Si Bill Rhodes dice que la crisis de deuda que ha estallado en los mercados emergentes del mundo es la peor que ha visto, entonces seguro es grave.
Rhodes, de 84 años, sabe una que otra cosa sobre el tema. El antiguo ejecutivo de Citigroup Inc. es un veterano del Plan Brady de la década de 1980 que restableció el conteo regresivo para economías en dificultades de América Latina al crear una nueva estructura de deuda para los países en desarrollo que aún está en pie hoy.
“Va a ser difícil”, dijo Rhodes en una entrevista el jueves. “Es necesario tener algún tipo de coordinación entre los sectores público y privado”.
Tres décadas después de que el secretario del Tesoro de EE.UU. Nicholas Brady interviniera para rescatar a los mercados emergentes, la pandemia global nuevamente está desafiando al mundo con la búsqueda de una solución y, esta vez, una serie de bonistas privados también debe adherirse. Más de 90 naciones ya han solicitado apoyo al Fondo Monetario Internacional en medio de la pandemia.
Está claro que la tarea sería desalentadora. La deuda de US$ 160,000 millones renegociada durante el Plan Brady es un simple suspiro frente a los US$ 730,000 millones que, según el Instituto de Finanzas Internacionales, los mercados emergentes adeudan en divisas para finales del 2020.
Además, a diferencia de 1989, cuando los préstamos estaban mayormente en manos de bancos y los incumplimientos ya habían sucedido, ahora esto se divide entre cientos de acreedores que van desde fondos de cobertura en Nueva York hasta fondos soberanos de Medio Oriente y fondos de pensiones asiáticos.
Académicos y autoridades abogan por medidas que permitan a los países en desarrollo pausar los pagos de bonos al menos hasta el 2020, si no más, hasta que el coronavirus desaparezca y las economías se estabilicen lo suficiente como para analizar la sostenibilidad de la deuda. Esto molesta a algunos acreedores de Wall Street que dependen de dichos fondos para mantener a flote sus carteras.
El Grupo de los 20 y organizaciones multilaterales ya están trabajando para ayudar a las naciones a mantenerse al día con la deuda. El FMI y el Club de París pidieron al IFI, con sede en Washington, que coordinara un alto, y las Naciones Unidas están solicitando un nuevo organismo de deuda global.
Se necesita una solución cuanto antes. Los bonos denominados en dólares de 18 países en desarrollo ya cotizan a diferenciales de al menos 1,000 puntos básicos sobre los bonos del Tesoro de EE.UU., la referencia para deudas en estrés financiero, según datos compilados por Bloomberg. Si bien tres casos especiales (Venezuela, Argentina y Líbano) ya estaban lidiando con sus propios problemas antes de la pandemia, otros se están acercando a esos niveles en medio de ventas masivas de divisas y flujos salientes récord.
Brasil, México, Colombia, Sudáfrica, India e Indonesia figurarían entre los más vulnerables a una crisis relacionada con el virus, dijo el miércoles Anna Stupnytska, directora de macro global y estrategia de inversión de Fidelity International con sede en Londres, en una entrevista con Bloomberg Television. Ella anticipa que los próximos meses serán críticos.
Alivio de la deuda
Mostrar tolerancia en términos de los pagos de la deuda es la idea más popular para ayudar a los mercados emergentes, aunque probablemente se necesitaría una extensión más allá de 2020, según Anna Gelpern, profesora de derecho en Georgetown University que trabajó seis años en el Tesoro de EE.UU. Un grupo de coordinación podría ofrecer términos estandarizados a todos los acreedores de un país que automáticamente pospongan los pagos, dijo.
No obstante, será tarea difícil convencer a acreedores privados, especialmente aquellos con una gran exposición a los mercados emergentes, que acepten el golpe que representa aplazar los pagos de la deuda.
Zambia ha iniciado conversaciones para posponer sus atrasos, mientras que Argentina ha propuesto un plan de reestructuración de su deuda que incluye una moratoria de pago de tres años.
Bonistas ya otorgaron a Ecuador un retraso en los pagos de cupones hasta agosto, lo que podría ahorrarle al Gobierno hasta US$ 1,350 millones este año, mientras maneja uno de los peores brotes de virus de la región y una venta masiva de petróleo.
Lee Buchheit, veterano con cuatro décadas de experiencia en el mundo de la reestructuración, dijo que obligar a cada nación a renegociar por sí sola únicamente exacerbaría el dolor.
“Estamos ante un fenómeno en todo el planeta que hará que varios países tengan que enfrentarse a posiciones de deuda insostenibles”, dijo.