A mediados de año, cuando los precios de los commodities se disparaban y las bolsas se hundían, parecía que las acciones de mercados emergentes podrían lograr lo que hicieron una sola vez en los últimos diez años: superar los retornos de las acciones estadounidenses.
Han pasado dos meses y la esperanza se ha esfumado: un pequeño rebote en los precios de acciones del mundo avanzado significa que el bajo desempeño del mercado emergente probablemente continuará. La subida de las tasas de interés estadounidenses –y la expectativa de que habrá más este año– no ha ayudado a las economías emergentes, especialmente las que son grandes importadoras y tienen deudas en dólares. Empero, durante los últimos diez años, el desempeño del dólar ha sido mixto y las tasas de interés, bajas.
En el mismo periodo, el índice de mercados emergentes MSCI EM ha tenido retornos de solo 2.9% anuales, frente a 9.5% de acciones de mercados ricos. Un gran problema es la creciente brecha entre ganancias en mercados emergentes y avanzados. En el apogeo de retornos emergentes, antes de la crisis financiera del 2007-2009, los márgenes de ambos índices eran similares. Pero a diferencia de las estadounidenses, las ganancias emergentes no se recuperaron.
Los márgenes “forward” –ganancias netas esperadas por analistas para este año y el próximo– están en 7.5% para mercados emergentes, comparados con 12.8% para Estados Unidos y 8.9% para la eurozona. Es la brecha más amplia en lo que va del siglo. Varios factores lo explican.
Para países exportadores de commodities, como Brasil, Indonesia y México, los enormes márgenes antes del colapso de Lehman Brothers reflejaban precios por las nubes de commodities tan variados como soya, petróleo, carbón y níquel, y no una gestión eficiente.
Desde entonces, los precios han regresado a la Tierra. Incluso durante el reciente pico, tras la invasión de Rusia a Ucrania, el Índice de Commodities de Bloomberg se ubicó 43% por debajo de su máximo nivel en dicho periodo. Más del 20% del índice MSCI EM está compuesto por empresas estatales, las cuales están lastradas por responsabilidades más allá de la generación de utilidades.
Muchas son energéticas y financieras, sectores que han tenido una década mediocre. En los diez años terminados en junio, las empresas estatales del índice registraron retornos anuales de 2.6%, frente a 4.2% generado por sus contrapartes privadas.
El cambio en países que integran el índice, que los inversionistas esperaban les daría mayor exposición a economías de rápido crecimiento, ha sido de poca ayuda. En el 2005, cuatro países –Brasil, Corea del Sur, Sudáfrica y Taiwán– tenían cada uno mayor participación que China; pero hoy, las acciones chinas listadas en Hong Kong y en el continente, representan un tercio del índice, de lejos la mayor participación. Pero a pesar del crecimiento económico, las ganancias chinas siguen deprimidas. El índice MSCI China se ubica, increíblemente, por debajo de su pico del 2007, en dólares.
En el 2013, Yu Yongding, del centro de investigación Sociedad de Economía Mundial de China, dijo que las ganancias de unas cuantas toneladas de acero “apenas alcanzan para comprar un chupetín”. El exceso de capacidad en industrias chinas claves, que han sido inundadas con inversión, sigue siendo un problema. ¿Aumentarán las ganancias? La tercerización de tecnologías de la información ofrece una chance para emparejar la tradicional fortaleza de los mercados emergentes de salarios bajos con una creciente economía global digital.
Pero la digitalización también es motivo de escepticismo sobre un resurgir de esos mercados. El ascenso de firmas con grandes inventarios de activos intangibles, como software y propiedad intelectual, explica mucho del incremento de ganancias en el mundo rico. Según una estimación, los intangibles, en su mayoría no divulgados, representaban 90% del valor de mercado de las empresas del índice S&P 500 el 2020, 50% más que en 1990.
Las economías en desarrollo invierten mucho menos en I+D. De las incluidas en índices de mercados emergentes, solo Corea del Sur y Taiwán sobrepasan el gasto en I+D de Estados Unidos (que es 3.5% de su PBI). El equivalente de China es 2.4% de su PBI, y la campaña del Gobierno contra las tecnológicas de consumo más exitosas, como Didi y Alibaba, es un mal augurio para firmas enfocadas en intangibles.
Según el Banco Mundial, la inversión en I+D es menos del 1% del PBI en India, Indonesia, México y Sudáfrica. Las firmas que invierten en intangibles suelen operar en urbes bulliciosas, que abundan en el mundo emergente. Pero también requieren de sistemas legales y de gobernanza confiables, a fin de que las inversiones estén protegidas del plagio. La apertura al conocimiento foráneo y la colaboración transfronteriza también son cruciales.
Dada la ausencia de estas condiciones en muchas economías en desarrollo, pasará tiempo antes de que los retornos de mercados emergentes y, por ende, el desempeño de sus acciones, igualen a los del mundo rico.