En las dos últimas semanas, dos hechos marcaron la economía: el debate por la necesidad de la una asamblea constituyente y el fin de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) al Perú que concluyó en una serie de recomendaciones y advertencias. El exministro de Economía y Finanzas, Miguel Castilla, conversó con Gestión sobre estos temas y los riesgos que enfrenta el país para continuar con el crecimiento.
El FMI al culminar su misión a Perú afirmó que la incertidumbre es muy alta y los indicadores de crecimiento están a la baja ¿Coincide con esta afirmación?
Así es. El FMI se suma a las calificadoras de riesgo y a la mayoría de analistas independientes que pensamos que este año va a ser de crecimiento más bajo, básicamente por la alta incertidumbre que no se va a disipar y porque el impulsor del crecimiento económico, que ha sido el consumo, se va a ralentizar.
¿Por qué este año el consumo será más bajo?
Hay dos razones. La primera es que desde el primer semestre del año 2020 hubo un incremento muy alto en el ahorro privado, llegando a una tasa histórica alta de 30% del PBI, producto del confinamiento y la incapacidad de gastar, y eso se ha reducido en la actualidad a en torno a 13% del PBI. Este ahorro privado es el que ha permitido sostener el consumo en lo últimos años. Esto ya se normaliza.
¿Y la segunda razón?
Lo otro es que el incremento en la tasa de interés y en la morosidad hace que vaya a haber menos crédito disponible lo que afectará el consumo, que crecerá, pero a un ritmo menor que el año pasado.
El otro motor que soporta la economía es la inversión ¿Seguirá apagada este año?
Todos los episodios que hemos visto de incertidumbre y de conflictividad han afectado las expectativas empresariales y eso golpea la inversión privada, a lo que se suma que no hay ningún proyecto minero relevante tras la culminación de Quellaveco, lo que hace prever una contracción de doble dígito en la inversión minera.
¿Y la inversión pública?
En esta, quizás lo único positivo es que, al haber recuperado mejores gestores públicos en el gobierno nacional, probablemente se pueda revertir el colapso que tuvieron, pero esto tiene que confrontarse con el natural año de aprendizaje de los gobiernos locales y regionales que empiezan gestión este año.
¿Qué podemos esperar para la inversión privada en medio de la conflictividad y la incertidumbre?
El Perú ha perdido atractivo, sin duda. Esto responde a los problemas de gobernabilidad que se traducen básicamente en una dificultad de tomar decisiones. El Estado está paralizado en la toma de acciones lo que hace que invertir en el país sea muy complicado. Si le sumas el riesgo regulatorio, se pasa una factura importante a una inversión que debería estar creciendo con todos los proyectos que hay a dos dígitos.
¿Cuál es el principal riesgo para la inversión en el Perú?
Un factor fundamental, que podría ser un parteaguas en el futuro de la inversión es que prospere un proyecto de asamblea constituyente. Aunque ahora no tiene alta probabilidad, si llegara a tener tracción haría que el Perú deje de ser completamente atractivo para la inversión. Hay inversión inercial, pero no hay proyectos relevantes como los debería haber con condiciones más habilitantes y mayor estabilidad.
En el caso de la asamblea constituyente hay quienes dicen que de una vez se consulte a la población para zanjar el tema de una vez ¿Puede ser una opción para terminar esta discusión?
Veo muchos riesgos en esa posibilidad, porque en general la masa de la población no sabe qué es una asamblea constituyente y obviamente si alguien solo se consulta algo va a decir que sí. Ya hay ejemplos del impacto que han tenido consultas de ese tipo en otros países.
¿Cree que la propuesta de una asamblea constituyente prosperaría?
Ese es el riesgo. Yo creo que sí, porque no es que se va a consultar su contenido. La mayoría de personas no sabe lo que es, eso abre una caja de pandora y lo peor para una economía es la incertidumbre. Podemos acabar tirando por la borda un marco constitucional que ha transformado al país en los últimos 30 años.
La economía peruana este año va a crecer poco, pero seguirá avanzando a pesar de la difícil coyuntura política ¿Qué sostiene este crecimiento casi inercial?
Que tenemos un ancla constitucional que protege los contratos, que le da autonomía al BCR, que relega la actividad empresarial estatal a un rol subsidiario y que privilegia las libertades económicas. Ese marco es el que blinda a la economía, de cierta forma, de toda esta inestabilidad política. Si eso cambiara ya no tendríamos ningún tipo de desacople entre lo político y lo económico y podríamos caer en una fase muy profunda de estancamiento en el país.
