Moody’s bajó la calificación crediticia del Perú de A3 a Baa1 con perspectiva estable, en medio de expectativas de ajustes en el crecimiento. Gestion.pe conversó con Jaime Reusche, vicepresidente del Grupo Riesgo Soberano de la calificadora.
Tras un año, ¿cómo ven la calificación crediticia del Perú? ¿Ven un cambio en la perspectiva?
El año pasado la calificación pasó de A3 a Baa1 y mantuvimos la perspectiva estable, porque ya anticipamos que iba a darse un deterioro de la calidad institucional del país, y ello se ha visto; una volatilidad intensa en el espectro político y una desaceleración en el crecimiento. Naturalmente, la volatilidad afecta la confianza empresarial, las perspectivas de las inversiones y se ha desacelerado fuertemente el crecimiento con respecto a los países de la región.
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¿Qué tanto se ha dado el deterioro institucional?
Lo que preocupa más en este momento es el deterioro institucional que se ha excedido un poco más de lo esperado, y esto es un tema cualitativo y no cuantitativo. La calidad del servicio civil, en muchos estratos del Gobierno, se ha visto afectada por nombramientos políticos que no habíamos anticipado. El efecto directo es un impacto en el crecimiento económico del país en el mediano plazo, y sobre la eficiencia y eficacia del Gobierno.
¿Eso los lleva a pensar en un cambio en la perspectiva?
Por el momento, no. Pero sí hay algo de preocupación por el mediano plazo, por el deterioro institucional y por la desaceleración en el crecimiento económico.
¿Qué haría que cambie la perspectiva?
Una Asamblea Constituyente o un proceso que reescriba la Constitución gatillaría una perspectiva negativa, por el hecho de que muy probablemente se afecte el capítulo económico y abra una caja de Pandora. Ese es el mayor riesgo que mencionamos, pero el escenario es que no se dará. Por eso mantenemos la perspectiva estable.
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¿Y cómo se ve el manejo de la política fiscal desde el MEF?
El bastión que sostiene la calificación del Perú es la solvencia fiscal, y si eso se pierde claramente se verá afectada la calificación. Mal que bien, ha habido un cierto orden en las cuentas fiscales, a despecho de que la composición del gasto se ha deteriorado, se ha favorecido más el gasto corriente, se ha debilitado la eficiencia del gasto y la inversión pública. Eso preocupa en el mediano plazo.
¿Qué tanto ven deteriorado el gasto corriente?
Una de las fortalezas que tiene Perú es la credibilidad fiscal, porque en los últimos 20 años todos los objetivos fiscales siempre se han respetado. Hay una cultura de responsabilidad fiscal donde los tecnócratas hacen lo posible para guiar las políticas públicas para preservar la solvencia y el orden fiscal. Eso le da el beneficio de la duda al Perú, a despecho de que hay un deterioro en la composición en el gasto. Pero hay un riesgo en el que se le puede añadir rigidez al gasto, y eso es bastante peligroso, lo que ha llevado a varias crisis fiscales en muchos países de la región.
Con una caída en la inversión privada y la baja confianza, ¿eso lo debilita más?
La crisis de confianza podría llevar a que la economía caiga en una trampa de crecimiento bajo, no solo un año o dos años, sino en el mediano plazo, pero no estamos ahí todavía porque se tiene un sector privado bastante dinámico porque nuevamente no ha habido un descalabro de las cuentas fiscales que lleve a una crisis económica y, mal que bien, se mantiene el orden macroeconómico.
Por el momento, los resultados económicos han sido decepcionantes para un país con el potencial de crecimiento como el que tiene el Perú. Pero si este crecimiento bajo persiste, se vuelve en una gran preocupación que, sin lugar a dudas, puede pesar sobre la calificación.
¿Por cuánto tiempo?
Creo que el potencial de corregir el rumbo existe. Por un lado, creemos que la inversión privada se va a contraer este año, pero, por otro lado, la inversión privada va a estar en niveles más elevados que en el 2019. Hay una contracción año a año, pero al menos la tendencia sigue siendo favorable. La pregunta es ¿hasta qué punto se dará el quiebre? Hemos visto crisis de confianza en economías como Brasil y Chile o en otros países de la región con calificación más baja, como Ecuador o Argentina. Entre los países que están a la par en Perú y las crisis de confianza como las que vimos en Brasil y Chile, esas pasan facturas y son difíciles de medir, y no creemos que Perú haya llegado a ese punto todavía.
¿Es posible tener crecimiento bajo con solvencia fiscal?
Si la solvencia fiscal se mantiene con crecimiento bajo, eso requeriría de un esfuerzo mucho mayor por el lado del manejo fiscal para compensar una desaceleración mayor en el crecimiento. Eso también existe, pero es bastante complicado y sensible, tanto que es imposible que la calificación aguante.
El MEF lanzó Impulsa Perú. ¿Considera que con ello se retoma el crecimiento?
Ese plan ejemplifica la realidad del Estado peruano, en el sentido de que tienes a los tecnócratas del MEF conscientes de que hay una desaceleración y recurren a medidas que son las correctas para estimular el crecimiento. El problema es que tienes un gobierno que, a nivel político, no comprende estas medidas y no cree en las mismas, por ello, no va a ajustar sus políticas públicas en función de las medidas de impulso.
¿Por qué perciben que no las ajustarían? ¿Hay desidia o no creen en el modelo?
Creo que es una combinación de ambos. No entienden, en particular los mandos altos del Gobierno, que estas medidas requieren de otras complementarias. Requieren comunicación efectiva, con gestos al sector privado, para tratar de apoyarlas. No es algo que se pueda declarar sencillamente con decretos, sino que tiene que haber acciones y comunicación muy concertada con estas medidas para tratar de darle confianza al sector privado.