahorrar y gestionar de manera eficiente sus recursos; reducir la vulnerabilidad ante fluctuaciones de ingresos; y superar adversidades que podrían conducirlas a la pobreza, tanto a ellas como a sus familias. Asimismo, disponer de mayores recursos y oportunidades”, afirma la SBS.
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Mujeres pagan tasa de interés más alta que hombres pese a su menor mora
Más aún, los avances en el acceso al crédito para las mujeres se traducen en una mayor participación en el total de deudores, especialmente en el financiamiento que reciben como cabezas de micro y pequeñas empresas (mype). Ahí, estas representaron, a diciembre del 2024, el 57.4% del total de deudores, por encima que los hombres (42.6%). “Esto reafirma el rol fundamental de las mujeres como emprendedoras y motor del desarrollo productivo del país”, resalta la SBS.

Incluso, fuera de Lima y Callao, tienen un mayor acceso a préstamos (29.5% de las adultas) que los hombres (27.9%), aunque, como muestra de las disparidades a nivel geográfico, en la capital estos últimos (51.9%) predominan sobre las mujeres (46.4%).
Pese a estos avances, las desigualdades de género en la calidad del empleo y el nivel de ingresos, en desfavor de las mujeres, siguen afectando las condiciones con las que obtienen financiamiento, sostiene la SBS.
Así, en promedio, las mujeres reciben montos de crédito inferiores (S/ 16,000) en comparación a los hombres (S/ 24, 000), es decir 33% más bajos; y con tasas de interés más elevadas.
A fin del 2024, las peruanas tomaban préstamos a una tasa de interés promedio de 58%, superior en 10 puntos porcentuales a la asignada a los varones (48%), revela la SBS.
La diferencia es más notoria en los créditos a mype destinados a ellas (55% de tasa de interés), mientras que a los hombres se les otorga con tasa de 40%; aunque también hay inequidad en los préstamos de consumo (60% y 52%, respectivamente).
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Mujeres tienen menor mora que hombres
Este desequilibrio en desmedro de las mujeres “limita su capacidad de inversión y crecimiento”, y a pesar de que ellas han demostrado un mejor comportamiento en el cumplimiento de sus obligaciones crediticias en comparación con los hombres, advierte la SBS.
En efecto, a diciembre del 2024, el índice de morosidad de las mujeres fue de 3.9%, frente al 4.5% de los hombres, patrón que se mantiene en financiamiento a mype, de consumo e hipotecario.
“Las mujeres reciben créditos por menos montos, más caros, a pesar de ser mejores clientes, más cumplidas en sus pagos”, sintetiza Carolina Trivelli, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
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¿Hay discriminación a las mujeres en el acceso al crédito?
El crédito es resultado de la negociación entre prestamistas y clientes, aunque es posible que parte de la diferencia en las condiciones de acceso al mismo, respecto de los hombres, se origine en la falta de información y desconocimiento de las mujeres y sus actividades por parte de las instituciones financieras, y hasta en un sesgo discriminatorio de estas últimas, sostiene.
Pero acota que, en esencia, el crédito responde a una demanda, y como los negocios de las mujeres suelen ser más chicos que los de los hombres, su requerimiento de recursos también es menor, y, por tanto, el financiamiento que reciben.
Las que tienen negocios, por ejemplo, participan más de inversiones de alta rotación, capital de trabajo, adquisición de insumos o mercadería; mientras que los hombres lo hacen pero a mayor escala, argumenta la especialista.
Es probable también que esa característica obedezca a sesgos cognitivos de las mujeres acerca de que no pueden emprender negocios mayores, añade.

En suma, las dispares condiciones de financiamiento –menos ventajosas para las féminas- responden a un menor monto demandado de préstamos por las actividades que realizan las mujeres; a sesgos de los prestamistas, inconscientes y hasta discriminatorios; aunque también a la menor información sobre los negocios de las emprendedoras que tiene la banca, explica Trivelli.
“Hay que tener en cuenta que las mujeres suelen tener negocios estacionales, como los de las campañas del Día de la Madre y otras. Esto genera información parcial y volátil para el prestamista”, menciona la economista sobre las posibles razones que llevan a las mujeres a pagar tasas más elevadas que los varones.
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Las condiciones socioeconómicas de la población femenina
La disímil evolución tendría raíces en las condiciones socioeconómicas de la población femenina, según la SBS. “El acceso a los servicios financieros (para las féminas) sigue siendo limitado debido a brechas estructurales arraigadas en desigualdades económicas, sociales y culturales”, afirma.
En el 2023, el 73.4% de las mujeres trabajaba en el sector informal, cifra que ascendió al 95.5% en las zonas rurales, según datos de INEI.
Muchas mujeres se concentran en sectores de baja productividad, como microempresas, lo que limita su acceso a estabilidad y seguridad laboral, dice la SBS.

Economista periodista. Estudió economía en Pontificia Universidad Católica del Perú. Editor de Finanzas por 10 años.