Tras más de tres décadas en Wall Street, Jim Covello ha aprendido lo doloroso que puede ser apostar contra una burbuja tecnológica. El mercado acostumbra a acumular riquezas, mes tras mes, incluso cuando está claro que los últimos adelantos no están resultando como se esperaba.
Ocurrió con las empresas puntocom a fines de los noventa y, más recientemente, con las criptomonedas. Y Covello, director de investigación de renta variable de Goldman Sachs Group Inc., dice que es probable que también suceda con la inteligencia artificial, por lo que es peligroso, si no definitivamente tonto, comenzar a apostar contra empresas como Nvidia Corp.
Sin embargo, no tiene ninguna duda de que el ajuste de cuentas está por llegar. Puede que no sea este año, ni siquiera el próximo, pero en algún momento, afirma, ocurrirá. En su opinión, los cientos de miles de millones de dólares que las empresas están invirtiendo en IA no desencadenarán la próxima revolución económica, ni siquiera competirán con los beneficios de los teléfonos inteligentes e internet. Y cuando eso se haga evidente, todas las acciones que han subido gracias a sus promesas también caerán.
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“La mayoría de las transiciones tecnológicas de la historia, sobre todo las que han sido transformadoras, nos han llevado a sustituir soluciones muy caras por otras muy baratas”, afirma Covello, que se dio a conocer en Goldman como analista de acciones tecnológicas. “Reemplazar potencialmente puestos de trabajo con tecnología tremendamente costosa es básicamente el polo opuesto”.
Covello está emergiendo como líder de un pequeño pero creciente grupo de observadores del mercado que están poniendo en duda un principio crucial del rally que ha añadido casi US$ 16 billones al S&P 500 desde fines de 2022: la idea de que el deslumbrante poder de los modelos de lenguaje grande marcará el comienzo de la próxima gran etapa del capitalismo, una en la que las ganancias corporativas se dispararán a medida que más y más trabajo se entregue a máquinas inteligentes, impulsando la eficiencia y acelerando el crecimiento.
Hay muchos creyentes. Jamie Dimon, el director ejecutivo de JPMorgan Chase & Co., se ha declarado convencido de que la IA provocará cambios extraordinarios, que podrían llegar a ser tan transformadores como los que trajeron la imprenta, la máquina de vapor y la electricidad. El estratega jefe de inversiones de State Street Corp., Michael Arone, dijo que está trayendo un “milagro de productividad prolongado y sin precedentes”. Incluso dentro de la propia empresa de Covello, el economista global Joseph Briggs estima que la IA acabará automatizando una cuarta parte de todas las tareas laborales e impulsará el ritmo del crecimiento económico.
Esta especulación, a su vez, ha desencadenado un auge muy concreto, ya que las mayores empresas tecnológicas del mundo realizan grandes inversiones en un intento de extender su dominio a la esfera más novedosa. Esto ha supuesto una gran recompensa para empresas como Nvidia, Broadcom Inc. y Super Micro Computer Inc. que proporcionan el hardware necesario para alimentar los modelos de IA. Incluso las empresas de servicios públicos han visto cómo se disparaban las ventas debido a la creciente demanda de los centros de datos, sedientos de electricidad.
Sin embargo, el problema, según los escépticos, es que las esperanzas comerciales depositadas en esta tecnología pueden ser exageradas, con el consiguiente riesgo de una corrección bursátil si los Goliat tecnológicos reconsideran sus cuantiosas inversiones.
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“El último tonto”
David Bahnsen, fundador y director de inversiones de Bahnsen Group, se ha estado preparando para ese escenario. Ha evitado a Nvidia y otras grandes acciones tecnológicas, anticipándose a lo que considera un posible “desastre”.
“La forma en que ganamos dinero es no quedarnos con las manos vacías cuando el último tonto haga esa operación en Cisco en marzo de 2000″, sostuvo, refiriéndose a la precipitada caída que sufrieron las acciones de la empresa de hardware tras el estallido de la burbuja puntocom. “Mucha gente va a perder dinero si no hace operaciones”.
Hasta ahora, ha habido pocas señales de ello. Aunque las acciones tecnológicas cayeron el miércoles por el temor a que los fabricantes de chips se vean arrastrados más profundamente en una guerra comercial entre Estados Unidos y China, todavía se mantienen cerca de máximos históricos. Casi la mitad del avance del S&P 500 desde que tocó fondo en octubre de 2022 se ha concentrado en solo seis empresas: Apple Inc, Microsoft Corp, Nvidia, Alphabet Inc, Amazon.com Inc y Meta Platforms.
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Nvidia, que por sí sola ha sumado casi US$ 2 billones en valor de mercado este año, sigue siendo una de las acciones más populares de Wall Street: sesenta y cuatro de los analistas que siguen al fabricante de chips siguen aconsejando a sus clientes comprarla, incluso después de un salgo de casi el 140% este año. Solo uno recomienda vender.
Sin embargo, la rentabilidad de toda esa inversión en IA hasta ahora ha sido relativamente modesta.
Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta han inyectado en conjunto más de US$ 150,000 millones en gastos de capital en los últimos cuatro trimestres, gran parte de eso en capacidad informática para entrenar sus propios modelos de lenguaje grande y ejecutar cargas de trabajo para los clientes.
Para algunos de los clientes de los gigantes de la computación en nube, las ganancias han sido menos evidentes. En mayo, las acciones de Salesforce Inc. se desplomaron después de que la empresa de software proyectara el crecimiento trimestral de ventas más lento de su historia, a pesar de haber pregonado durante mucho tiempo el potencial de la IA para impulsar las ventas. Según una encuesta realizada por Lucidworks, con sede en San Francisco, menos de la mitad de las empresas que invierten en IA aún no han visto un rendimiento significativo.
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Mejor analista tecnológico
Covello duda de que la mayoría lo consiga algún día. Ha seguido los altibajos del sector tecnológico desde que se incorporó a Goldman en 2000, tras pasar por SG Cowen y Smith Barney. Se especializó en empresas de equipos semiconductores, acumulando premios año tras año como el mejor analista del sector, antes de ser ascendido en 2015 a director de investigación de renta variable de las Américas de la firma.
Para obtener un rendimiento adecuado de aproximadamente US$ 1 billón de inversión en infraestructura de IA que espera ver en los próximos años, las empresas tendrían que ser capaces de utilizarla para resolver tareas cada vez más complejas.
En su opinión, la IA promete hacer más eficientes algunas tareas, como la codificación, pero no lo suficiente como para justificar el gasto.
Según Covello, si en el próximo año y medio no se empiezan a vislumbrar usos significativos, la tendencia bursátil cambiará. Sin embargo, no cree que se esté llegando a ese punto, ya que es probable que el desarrollo continuado siga impulsando a los inversores hacia valores como Nvidia.
“Una de las lecciones más importantes que he aprendido en las tres últimas décadas es que las burbujas tardan mucho en explotar”.
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