La ley otorga al presidente estadounidense la prerrogativa de utilizar hasta 30 millones de barriles en 60 días o más “en caso de graves interrupciones de suministro de energía”. (Foto: EFE/EPA/Chris Kleponis / POOL).
La ley otorga al presidente estadounidense la prerrogativa de utilizar hasta 30 millones de barriles en 60 días o más “en caso de graves interrupciones de suministro de energía”. (Foto: EFE/EPA/Chris Kleponis / POOL).

Recurrir a las reservas estratégicas de es una alternativa que resuena con fuerza en para bajar los precios del crudo, con un presidente a la defensiva con la inflación impulsada por el costo de la gasolina.

Sin embargo, en medio de un compromiso con el cambio climático, la Casa Blanca sopesa esta estrategia raramente utilizada y cuyo impacto sobre el precio de los carburantes en las gasolinerías sería, cuando menos, provisorio.

Estados Unidos creó sus reservas estratégicas en 1975 para enfrentar shocks petroleros. Las mantiene en enormes depósitos subterráneos a unos 800 metros de profundidad a lo largo de la costa del golfo de México, con un tope de 714 millones de barriles (mb).

Actualmente, el nivel de estas existencias escala a 609 mb, según el Departamento de Energía, algo así como seis meses de consumo de crudo en el país.

Unos 60 reservorios hundidods en un estrato salino se distribuyen en cuatro sitios altamente vigilados en Luisiana y Texas.

Se requieren unos 12 días luego de la decisión del presidente para que ese petróleo sea refinado y apto para vender. Puede utilizarse para cubrir la demanda interna o ser exportado.

Precedentes

La ley otorga al presidente estadounidense la prerrogativa de utilizar hasta 30 millones de barriles en 60 días o más “en caso de graves interrupciones de suministro de energía”.

En 1991 George H. W Bush ordenó usar unos 17 mb durante la primera guerra del Golfo.

En 2005, su hijo George W. Bush ordenó volcar 11 mb al mercado tras el huracán Katrina que devastó Luisiana y sus estructuras petroleras.

En 2011, Barack Obama liberó 30 mb para suplir petróleo proveniente de Libia.

Por el contrario, en 2011, luego de los atentados del 11 de setiembre, Bush hijo ordenó llenar los reservorios hasta el tope.

Volcar estas reservas al mercado para bajar precios podría tener un efecto limitado, de corto plazo, estima John Kilduff, analista de mercado petrolero de Again Capital.

“Para ser eficaz, es necesario que el monto de reservas utilizado sea importante y que haya un esfuerzo coordinado” con otros países, destacó.

Dilema ante el cambio climático

En tiempos de discursos sobre reducción de emisiones, recurrir en abundancia a estas reservas puede despertar críticas.

“Sería contraproducente en términos de imagen sobre el cambio climático”, destacó recientemente un editorial del diario The Washington Post. “Es ciertamente una contradicción” para el gobierno de Joe Biden, constató de su lado Kilduff.

“Los líderes de la lucha contra el cambio climático son favorables a altos precios del petróleo para permitir que las energías renovables sean más competitivas”, añadió el analista.

Pero para Biden, la inflación -la más alta en tres décadas en 6.2% en 12 meses a octubre y muy presionada por los precios de la energía- podría ser un veneno político.

Luchar contra el aumento de precios se volvió imperativo para la Casa Blanca.

“Estos aumentos (de precios) afectan la popularidad del presidente”, constata Kilduff.

El precio promedio del galón (3.8 litros) de gasolina subió a US$ 3.41 frente a US$ 2.12 hace un año, según la asociación de automovilistas AAA.

Este nivel, todavía aceptable por los conductores, se vuelve problemático a partir de US$ 4 el galón, según los expertos.

“Es un punto de quiebre. Se gastan entonces US$ 100 para llenar el tanque de una SUV. Eso capta la atención de los automovilistas y mina la confianza de los consumidores, y frena la economía”, advierte John Kilduff, quien recuerda que todas las recesiones en Estados Unidos estuvieron precedidas por un alza de los precios del petróleo.