¿Cuál es su previsión de crecimiento del PBI para el 2023?
Un crecimiento de 2%, tomando en cuenta que no va a prosperar esta consulta a asamblea constituyente en el corto plazo. Pero si prospera y se abre esa caja de pandora, un crecimiento de 2% en promedio en los siguientes años sería muy elevado, porque el ancla que ha sostenido la economía se estaría bifuminando.
¿Esa ancla es el modelo económico?
Sin duda. Pero en la Constitución sí hay cosas que mejorar en dos temas centrales. Uno es la manera en cómo se ha descentralizado al país y las autonomías que se tienen en los gobiernos regionales y locales, especialmente para gastar la renta minera; además de cambios para asegurar una mejor gobernabilidad en el país y fortalecer la democracia. Son aspectos que urgentemente requieren cambios en la Constitución. Pero la izquierda solo quiere cambiar el modelo económico, que es una retórica facilista que ignora las consecuencias económicas que puede traer al país.
Hay mucha gente que no se siente que el crecimiento de la economía les llega y la insatisfacción es grande ¿Cómo se cambia esta situación?
Hay una desafección real. Y esto se explica por una total ineficacia del Estado en su rol redistribuidor que se hace a través del gasto público. Lo otro es que no hemos sido capaces de incrementar la productividad que es la permite salarios más altos y por eso esa sensación de estancamiento.
En ese rol redistribuidor, los gobiernos regionales y locales son responsables de una gran parte del gasto y en muchos casos para la población el responsable es solo el gobierno nacional...
Eso es cierto. Hay más de 20 años de descentralización donde las competencias han pasado a los gobiernos subnacionales. Allí hay parte de la responsabilidad. Por ejemplo, hay un problema serio en el país porque hay zonas que no tienen acceso a agua las 24 horas del día y esto se da porque existen 50 empresas públicas de agua y saneamiento que son municipales y la mayoría están quebradas, porque tienden a ser capturadas por intereses clientelistas y no funcionan de manera eficiente.
¿Cuál es el rol de Congreso en este problema de estancamiento económico y falta de políticas públicas inadecuadas?
Es un actor ausente. Los Congresos de los últimos años no han estado legislando. No aprobaron ninguna reforma que aumente el crecimiento de largo plazo y por el contrario se ha dedicado a hacer contrarreformas. No han estado a la altura de legislar pensando en el bien colectivo, han primado agendas particulares.
¿Cuál es la consecuencia que puede haber si no se revierte este entrampamiento político?
Estamos ante una crisis institucional muy grave y si no hay reformas que aborden estos problemas, el pronóstico para la economía es muy reservado y la inercia se puede acabar. Hay una responsabilidad compartida de la clase política en los distintos niveles del Estado.
¿Es posible saber cuánto tiempo puede durar este crecimiento inercial?
Es difícil saberlo porque somos un país que tiene un crecimiento población y una demanda interna. Una buena medida indirecta es el crecimiento potencial que hace 10 años era de 6% y hoy en día está por debajo de 3%.
El MEF ha lanzado una serie de medidas para tratar de apuntalar el crecimiento ¿Son suficientes?
Que el crecimiento sea inercial es insuficiente. Si el país no recupera estabilidad política y un sentido de urgencia de necesidad de retomar reformas, lamentablemente el crecimiento per cápita va a ser cero e incluso podemos ir revirtiendo las ganancias en pobreza que hemos tenido en los últimos años.
¿Hay espacio para un impulso fiscal que ayude a reactivar la economía?
El problema de crecimiento del país no se va a resolver con mayor gasto público. Hay espacio fiscal para hacer algunas intervenciones, pero el problema es si eso va a ser efectivo para movilizar el gasto privado, que es el grueso de lo que mueve la demanda interna. El desafío del MEF es hacer un impulso fiscal basado en inversión pública. Pero más importante es que se retome la cartera de proyectos mineros que por la conflictividad está paralizada.
Personalmente, se siente optimista o pesimista sobre el futuro de la economía
Siento que podemos cambiar el curso de los eventos y retomar el progreso si es que la clase dirigencial y los políticos se dan cuenta que la economía puede apagarse de continuar en esto. No soy muy optimista, pero reconozco que el Perú tiene fortalezas muy grandes que han logrado blindarlo y mi optimismo moderado radica en la contención de estos embates contra nuestro marco constitucional.